Empate insuficiente (Nàstic 2-2 Cornellà)

El Nàstic empata a dos ante el Cornellà en un partido en el que comenzó perdiendo por 0-2. Pedro Martín tuvo la victoria en el descuento

22 septiembre 2019 12:05 | Actualizado a 24 septiembre 2019 11:42
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El Nàstic no pudo estrenar su casillero de victorias en el Nou Estadi. Tras la Baixada de l’Àguila llegó la Baixada de l’Ànima porque el conjunto grana esperaba sumar un triunfo que inyectara una moral que el equipo que suplica, pero se encontró con un Cornellà puntilloso y una fortuna que sigue sin sonreírle. Dos palos y la falta de puntería terminaron por condenarle a un empate que sabe a poco. 

Xavi Bartolo no agitó el once. Suelen decir que cuando algo funciona, mejor no tocarlo. Así lo hizo. La única novedad fue la entrada en el once de Javier Bonilla por Pol Valentín. El sistema táctico en el que decidió arroparse el técnico ilerdense fue el 5-2-3 que tanta consistencia le dio en Ebro.

Una consistencia que tardó cinco minutos en romperse. Con una fragilidad terrible. Un jarro de agua fría para un Nàstic que había salido con una buena puesta en escena en fase ofensiva, pero que volvió a pecar de falta de contundencia en el área propia. Fue en un balón suelto que acabó llegando a un Pablo Fernández que en las profundidades del área no perdonó. Probablemente, ni él espera recibir ese cuero con tanta facilidad. Pero lo recibió. Y marcó.

El Nàstic reaccionó orgullo. Tuvo 10 minutos de chispa liderados por un Pol Ballesteros que anda a un nivel descomunal. Culminó una gran jugada individual con un pase filtrado que dejó a Brugui solo ante el portero, pero que no acertó tras fallar en el control. Una jugada después fue Pedro Martín quien amenazó pero su cabezazo se marchó alto tras un centro bellísimo de Bonilla.

Tras ese arreón de juego, el ritmo del juego bajó. El conjunto grana buscó dominar con el cuero. Largas posesiones asociativas con las que madurar las jugadas y desgastar al Cornellà. No tuvo fácil implantar su propuesta porque desde el Nou Estadi se le reclamaba vértigo cuando el partido no demandaba eso. Se generó un clima complicado y nada sano para un equipo que necesita tranquilidad y alboroto. Bastantes nervios genera ya esa inconsistente fase defensiva.

Cumplida la media hora, el Nàstic volvió a apretar. Amenazó con una falta de Bonilla, un disparo de Juan Rodríguez y un córner olímpico de Petcoff que se se estrelló en el larguero. Faltó puntería y fortuna.

Lo que nadie esperaba era el segundo gol del Cornellà. Más que nada porque no lo merecía ni había ido a buscarlo. Pero el fútbol tiene estas cosas, a veces da a quién no lo merece y quita a quién lo necesita. Albarrán cometió una imprudencia dentro del área que costó una pena máxima. Si el contacto es o no suficiente es interpretación y el árbitro interpretó que sí lo era. Abde no perdonó y anotó el segundo sumergiendo al Nàstic en un estado depresivo absoluto.

Una depresión que Pol Ballesteros se encargó de comenzar a revertir. Otra vez con una jugada individual repleta de talento y dinamismo. Arrancó en banda y colocó un centro medido en el segundo palo que Carlos Albarrán empaló de primeras y recortó distancias. Devolvió la fe. Pudo obrar el Nàstic una remontada exprés, pero Viti mano el balón al larguero en boca de gol. Como el día del Barça B. El descanso llegó con el Nàstic en plena tromba. Justo en el momento más impreciso.

En el descanso, Bartolo decidió sustituir a Viti y dar entrada a Carreón. Más allá del fallo cantado antes del descanso, lo cierto es que el mediocentro de Mataró había estado muy errático y anárquico en sus acciones. No le mejoró un Carreón al que el doble pivote se le hace inmenso y más si se juega en un campo de las dimensiones del Nou Estadi.

El conjunto grana no mejoró en el segundo tiempo. Estuvo más espeso y menos dinámico en ataque. El Cornellà diagnosticó sus defectos en fase defensiva y los corrigió. El equipo de Xavi Bartolo circulaba, pero no penetraba. Solo algún chispazo de Pol Ballesteros y alguna llegada de Javier Bonilla rompían el esquema defensivo del conjunto visitante.

Con el partido en un contexto intrascendente, Habran entró en el terreno de juego por Brugui. Bartolo quiso agitar el encuentro con la anarquía del francés. Lo cierto es que el Nàstic había entrado en un estado monótono de juego que no hacia presagiar el empate. Pero llegó. Fue mediante un balón parado al que Javier Bonilla siempre le saca petróleo. Lanzó una falta lateral con una tensión predilecta para que Bruno Perone conectara un cabezazo inapelable. El 2-2 llegaba y hacia al Nàstic soñar con una remontada heroica.

Pero no llegó. Y no fue por no buscarlo. Porque el conjunto grana atrincheró al Cornellà al que dejó con 10 en la contienda final tras la doble amarilla de Óscar Prats. Pedro Martín, héroe la semana pasada, tuvo el triunfo en un mano a mano en el que sorteó a Ramón, pero no estuvo preciso ya con la puerta vacía. El defensa del Cornellà despejó y mutiló las esperanzas de estrenar el casillero de victorias en el Nou Estadi. Toca seguir esperando.

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