Crónica Reus-Liceo (2-5). 'Jerarquía gallega'

El Reus cae ante un Liceo muy fiable en el Palau d'Esports y deberá pelear por ser cabeza de serie en la Copa

19 mayo 2017 23:55 | Actualizado a 20 mayo 2017 21:39
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Se sabía que el Liceo es poderoso. Que luce jerarquía para poder competir en cualquier lado y por cualquier premio de postín. Lo ratificó en Reus con una actuación solvente. No exhibió su versión más maravillosa, pero le bastó con su cara más rigurosa. El Reus sólo acudió a los impulsos que le dictó el corazón para mirarle a los ojos al subcampeón. No le alcanzó.
Por momentos dio la sensación de que en la pista peleaban dos equipos de rasgos distintos. Los gallegos con un plan establecido desde hace años, casi una década, con el profesor Carlos Gil en el banco. Si algo posee el Liceo es de una hoja de ruta. Nadie ataca el cuatro para cuatro como él. Pocos corren la transición con tanto vértigo. Domina muchos registros y mantiene una estructura de jugadores consolidada. Por eso pelea por títulos.
Mientras, los de Domínguez permanecen en la búsqueda de su patrón. No se comportan como un colectivo fiable. Son capaces de encadenar minutos repletos de luz y alternarlos con ratitos de oscuridad en una misma noche. Así se hace muy difícil competir con los gigantes. El Liceo es uno de ellos.
 Y eso que los rojinegros dieron sensación de solidez en una puesta de escena interesante. Jepi asumía los galones en ataque. Encaraba y encaraba. Sus arranques eléctricos encontraban portería, pero Jepi careció de lo más definitivo en este deporte; la definición. Costa, a los seis minutos, anduvo cerca de cazar una bola muerta dentro del área para decidir. Es decir, de esas acciones de listo que sólo él es capaz de interpretar. Tampoco apareció la fortuna.
Un duro lastre
El Reus empezó su particular calvario con las acciones de bola parada a los 9 minutos, cuando Rubio dispuso del primer penalti. No culminó. Tanto perdón hizo crecer al rival, que empezó a sentirse cómodo con la posesión. Gil rotó el banco y la sociedad de los hermanos Bargalló generó juego. Pau ingresó en la pista con instinto depredador. En sus dos primeras acciones, cuando combinó con su hermano Jordi, provocó pánico. Molina emergió. No falló Eduard Lamas a los 14 minutos. Remató de primeras llegando de segunda línea. Jordi Bargalló sirvió desde el fondo. Ahí no terminó.
El dolor reusense no terminó ahí. Una pérdida de Coy en media pista generó contragolpe visitante. Jordi arrancó y sirvió para que Pau perforara a Molina. En el mismo minuto. El 14. Justo antes de ese terrible castigo, Coy había errado otra pena máxima para el Reus. Demasiada concesión. No falló Xavi Rubio a los 16 minutos. De penalti de nuevo. El 1-2 traía esperanza. Significaba aire puro, pero Josep Lamas, que transitaba en la noche con ese aire despreocupado que le caracteriza, decidió terminar con la resistencia local.
El mayor de los Lamas es de esos tipos infravalorados, pero cuando dispara suele fallar poco. Exhibe una cantidad de recursos en espacios cortos admirable. Se trata de esos ‘asesinos’ silenciosos que emergen de la nada. Lo hizo en Reus. En un momento decisivo. A los 20 minutos se inventó una media vuelta acrobática para acudir a su fiel cita con el gol. Mandó al Liceo feliz al descanso. Al Reus enrabietado. Preso de la impotencia.
Molina inauguró el segundo parcial adivinando un tiro directo al mismo Lamas, en la décima falta del Reus. El paso de los minutos traicionó a los de Domínguez. Cada vez más precipitados. Confundidos. Sus ataques se perdieron en aventuras individuales preocupantes. Nadie decidió calmar el juego, bajar pulsaciones y construir desde el apartado colectivo. Los gallegos se sintieron cómodos en su sistema defensivo. Cuando surgía algún problema, Grimalt lo solucionaba.
Jordi Bargalló mandó a la lona al Reus a los 30 minutos. El 1-4 lo inició Toni Pérez, que mandó la bola al segundo poste y definió el capitán. El jefe de la pandilla liceísta. Coy amenazó con un misil que perforó a Grimalt. Era el 2-4. Puro espejismo. 
Los chicos de Domínguez se perdieron entre protestas en un ataque confuso y descuidaron el balance. A los 33 minutos, Josep Lamas se encargó de finiquitar el resultado y de confirmar la jerarquía gallega.
Se sabía que el Liceo es poderoso. Que luce jerarquía para poder competir en cualquier lado y por cualquier premio de postín. Lo ratificó en Reus con una actuación solvente. No exhibió su versión más maravillosa, pero le bastó con su cara más rigurosa. El Reus sólo acudió a los impulsos que le dictó el corazón para mirarle a los ojos al subcampeón. No le alcanzó.

Por momentos dio la sensación de que en la pista peleaban dos equipos de rasgos distintos. Los gallegos con un plan establecido desde hace años, casi una década, con el profesor Carlos Gil en el banco. Si algo posee el Liceo es de una hoja de ruta. Nadie ataca el cuatro para cuatro como él. Pocos corren la transición con tanto vértigo. Domina muchos registros y mantiene una estructura de jugadores consolidada. Por eso pelea por títulos.

Mientras, los de Domínguez permanecen en la búsqueda de su patrón. No se comportan como un colectivo fiable. Son capaces de encadenar minutos repletos de luz y alternarlos con ratitos de oscuridad en una misma noche. Así se hace muy difícil competir con los gigantes. El Liceo es uno de ellos.

Y eso que los rojinegros dieron sensación de solidez en una puesta de escena interesante. Jepi asumía los galones en ataque. Encaraba y encaraba. Sus arranques eléctricos encontraban portería, pero Jepi careció de lo más definitivo en este deporte; la definición. Costa, a los seis minutos, anduvo cerca de cazar una bola muerta dentro del área para decidir. Es decir, de esas acciones de listo que sólo él es capaz de interpretar. Tampoco apareció la fortuna.

Un duro lastre

El Reus empezó su particular calvario con las acciones de bola parada a los 9 minutos, cuando Rubio dispuso del primer penalti. No culminó. Tanto perdón hizo crecer al rival, que empezó a sentirse cómodo con la posesión. Gil rotó el banco y la sociedad de los hermanos Bargalló generó juego. Pau ingresó en la pista con instinto depredador. En sus dos primeras acciones, cuando combinó con su hermano Jordi, provocó pánico. Molina emergió. No falló Eduard Lamas a los 14 minutos. Remató de primeras llegando de segunda línea. Jordi Bargalló sirvió desde el fondo. Ahí no terminó el suplicio.

El dolor reusense se amplió. Una pérdida de Coy en media pista generó contragolpe visitante. Jordi arrancó y sirvió para que Pau perforara a Molina. En el mismo minuto. El 14. Justo antes de ese terrible castigo, Coy había errado otra pena máxima para el Reus. Demasiada concesión. No falló Xavi Rubio a los 16 minutos. De penalti de nuevo. El 1-2 traía esperanza. Significaba aire puro, pero Josep Lamas, que transitaba en la noche con ese aire despreocupado que le caracteriza, decidió terminar con la resistencia local.

El mayor de los Lamas es de esos tipos poco valorados, pero cuando dispara suele fallar poco. Exhibe una cantidad de recursos en espacios cortos admirable. Se trata de esos ‘asesinos’ silenciosos que emergen de la nada. Lo hizo en Reus. En un momento decisivo. A los 20 minutos se inventó una media vuelta acrobática para acudir a su fiel cita con el gol. Mandó al Liceo feliz al descanso. Al Reus enrabietado. Preso de la impotencia.

Molina inauguró el segundo parcial adivinando un tiro directo al mismo Lamas, en la décima falta del Reus. El paso de los minutos traicionó a los de Domínguez. Cada vez más precipitados. Confundidos. Sus ataques se perdieron en aventuras individuales preocupantes. Nadie decidió calmar el juego, bajar pulsaciones y construir desde el apartado colectivo. Los gallegos se sintieron cómodos en su sistema defensivo. Cuando surgía algún problema, Grimalt lo solucionaba.

Jordi Bargalló mandó a la lona al Reus a los 30 minutos. El 1-4 lo inició Toni Pérez, que mandó la bola al segundo poste y definió el capitán. El jefe de la pandilla liceísta. Coy amenazó con un misil que superó a Grimalt. Era el 2-4. Puro espejismo. 

A los 33 minutos, los chicos de Domínguez se perdieron entre protestas en un ataque confuso y descuidaron el balance.Josep Lamas se encargó de finiquitar el resultado y de confirmar la jerarquía gallega.

 

Reus Deportiu. Molina, Platero, Jepi Selva, Coy y Costa. También jugaron: Rubio, Ollé y Salvat.

Liceo. Grimalt, Eduard Lamas, Josep Lamas, Jordi Bargalló y Pérez. También jugaron: Pau Bargalló y Vives.

Goles. 0-1, Edu Lamas (14'), 02, Pau Bargalló (14'), 1-2, Rubio (15'), 1-3, Josep Lamas (20'), 1-4, Jordi Bargalló (30'), 2-4, Coy (32'), 2-5, Josep Lamas (33').

Árbitro. Rubio y Tavera. Tarjeta azul para el jugador visitante Edu Lamas.

 

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