Una década soñando con el día de hoy

El ‘Diari’ repasa con el alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros, todo el proceso por el que ha pasado la organización para llegar hasta la ceremonia de inauguración de esta noche en el Nou Estadi del Gimnàstic

22 junio 2018 09:15 | Actualizado a 22 junio 2018 09:22
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Por fin llegó el día. Después de años de sangre, sudor y lágrimas, finalmente hoy se da el pistoletazo de salida a los Juegos del Mediterráneo, que se alargarán hasta el 1 de julio. La ceremonia de esta noche (21 horas) en el Nou Estadi es la culminación de un proceso que se inició hace más de una década, y que el ‘Diari’ repasa con el alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros (PSC).

«Todo empezó hace 19 años, cuando Pere Valls nos explicó a mi, a Xavier Sabaté y a Josep Anton Burgasé que los Juegos eran una posibilidad. En un primer momento nos pareció una alucinación. Sin embargo, nos hizo un dossier y nos entusiasmó, ya que poco después vimos el éxito de Almería 2005» explica el alcalde.

Los primeros pasos de la entonces candidatura no estuvieron exentos de polémica. Los partidos de la oposición denunciaron en 2008 la «poca transparencia» de la organización por las primeras contrataciones realizadas por el entonces presidente ejecutivo de la candidatura, Mario Rigau. La situación se apaciguó un poco en abril de 2009, cuando Tarragona fue designada, por unanimidad, candidata española tras imponerse a Cartagena. «Fue una designación bastante prevista, no fue una sorpresa» reconoce Ballesteros. 

Nervios y victoria por dos votos

El gran punto de inflexión, sin embargo, llegó el 15 de octubre de 2011, cuando el Comité Internacional designó a Tarragona como sede de los Juegos del Mediterráneo de 2017 por solo dos votos de diferencia ante Alejandría: 36 a 34. La localidad egipcia fue la gran rival, después de que finalmente no se presentaran Trípoli y Rijeka.

«Esa noche dormí dos horas negociando hasta última hora. Los italianos nos dijeron que sí desde el primer minuto, como Mónaco, pero Francia se decantó por los árabes. Algunos países balcánicos no se decidieron hasta últimísima hora» recuerda el máximo representante de la entonces candidatura.

«Había muchos números de que no fuéramos los escogidos. De hecho, algún día que pueda escribiré todo lo que pasó en los días previos» relata Ballesteros, quien añade: «me pasé medio año viajando para pedir votos a los comités olímpicos. Tiene mucho mérito habernos impuesto a una ciudad de 2,8 millones de personas». 

«Visité Argelia, Túnez, Mónaco, Turquía... Fue una aventura preciosa porqué nos habían dicho que los países árabes y Francia habían conformado una unidad árabe. Debíamos convencer a alguno de estos países, ya que de lo contrario nos plantábamos a la asamblea como perdedores ante Alejandría» revela Ballesteros. Por ello, el aeropuerto pasó a ser un hábitat natural para el alcalde. 

«Hay países de los que solo conozco la terminal, el hotel y la cafetería del aeropuerto» bromea el político socialista. «En Túnez creía que podría visitar alguna cosa, pero como que era la Primavera Árabe, el ejército nos replegó en el hotel. Y nos quedamos haciendo un café» rememora.

Un caso especial fue el de Siria. «El país no estaba en la situación de ahora, pero sí que había un boicot internacional por la dictadura que sufría. Decidimos ir, ni que fuera al aeropuerto, pero nos llamaron desde el Ministerio de Exteriores para que no fuéramos por el riesgo de que nos acusaran de que rompíamos el boicot internacional».

2016: el momento más duro

Aparte de las dificultades de la geopolítica internacional, la organización de Tarragona se encontró con dos nuevos problemas. El primero, la recaída de la crisis económica «que nos llevaron a tener una situación patética en 2012 y 2013» afirma el alcalde.

Además, la pésima relación con el entonces secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, dificultó enormemente la implicación del Estado en un proyecto en el que debía invertir 15 millones de euros. «Ya ni me acuerdo de su cara. El tiempo pone a cada uno en su sitio. Cuando se fue ya se ha visto como ha cambiado el panorama» indica Ballesteros.

Por si no fuera poco, la inestabilidad política llevó a España a convocar dos elecciones generales entre diciembre de 2015 y junio de 2016, lo que imposibilitó que el Gobierno Central pudiera asegurar las inversiones.

Esto derivó en la pesadilla del aplazamiento de noviembre de 2016. «Tuvimos que ir a Orán a decir que no teníamos garantizada la financiación. Fueron momentos muy duros, los peores de los últimos años ya que había el peligro de que nos retiraran la designación. Fueron momentos de nervios y de dudas, pero por suerte valoraron nuestro trabajo y nos dieron un voto de confianza». Hoy, 19 meses después de todo aquello, Tarragona hace su sueño realidad. 

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