La ilusión deportiva en las caras de los niños y niñas que ayer se concentraron en la Plaça Llibertat de Reus ha renacido. La ciudad les vuelve a ofrecer una oportunidad para expresar sus habilidades. Como en los viejos tiempos. Más de 1.600 deportistas lucharán por su gloria durante dos semanas de competición. Sí, la Olimpiada Escolar está de vuelta. La actividad fetiche. La que distinguió como ejemplo a la ciudad hasta 2005. Allí murió de forma provisional. Ha vuelto para quedarse.
La sencillez del acto inaugural de ayer por la tarde resume claramente el significado de este regreso. No se trata de una vuelta faraónica. Se ha optado por algo más humilde, en consecuencia con los recursos que ahora mismo maneja la organización. Ocho modalidades deportivas contemplan esta edición número 33 de la Olimpiada. Tres de los deportistas más destacados de la capital del Baix Camp ejercieron como maestros de ceremonia. La lanzadora de disco y peso olímpica Irache Quintanal, el ciclista David Llauradó y el patinador Xavi López. Los tres recordaron su infancia más dulce compitiendo en la Olimpiada. Los tres fomentaron los valores de la deportividad y la superación.
La antorcha apareció por la corazón de Reus pasadas las 20.00 horas, justo cuando llegaron los parlamentos de la autoridades, con el alcalde Pellicer a la cabeza y Jordi Cervera, de las personas que más ha luchado por recuperar la Olimpiada, especialmente orgulloso. Un emotivo homenaje a los impulsores de la primera edición, Antoni Martra y Miquel Salvador, cerró un acto que reabre la esperanza para los más jóvenes. Ahora sólo queda que arranque la competición. Que los niños y niñas muestren maneras y luzcan virtudes. Para ellos, es como un regreso al futuro.