El triunfo de la liberación (Nàstic 2-1 La Nucía)

El Nàstic logra su primera victoria en el Nou Estadi. Se puso 2-0 pero La Nucía rozó el empate con un penalti

21 octubre 2019 10:18 | Actualizado a 22 octubre 2019 10:14
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Nadie regala nada. Ningún equipo comparece en un campo de fútbol para dejarse hacer. Todos, como mínimo, llegan para presentar batalla. La Nucía no era el rival asequible que se esperaba. Con César Ferrando en el banquillo exhibió orgullo y saber hacer. Los locales se pusieron 2-0 a los 12 minutos, pero el cuadro alicantino tuvo fuerzas para recortar distancias y tener la oportunidad de igualarlo con una pena máxima que desaprovechó Fofo ante un Nàstic que volvió gestionar 80 largos minutos desde el repliegue y el oficio. Con una nueva elevada dosis de angustia para sumar su primera victoria en el Nou Estadi.

La estrategía volvió a ser crucial. Javi Bonilla tiene en su bota izquierda una varita mágica capaz de convertir una falta lateral superflua en medio gol. Colocó con mimo el cuero para meter un centro al corazón del área que pudo rematar cualquiera de los jugadores que entraban. Los de grana y los de negro. Nadie podía contener esa pelota tensa. Tocarla era una lotería. Juanan se la jugó y concedió el 1-0.

El Nàstic salió como pocas veces este curso. Mordía cada pelota. Se lanzaba sin reparos a por ella, pero manteniendo un exquisito orden para no ser sorprendido. Con un 4-4-2 muy disciplinado e intimidando al rival con agresividad el equipo se hinchó a recuperar balones. 

A la novena jornada Romain Habran encontró el gol. Recogió un rechace en la frontal para incrustarla entre el poste y el pie del portero. Un buen tanto que no justifica la amarilla estúpida que se ganó en una celebración excesiva. Hay muchas maneras de exhibir esa liberación personal. La mayoría no vienen aparejadas con amonestaciones incómodas que condicionan las acciones defensivas durante 78 minutos. Aunque siendo el galo, sean más bien pocas. Aparte del gol el francés evidenció una vez más su irregularidad. En ocasiones sacrificado, en otras anárquico y egoísta. Como en uno contra uno, tras un robo propio, que escogió la peor finalización, un tiro flojo al meta.

El equipo estaba bien hasta que inexplicablemente cedieron en su entrega. Regalaron un suspiro a La Nucía y los chicos de César Ferrando se crecieron. Agarraron el cuero y comenzaron a marear al Nàstic. Se anticipaba el gol visitante desde antes de que Agüero encarase sin oposición, cargase la pierna y colocase el esférico en la misma escuadra. Un tanto precioso de los que entran uno de cada diez –y suele ser el día del Nàstic- que arrancó con una pérdida en el medio del campo y cogió al equipo en posición de salida.

El encuentro entró en una fase de angustia para los seguidores granas. Entre sufrimiento y sufrimiento solo cabía esperar al descanso. Pero el paso por los vestuarios no modificó el guión. Barricada tarraconense que dejaba campo para que los alicantinos tomaran posiciones adelantadas, sin que llegaran a asediar el arco grana. Incapaces de hilar fino para tener alguna posibilidad de empatar el duelo, el colegiado aragonés Alberto Lou les regaló un penalti.Fofo, el lanzador, se pasó de listo. Tiró a lo Panenka y Bernabé, advertido por el entrenador de porteros Oli de que iba a ir por el centro aguantó estoicamente y despejó. 
El relato del encuentro seguía siendo el mismo con las interrupciones provocadas por las lesiones de Petcoff y Pol Ballesteros. Los músculos de los jugadores granas no aguantan y habría que hacérselo mirar. Los problemas físicos limitaron las maniobras de Bartolo que fue acomodándose a lo dispuesto. Entraron Albarrán para doblar la banda derecha con dos laterales, Lolo Plá y Sergio ‘Chino’ Montero. El mediapunta de la Pobla no podía estrenarse de mejor forma. En poco menos de media hora dio argumentos más que suficientes para ganarse un puesto fijo en el primer equipo.

Enorme su lectura del juego. Anda con un segundo por delante del resto y le permite escoger siempre la mejor decisión posible. Un robo por anticipo, un pase al futbolista liberado, un recorte para romper la línea, dejar pasar el balón para otro jugador o un segundo de espera a que aparezca el movimiento justo de un compañero. Todo ese compendio de habilidades las expuso ante una afición que comenzó a entender las buenas referencias de los que siguen a la Pobla. Pudo redondearlo con el gol pero topó con el meta de La Nucía. Montero ha venido para quedarse. Si le dejan.

La lluvia castigó a la fiel hinchada, los casi 3.000 de siempre, que bajo una cortina de agua y empapándose, muchos de ellos, contuvieron la respiración en los minutos finales para poder celebrar por fin un triunfo de sus chicos. Toda la plantilla se quitó salió del campo más aligerada tras haber dejado atrás la losa de no haber ganado en casa.
 

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