Héctor Sanz, una bala volando sobre el mar

Héctor Sanz López (Riba-roja, 28 años), componente del Club Nàutic Riba-roja, compite con un catamarán propulsado por un motor de 2.5cc de dos tiempos con una potencia de 200 cv. El ebrense es el único piloto a nivel del estado español que está presente en la motonáutica F2 y el único en circuito, porque otros pilotos compiten en mar abierto. Héctor ha competido esta temporada en el Mundial, certamen en el que es undécimo a falta de una cita, y en el Campeonato de Italia (una carrera), donde fue segundo. También estuvo presente en el Campeonato de Alemania.  

Para ofrecer un buen rendimiento, se prepara con la ayuda de un amigo aunque confiesa que «me gustaría poder preparar mejor esta parcela, pero cuando el piloto es el mismo preparador del equipo y el mecánico es muy difícil. A pesar de todo, hay que destacar que vamos obteniendo resultados». 

Se trata de una disciplina muy sacrificada: «para mí, mi familia y mis amigos. Los familiares me dicen que siga adelante; estoy realizando el sueño de mi padre. Mi madre es la única que me recuerda que no le gustan las barcas, pero siempre ayuda».

El joven se adentró en este mundo gracias a su progenitor, el cual «participaba en la antigua categoría F4. Por cuestiones de trabajo y familia no pudo llegar más lejos, aunque soñaba con alcanzar la F2 y la F1H2O y tenía mucha calidad». El piloto de Riba-roja sigue explicando que «empecé con 15 años con mi hermano formando un equipo y compitiendo en una categoría en la que iba piloto y copiloto (al ser el hermano pequeño le tocó ser copiloto)». Con el paso del tiempo, el hermano de Héctor cambió de categoría, él siguió adelante con un amigo, y decidió dar el salto a categorías superiores hasta que llegó a la F4, y gracias a la participación en el Mundial y el Europeo pudo lograr el bagaje necesario para dar el salto a la F2. 

Héctor ha tenido que sortear obstáculos para afrontar este reto porque «al ser un equipo pequeño y con poca experiencia, como pasa siempre en el deporte del motor, tenemos el problema del presupuesto y el financiamiento. Para competir en esta modalidad necesitas un gasto inicial muy grande y después poder mantener este nivel. Esto hace que entrenemos poco, porque es muy complicado poder organizar a seis personas que estén libres para realizar la sesión preparatoria y tener un gasto de 13 euros por minuto de funcionamiento del catamarán. Con dos fines de semana al mes me doy por satisfecho». 

Durante las competiciones, Héctor afirma que «con una buena preparación podríamos llegar a los 220 kilómetros por hora, pero normalmente en carrera estamos entre los 170 y los 190 kilómetros». A pesar de la espectacularidad de estas pruebas, esta especialidad no aparece de manera habitual en los medios de comunicación «he hecho demostraciones y todos dicen que es espectacular como giro, vuelo por encima del agua.... No entienden como no se retransmite por televisión como sí ocurre con los coches y las motos. En cada carrera se genera mucha expectación, y en el norte de Europa es una modalidad muy consolidada». Para que tenga más presencia en nuestro país, «la Federació Catalana, el equipo y unos espónsors estamos mirando de celebrar una carrera del Mundial en casa, pero será complicado». 

Ámbito personal
Héctor se ve obligado a tener dos trabajos para poder practicar este deporte que le apasiona y en el que es toda una referencia: «trabajo en el departamento de mantenimiento mecánico de la CN de Ascó y de mecánico y preparador en la Icar Nàutica, de donde viene el Icarnautica Racing Team». Esta ocupación es para él «una afición; la verdad es que me encanta. Además, a nivel de hobbies, debo decir que todo lo relacionado con el río me gusta mucho (pesca, wakeboarding...».