Carlo reina en la batalla entre los hermanos Di Benedetto

El del Liceo es clave en el pase de los gallegos a la final tras vencer al Lleida de Bruno y Roberto

24 febrero 2019 08:47 | Actualizado a 24 febrero 2019 08:53
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Cuando la gallega Mercedes y el italiano Gianni se conocieron en París y formaron famlia, jamás pensaron que sus tres hijos iban a convertirse en jugadores de hockey patines y menos que iban a consolidarse en la élite. Francia no es un país dominador de la especialidad, aunque la irrupción de los tres hermanos ha servido como impulso.

La selección francesa compite ya con muchísima dignidad en los campeonatos internacionales. Francia ha invettido en la formación de técnicos y en la contratación de conocimiento con jugadores europeos integrados en sus ligas. Seguramente, Carlos, el mayor con 22 años, y los mellizos Bruno y Roberto Di Benedetto, de 21, ha colaborado y mucho en ese salto de calidad. 

Tanto han calado los Di Benedetto que hasta un autocar de 80 personas del efervescente club francés Coutras han decidido vivir en directo la Copa del Rey y de la Reina de Reus, además de aprovechar el tiempo y monopolizarlo con un stage para los chicos del club. Hockey a toda pastilla. El reclamo, Carlo, Bruno y Roberto. 

La caprichosa Copa del Rey ofreció este sábado un cruce de semifinales familiar. Liceo y Lleida se encontraron en el camino hacia el título y Mercedes y Gianni necesitaron dividir sus corazones. Mercedes y Gianni son los padres de esos tres jovencísimos hockístas que empiezan a llamar la atención del firmamento europeo. 

El liceísta luchará este domingo por un nuevo título antes de marcharse al Porto el próximo curso

Carlo defendió la verde del Liceo. Lo hace desde hace tres cursos y su progresión parece no ver límites. Hasta el punto que el próximo curso ingresará en un grande el continente, el Porto. Bruno y Roberto comparten aventura en el Lleida de Albert Folguera, donde han madurado con una rapidez de vértigo.

Máxima igualdad
Ya en el primer bocado del segundo tiempo y después de un primero totalmente enganchado al empote sin goles, en parte por la gran exhibición de Tomàs y Malián, las dos porterías de Lleida y Liceo, Bruno Di Benedetto se colocó en la primera línea del foco. Recibió dentro del área y cuando iba a ejecutar en el perfil de cuchara le hicieron penalti. Su socio, Candanedo lo convirtió y puso en ventaja a los ilerdenses. 

Fue entonces cuando Carlo tomó el mando del partido. Arrimó el hombro y no le pesó la responsabilidad de cargarse a su espalda un gigante como el Liceo. Carlo participó en el empate que culminó Dava Torres al segundo poste. Luego secuestró la pelota para asumir el papel de especialista en una falta directa que culminó con maestría ante Tomàs. En poco más de un minuto, el Liceo, con un Carlo estelar, cambió el signo de la semifinal. 

Necesitó el Liceo refugiearse para contener a un Lleida fiero, dinámico, para nada miedoso. Una azul en los segundos finales a Candanedo allanó el camino de los gallegos. Miras culminó en el salón de estar de los Di Benedetto, en uno de esos partidos que enorgullecen a sus creadores, Mercedes y Gianni.

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