Rusia impone la ley del hielo

La selección española de los torrenses Llorenç Gómez, Edu Suárez y Adri Frutos cae 4-5 en una final tremendamente igualada

12 mayo 2019 20:23 | Actualizado a 12 mayo 2019 20:26
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España y Rusia presentaron evidencias de por qué se los considera dos de las grandes potencias a nivel mundial del fútbol playa. Dos conjuntos repletos de calidad técnica y táctica que regalaron una final reñida en Salou. Ambos combinados nacionales ya con el objetivo cumplido, la clasificación para los XX, decidieron mirarse a los ojos con el honor en juego.

Los dos tienen estilos de juego muy dispares. Concuerdan con su cultura. España es una selección alegre, que deja lugar a la imaginación y que dentro del hermetismo rebota naturalidad. Además, cuenta con dos futbolistas torrenses que marcan diferencias cuando están sobre la arena. Llorenç Gómez genera y Eduard Suárez culmina. Así suele ser, pero por si acaso, Javi Torres se ha empeñado en formar un tridente ofensivo incontenible. Porque a esta selección se le puede maniatar, pero siempre tiene recursos para encontrar grietas donde no las hay.

Por otro lado, Rusia es una selección en la que impera el orden y la que no da síntomas de rendición ni excesivo optimismo sea cual sea el marcador. Sus rostros no varían ni estando por delante ni por detrás en el marcador. Por ello, es un combinado al que jamás hay que darlo por enterrado. Así lo volvieron a demostrar en la final de ayer.

Porque España llegó a ponerse 3-1 con un gol de Llorenç Gómez de libre directo que había sido inmediato al segundo de la tarde de Javi Torres, que también había anotado el 1-1 tras una chilena impresionante. Aquel resultado generó un clima de confianza en la rojigualda que Rusia no tardó en mutilar.

En apenas cinco minutos, los rusos le dieron la vuelta al marcador. Sin aparente esfuerzo, como su juego sugiere. Dentro de esa frialdad constante castigaron los errores defensivos de España. No tiraron de un excesivo talento en sus jugadas. Tampoco lo necesitan. Su juego se basa en la supervivencia y ahí cuesta superarlos.

España supo frenar la sangría. Enfrió el juego haciendo un ejercicio de madurez. Era consciente, de que en ese terreno de intrascendencia, Rusia podría ser todavía más peligrosa. Pero era tiempo de recomponerse. Con el ritmo de juego menos revolucionado, volvió a aparecer la diferencia. Llorenç Gómez recogió un rechace y de primeras golpeó poniendo el 4-4 a un minuto del final de la segunda mitad. A los últimos 12 minutos se llegaba con todo por decidir.

En el último tiempo ambos equipos dieron signos de temor. Ninguno quería perder ni dar motivos para la autoconfianza al rival de cara al futuro. En todo caso, Rusia parecía sentirse más cómoda en ese contexto. Cuando aparentemente no pasa nada, ellos sonríen por dentro. Dentro de esa intrascendencia, Javi Torres cometió un penalti que como no podía ser de otra manera, el combinado ruso no perdonó. Dona intentó el milagro con una falta a falta de 10 segundos, pero no lo obró. Rusia impuso la ley del hielo.

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