Tablas entre los magnates del empate (Pobla 1 - Manlleu 1)

El filial del Nàstic suma un punto insuficiente en un choque donde fue superior al rival y estrelló tres bolas al palo

19 mayo 2017 16:14 | Actualizado a 24 diciembre 2019 23:21
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La Pobla y el Manlleu atesoran el título de magnates del empate. Con el de ayer ya suman 13 y 14 respectivamente, los más destacados del grupo. Ayer, al menos los grana, superiores sobre el verde con un fútbol atractivo, buscaron el triunfo. Hasta tres veces se toparon con la madera en una suerte malencarada. El filial del Nàstic dejó escapar una gran ocasión para acercarse a los equipos de arriba con el pinchazo del Ascó, una semana a las puertas del derbi.

En el primer acto sólo existió un equipo. Una vez que la Pobla se deshizo de la presión alta del visitante en el arranque, se adueñó de todas las parcelas. Los grana construían una estructura entorno a un Manlleu acorralado. Con paciencia empezaron a tocar las notas del concierto poblense. Es un gustazo ver combinar a Brugui, Gil, Rayco, Iván Vidal y compañía en terreno hostil.

Los barceloneses, impulsados por el instinto de supervivencia, veían sus ataques destinados al fracaso. Sus jugadas morían en nada antes de nacer, presas de la impotencia para adiestrar el cuero. Perales se convirtió en un espectador más, arengando a sus compañeros. En este escenario, propicio para una goleada grana, el tanto se hacía de rogar.

Y no fue por la falta de ocasiones. Ivan Vidal avisó en el primer minuto con tiro duro tras pase de Pol. La bola se estrelló en el travesaño. En un saque de esquina, Brugui cedió la pelota atrás en una jugada de pizarra para el zurdazo de primeras de Gil, directo al poste. Y Brugui desde la frontal le pegó con rosca, como le gusta, pero el arquero Aroca se estiró para la foto en una gran intervención.

La sorpresa inesperada

El Manlleu, pese ser esclavo de la Pobla en la posesión, no parecía demasiado angustiado. Sabía que su juego era otro. En una de la pocas aproximaciones visitantes al área de Perales, los de Osona forzaron la falta en la frontal. Manel Sala superó a la barrera y la clavó en la red (0-1).

La diana visitante encendió la pólvora local, lo único que le faltaba a la máquina engrasada de Martín Posse. Al momento, Rayco se plantó en el área de Aroca y combinó con Facu. La bola volvió al canario que centró a la cabeza de Ivan Vidal. El delantero tarraconense, amigo íntimo del gol, la picó para empatar (1-1).

En la reanudación el choque estuvo más abierto, aunque las mejores opciones seguían siendo para la Pobla. Mientras, los visitantes se cargaban de tarjetas, ya que el cansancio hacía mella en un Manlleu que llegaba tarde al corte. El primero en animar el segundo acto fue Brugui a centro de Iván Vidal. El gerundense remató de tijera en el aire ante la parada de Aroca, el auténtico héroe de los barceloneses.

El Manlleu dio un paso adelante respecto al primer tiempo. Elaboraban con más paciencia, sin ese estrés que había mostrado. Los grana, que habían perdido frescura, se adaptaron para correr a la contra. En una que se cocinaron entre Rodri y Brugui, éste se topó con el larguero.

La versión creativa del Manlleu duró poco. La Pobla volvió a pasear la bola en terreno rival con su compás característico. La entrada de Rodri y Avi habían generado nuevas energías que aprovechar. Empezó otro vendaval de llegadas grana. Una muy clara estuvo en la cabeza de Iván Vidal a centro de Dani Hernández. Pero Aroca desbarató la acción.

El final se acercaba y la amenaza del empate cobraba fuerza, pese al largo inventario de ocasiones locales. El Manlleu, que mostró un estoico apremio, había sido un rival inferior. Pero es el balón quien dicta sentencia. Ya en el añadido Rayco y Rodri se estorbaron en el aire mientras el estadio se congeló en un segundo eterno.

El 1-1 prevaleció con el triple pitido. Un punto que deja sabores contrapuestos en ambos equipos. La Pobla se tragó el peor bocado en una cita que confirmó su buen momento de juego. Pero como viene siendo mala costumbre, pese a llevar diez jornadas invicto, ganar cuesta demasiado.

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