Guillem Trabal, un revolucionario que ya es leyenda

HOCKEY. Fue franquicia del Reus Deportiu durante nueve temporadas (2004-2013), en las que conquistó todos los títulos. Esta semana ha anunciado su retirada después de una carrera deslumbrante, en la que impulsó el estilo del portero moderno

07 junio 2019 10:59 | Actualizado a 08 junio 2019 18:25
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Guillem Trabal (Sant Hipòlit de Voltregà, 1979) ha derribado fronteras en voz baja durante su carrera. En realidad se ha convertido en un revolucionario silencioso. Siempre ha exhibido el don del equilibrio, fundamental para el triunfo de un arquero de hockey patines. La paz emocional marca muchas diferencias en la vida, también bajo un arco. 

Cuando Eduard Tresserres le hizo debutar con 16 años (1995), en un derbi Vic-Voltregà, descubrió en ese chico espigado algo distinto. Desde entonces, Guillem se ha encargado de cambiar un estilo. En lugar de quedarse como un muñeco debajo de la portería y dedicarse a recibir bolazos y a escupirlos con sus guardas, ha preferido involucrarse con el juego.

Trabal es una especie de impulsor del portero moderno. Ha modificado la forma de parar desde aquella precoz aparición en el Olímpic de Vic. En él se empezó a adivinar la rodilla en el suelo con movilidad, también cómo intentaba anticipar situaciones del mismo partido. Para muchos de sus colegas de oficio se ha transformado en casi un referencia enciclopédica.

Esta misma semana y a los 39 años, Trabal ha anunciado que lo deja. Se ha pasado más de 30 compitiendo en la élite, con la exigencia que eso supone, aunque la presión y la obligación resultadista nunca le han modificado su plan de carrera. Padre de dos hijos, Gil y Martina, Guillem no responde al perfil de deportista al uso. Además de convivir en las alturas del hockey ha aprovechado el tiempo para formarse y prepararse una salida laboral más que digna.

A su currículum no sólo lo alumbran la innumerable cantidad de títulos que acumula. También, las licenciaturas de Fisioterapia, INEFC, Magisterio y Educación Física, Antropología, Psicopedagogía y los Máster en Gestión Deportiva y Antropología humana. Incluso se ha doctorado en Ciencias de Educación Física y Deporte. 

Su relación con Reus resulta ya irrompible. El legado que dejó durante nueve temporadas (2004-2013) se encuentra marcado con fluorescente en el templo, donde hoy los hinchas todavía le recuerdan con un cariño especial. No se hace nada fácil para los porteros convencer a ese fino paladar al que se ha acostumbrado la afición del Reus.

Probablemente, Guillem Trabal, junto al histórico Santi Garcia, podría considerarse el mejor portero de la historia del club. Ni siquiera en premios existen sospechas. Campeón de una Copa del Rey (2006), de una Supercopa de España (2007), de una Copa de Europa (2009), de una Continental (2009), de una Intercontinental (2010), de un Mundial de Clubs (2009) y de una OK Liga (2011), se postuló como exponente franquicia de la última época dorada de títulos rojinegra.

Trabal acostumbró a noches de postín con sus paradas, aunque una le distinguió. Data de un 7 de mayo de 2011, en uno de los grandes escenarios de Europa, el Palacio de Riazor. Ese día, Liceo y Reus se debatían el campeonato doméstico. En la penúltima fecha, el que ganaba alzaba la OK Liga. Fue un empate, entre otras cosas, por la influencia del arquero descomunal durante todo el clásico. Su nivel de concentración resultó tan mayúsculo que acabó absolutamente fatigado y mareado. Necesitó ayuda para regresar a vestuarios. El Reus, por cierto, campeonó, contra pronóstico, aquella Liga.

En verano de 2013, el de Sant Hipòlit cerró una etapa de éxito en la calle Gaudí para abrir otra en Da Luz. Firmó por el Benfica y sumó ocho Copas más a su trayecto. A nivel humano, sus dos hijos nacieron en Lisboa, donde vivió una experiencia inolvidable junto a su pareja, Núria.

Consiguió echar raíces en un lugar totalmente cosmopolita y en un club de tradición incontestable. El tránsito del arquero ha finalizado en Italia, donde ha completado el último curso en Valdagno. Se ha despedido después de catar los tres campeonatos más deslumbrantes y con un comportamiento exquisito. La aportación decisiva de Trabal a la selección nacional de la generación de oro es otro de sus grandes logros personales y colectivos.

El regreso a Sant Hipòlit y la apertura de una nueva vida, no le apartarán del hockey. Ha patentado un stick de marca propia y en junio tiene previsto publicar un libro sobre el mundo del portero. Su mundo. El que tanto ha cuidado en activo y el que quiere revindicar desde la otra orilla.

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