Jorge Díaz sintió curiosidad por el arte capilar con apenas 14 años, cuando intentaba arreglarse su propio cabello. Necesitó aprender a base de algún estropicio, aunque la gomina, que suele hacer milagros, le disimulaba esos pequeños desastres. El uruguayo, que se instaló en Cambrils con su familia a los 17 años, decidió aprender a base de ver vídeos por la red. Hoy es un aspirante a estilista. Su trabajo no acaba en el césped, donde exhibe gambeteos interminables con el balón y un arranque explosivo que levanta pasiones entre los hinchas. Cuando acaba la sesión diaria, en la caseta del templo, donde los futbolistas comparten intimidad, instantes de jolgorio y ratos de tristeza, abre su particular consulta, por la que suelen pasar sus colegas de viaje.
Éstos han descubierto las habilidades de Jorge con unas tijeras. En Girona, por ejemplo, Ramon Folch, exhibía su nuevo look adecuado a los tiempos. El centrocampista se puso en manos de Díaz, que le trabajó el cabello con las nuevas tendencias al día. Los futbolistas del Reus se benefician de las capacidades artísticas de Jorge, hasta el punto de que no les cuesta un euro. Disfrutan de peluquería gratis. En Albacete, donde empezó a adecuar cabellos en el Carlos Belmonte, uno de los fisios del equipo decidió acudir a la solidaridad. Instauró una hucha en el vestuario para que Díaz encontrara algo de beneficio a esa inversión de tiempo añadida.
Sus hermanos, Nico y Cholo, éste futbolista del filial rojinegro, disfrutaron de esos primeros pasos de Jorge como barbero. En las calles de Cambrils lucían los looks atrevidos que les inventaba el hermano mayor. También algunos familiares no han escapado de las tijeras tentadoras del atacante, que este verano regresó al Reus en calidad de cedido por el Zaragoza.