Crónica: Campeón del grupo, pese a todo (Cornellà 2-1 Nàstic)

Fútbol. Un arbitraje nefasto impide al Nàstic cerrar la primera fase con un resultado positivo. El Cornellà remontó el gol de Pol D. en el 93 con una falta sobre Suárez

28 marzo 2021 15:04 | Actualizado a 28 marzo 2021 17:48
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El Nàstic cerró la primera fase del campeonato como campeón del subgrupo 3B. Un liderato que mantuvo por el empate del Barça B en Badalona y pese a encajar su tercera derrota de la temporada en Cornellà por 2-1. Perderlo en la última jornada hubiera sido injusto y cruel. Sobre todo cruel porque el equipo de Toni Seligrat no fue víctima de un nuevo arbitraje indecente. El colegiado Roberto Gonzalo Sánchez perjudicó al Nàstic de manera constante. Pitó un penalti riguroso, expulsó de manera temeraria a Rueda y concedió al Cornellà un gol en el minuto 93 pese a que Pol Moreno, el autor del tanto, golpeó el balón cuando el meta Suárez lo tenía entre las manos. Si ganar en Cornellà es sumamente difícil, hacerlo contra doce es aún más complicado.

Ante las dificultades previstas, que no las inesperadas, el Nàstic quiso hacer un partido controlado. De esos choques en los que buscas que no pase nada, especialmente en tu área. Sacar un par de acciones de estrategia y buscar el gol que te pueda dar los tres puntos. Pero sin presión. Porque no hacía falta ganar. Los deberes estaban hechos, que era entrar en la Primera RFEF.

Tampoco el Cornellà se jugaba la vida. Sí, unos puntos más de cara a la segunda fase del campeonato, pero los dos tenían definido su futuro inmediato. Los verdes en la lucha por entrar en la Primera RFEF (Segunda B Pro) y los granas por el ascenso a Segunda División. Esa falta de exigencia le restó un punto de intensidad al choque. Hubo disputa, lógicamente, como corresponde a un partido de la tercera categoría estatal. Pero nada que ver con otros choques que han protagonizado ambos en el Municipal de Cornellà.

Esta vez Toni Seligrat no adaptó el dibujo a las condiciones del terreno de juego como había hecho habitualmente. Mantuvo el sistema 1-4-3-3 que ha venido utilizando asiduamente este curso. Aunque eso de los esquemas es solo un esbozo. Un garabato interpretable en base a los movimientos y perfiles de los jugadores que lo conforman. En este caso, la propuesta sí se acogía al fútbol específico que se practica en césped artificial y campos relativamente estrechos. Ese tipo de juego de área a área, de pocos toques y muchos duelos aéreos. Un fútbol que el Cornellà domina y que el Nàstic ha asumido a la perfección cuando ha tenido que hacerlo.

Tras un primer cuarto de hora más agresivo, pero sin ocasiones claras, el cuadro grana rebajó la marcha. Sobre todo con balón. Puso el piloto automático y se acomodó en ese trance dominado en el que mece a los rivales con su consistencia. Pero el Cornellà no se adormeció y comenzó a acercarse a la portería visitante. Y eso, en cualquier campo y en cualquier circunstancia es muy peligroso. Suerte de la intervención de Suárez que puso la manopla para evitar el gol de Pablo Fernández a la media hora.

Pero, sin duda, la mejor oportunidad local llegaría en el minuto 35. El colegiado Roberto González decretaba la pena máxima por un codazo de Rueda en un despeje. Una decisión rigurosa que se cobró a instancias del asistente Usman Ayodele. Fue él quien advirtió al colegiado pasados unos largos segundos de la acción.

Suele pasar que cuando el penalti es discutible el balón no entra. Y así pasó. Agus Medina, especialista del Cornellà en los once metros, mandó la pelota fuera. Engañó a Suárez pero ajustó tanto que se le escapó.

Despertó el Nàstic de golpe en el segundo tiempo. Un gol, como todo el partido, de mínimos. No le hizo falta más que un saque de esquina cerrado de Fullana para que Pol Domingo rozara leventemente el balón y marcara su primer tanto como profesional.

Con el 0-1 vino el esfuerzo obligado. Si riguroso había sido el penalti y la amarilla que se derivó de él a Rueda, más inexplicable fue la segunda cartulina que vio el capitán grana. Quedaba una más de media hora por delante y el Nàstic volvía a acabar el partido con diez.

La superioridad verde se hizo notar. Apretaron tuercas y consiguieron el empate con un gol de Víctor Fernández. Recogió el cuero y lo pasó cuero por entre el portero y el palo. Bien ajustado.

El Nàstic redobló esfuerzos para volver a controlar el máximo lo que pasaba en el campo, al tiempo que trataba de entender el bote y las extrañas trayectorias que cogía esa pelota negra por el desgaste y el caucho del terreno de juego. Tan irregular es el movimiento del cuero como para convertir un centro de Dorca en un chut repelido por el poste.

La orilla se veía a lo lejos. El partido entró en los minutos del descuento con un Nàstic que había intentado estirarse para atemorizar al Cornellà. Pero una última acción decantaría el choque. Un centro que Suárez controla en el suelo, pero que Pol Moreno golpea a la red. Una falta de libro que Roberto Gonzalo, tan quisquilloso en el área rival, concedió para frustración tarraconense.

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