Conquista numantina (Numancia 1-2 Nàstic)

El Nàstic supera al Numancia, mejor local de la liga, con un gol de Manu Barreiro y otro de Uche en los minutos finales

19 noviembre 2017 12:56 | Actualizado a 24 noviembre 2017 19:36
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Cuanto más difícil, mejor. El Numancia sólo había perdido ante el Granada en su estadio. El resto de enfrentamientos como locales todo victorias. Pero este Nàstic de Rodri se siente como pez en el agua ante retos difíciles. Tres estadios de prestigio en los que los grana plantaron la bandera de la victoria. 

El partido arrancó a toda mecha. En seis minutos el marcador ya se había movido para los dos equipos. Un empate a un gol que tuvo un claro protagonista, Manu Barreiro. El atacante de Santiago fue el responsable directo de ese resultadoo, ya que anotó ambos goles. El primero, a favor de los suyos, con un doble remate. El travesaño repelió su disparo desde la frontal. El rechace cayó a pies del propio Manu, como si tuviera un imán, y el gallego, con total tranquilidad, mandó a la red. 

Ese imán volvió a funcionar tres minutos después, para desgracia del propio futbolista. Dani Nieto  puso el centro desde el córner muy cerrado y la pelota tocó en la pierna de Manu Barreiro. Un rebote que sorprendió a Dimitrievski.

El empate dio alas a los de Jagoba Arrasate que se crecieron sin terminar de generar ocasiones. Sólo un testarazo de Manu del Moral puso en apuros el arco del Nàstic.

El conjunto tarraconense reaccionó rápido. Tejera y Maikel Mesa comenzaron a hilvanar jugadas para enfriar el calentón local y acosar, tímidamente, el área numantina. 

Todo el ataque grana se definía por la izquierda, el radio de acción de Mesa que combinaba con Tejera para enganchar el centro del campo con los delanteros.

Uche y Barreiro ejercían como dos bailarines que danzan buscando el foco de la acción constantemente. Sus movimientos compenetrados dieron una mañana complicada a los centrales sorianos. El nigeriano dejó uno de sus zarpazos marca de la casa, en una jugada que se revolvió en la frontal y disparó seco, obligando a Aitor a detener el tiro en dos tiempos.

Zahibo sufrió excesivamente en el medio del campo, evidenciando sus problemas y anulando sus virtudes. Los jugadores numantinos sabían lo mal que lleva la presión el galo. Le acosaron provocando muchas pérdidas del francés. 

Tras el descanso, Rodri sacó a Zahibo del campo. El francés era un peligro y además tenía amarilla. Ante la falta de alternativas y la confianza del técnico barcelonés en la evolución de Molina, mandó al tarraconense a la medular. Perone ocupó la plaza de central junto con Suzuki.

Tanto el Numancia como el Nàstic propusieron un fútbol muy vertical. Buscaban rápido a sus hombres de arriba llevando el choque a una enorme exigencia física para soportar las transiciones constantes.

La banda derecha, de Kakabadze y Juan Delgado, no supo aportar ninguna incidencia ofensiva. Dóciles e inofensivos. El georgiano mejoró su actuación por su labor defensiva, el chileno ni eso.

El segundo tiempo trajo un Nàstic más atrevido y valiente. Controló al Numancia y trazó buenas ideas para hacerle daño. Maikel Mesa, Tejera, Barreiro y Uche se buscaban, cuando se encontraban Los Pajaritos se echaban a temblar. Y no de frío, que también, sino del pavor que cada acercamiento grana al área de Aitor les provocaba.

Los sorianos, el mejor equipo local de la liga (seis victorias y una derrota en casa), daba muestras evidentes de incomodidad. Parecía como si el Nàstic estuviera más acostumbrado al frío soriano, con temperaturas bajo cero pro la noche, que los mismos numantinos.

Tejera pudo adelantara al Nàstic con un impecable lanzamiento de falta que se estrelló en el poste. 
Soria estuvo a punto de ver el estreno de Dongou con la camiseta del Nàstic. El delantero camerunés estaba preparado en la banda para saltar al césped. Pero la lesión de Pere Milla y su relevo por Higinio, en el Numancia, hizo que Rodri cambiara su decisión. Salió Tete. 

El Nàstic merecía el gol. Lo estaba buscando mucho más que el Numancia. Y llegó. En un error defensivo. Ante Uche. Menuda insensatez. El nigeriano se jugó el muslo para poner la puntera y hacer que el balón pasara por debajo de las piernas del arquero. Con el meta superado sólo tuvo que mandar el cuero a la red.

Un gol que le costó la lesión, que habrá que esperar para saber su alcance. Valió la pena.

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