Fran Carbia, sueños de infancia en el Carranza

El delantero visitará el domingo Cádiz, el lugar en el que se crió y en el que se encuentra toda su familia, cadista de siempre. Pudo firmar por el club andaluz en verano de 2013, pero eligió al Reus. Siempre deseó poder actuar en un estadio tan mítico como el andaluz

19 mayo 2017 16:23 | Actualizado a 24 diciembre 2019 23:00
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Javi, de sólo seis años, ya ameniza sus tiempos de ocio marcando goles, al estilo del primo Fran, aunque a un puñado de kilómetros. En la Bahía de Cádiz, la familia de Carbia Barrera anda pegada al celular para controlar cada movimiento del aquel pequeñajo que ha salido futbolista de élite porque su entusiasmo ha podido con cualquier piedra maléfica. Para muchos de sus colegas, el delantero del Reus es ‘el Guaje’, así le conocían en su época pre-profesional en la Pobla, con Kiko Ramírez como padre deportivo. Caminamos por el mundo de Fran Carbia, un tipo introvertido, pero incansable. Muy comprometido con aquello que ama. El fútbol, por ejemplo.

Para conocer al supersónico atacante se hace indispensable viajar hasta la Tacita de Plata, cerca del mítico Carranza, la casa del Cádiz, ese club al que hizo gigante Mágico González y al que añadió una dosis descomunal de talento Kiko Narváez. En todo caso, Fran se fijaba en Lucas Lobos, un argentino nacionalizado mexicano que asombró en su primera aparición en Primera División, vestido de amarillo. Hablamos del curso 2005-06. Carbia tampoco olvida la guasa popular del Bicho Bezares. En aquellos tiempos el rojinegro solía ocupar sus épocas vacacionales correteando por las playas de la Bahía andaluza y señalando con fluorescente un torneo fetiche de la pre-época, el Carranza. Acostumbraba a situarse en la curva para admirar a las figuras que ponían sus cuerpos al nivel competitivo.

Francisco y Rosa Mari, los padres del futbolista, presumen de tierra en el DNI, su sangre es gaditana, aunque precisaran abandonar el sur de Andalucía para probar suerte en Tarragona, en busca de ese futuro esplendoroso para sus hijos, el jugador del Reus y Paola, su hermana. En La Salle se educó de forma académica Fran, aunque en el patio ofrecía señales de futbolista elegido. Allí empezó a encender la luz. En casa de los Carbia no hay espacio para el olvido de las raíces. En 2014, el Cádiz visitó L’Hospitalet, aquel equipo soñador que dirigía Kiko Ramírez, en uno de los cruces fratricidas del play off. El técnico invitó a la familia para que disfrutaran de esa histórica fecha.

Existe una situación por lo menos curiosa en la vida deportiva del delantero. En verano de 2013 decidió salir del Nàstic para encontrar un espacio en Segunda B. Tuvo que decidir entre Reus o Cádiz, porque en el Carranza le querían para el proyecto. Eligió Reus, donde ahora se ha coronado en Segunda División. Probablemente la abuela Milagros, una de las personas más queridas por el delantero, hubiera firmado el ingreso de su Fran en el Cádiz. Ella y el resto de la pandilla gaditana, porque la familia de Fran no esconde su pasión por Cai, un club que siempre cayó simpático y que lucha por volver al lugar perdido.

Cerca del Ramon de Carranza, Javi, ese primo con sueños idénticos a los de Fran en época de infancia, marca goles a chorros en la escuela. Cuando celebra lo comunica al instante. El WhatsApp destruye relaciones pero alimenta ilusiones y acorta distancias. Jorge, padre de Javi y tío de Fran, le concede una licencia a ese niño que quiere ser Fran Carbia. “Primo, hoy he metido dos”. El mensaje es un aviso a navegantes. El relevo generacional parece asegurado. Javi y familia no se perderán la visita histórica del Reus al Carranza en seis días. En medio del Carnaval, fuegos artificiales.

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