Déjà vu en Tarragona

Como sucedió en su debut de la pasada temporada, el Nàstic tuvo que remontar un 0-2 en contra a un equipo de Luis César. Uche, de penalti, y Álex López en el descuento lo hicieron posible

19 mayo 2017 18:24 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:52
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Si la idea era hacer olvidar el glorioso pasado del curso anterior, la jugada no pudo salir peor. Porque el Nàstic empezó la Liga 123 exactamente igual que la Liga Adelante. Un estreno calcado. Los granas tuvieron que levantar un 0-2 en contra ante un equipo dirigido por Luis César. Hace doce meses era el Albacete, ayer lo fue el Lugo. Igual que entonces, al cuadro de Vicente Moreno le tocó tirar de garra para igualar el encuentro en el tiempo de descuento.

Hubo otros elementos reconocibles entre un partido y otro, como los dos penaltis, uno para cada equipo, que marcó el colegiado Cuadra Fernández. El del Nàstic sirvió para que Ike Uche estrenara su cuenta goleadora. El nigeriano apenas llevaba ocho minutos sobre el verde. Pero cuando Àlex López cayó derribado en el interior del área y el árbitro señaló los once metros, la afición ya tenía su candidato para lanzar la pena máxima. Uche es su Emaná de esta temporada. El jugador referencia y el encargado de llevar las riendas del carro. Verlo marcar en su primer partido, con la lógica falta de ritmo y de conocimiento del equipo, es prometedor.

Tanto como que el segundo gol del Nàstic lo hiciera el otro ‘nueve’ del equipo. Àlex López ha cambiado de dorsal –el año pasado lució el ‘9’ y este llevará el ‘11’– y de nombre estampado, optando este curso por su primer apellido. Una modificación para desprenderse del sinsabor que le dejó su primer año en Tarragona. Siente que debe reivindicarse. Enseñar a la crítica que tiene talento. Su reacción tras anotar el tanto del empate, llevándose la mano a la oreja, dejó un claro mensaje a todos sus detractores. Quizás no vino a cuento, y menos en casa, pero ese tanto le permite ganar algo de confianza. Mantenerla será cuestión de continuidad.

Nàstic bipolar

La primera mitad del Nàstic podría meterse en el saco de una de las peores desde que Vicente Moreno dirige al equipo. Cuesta destacar aspectos positivos en el juego granate. Sólo José Carlos, de manera aislada, y las contadas ocasiones que se permitió Gerard en el primer acto, ofrecieron peligro alguno en la portería del Lugo.

El conjunto gallego fue, durante todo el partido, a expensas del Nàstic. Luis César dispuso sus líneas sobre un terreno de juego que tan bien conoce y esperó que la voz cantante la llevara el cuadro local. Le funcionó de maravilla en los 45 minutos iniciales en los que vivió del error grana. Sin apretar el acelerador se encontró con un 0-2 antes del descanso. Y aún pudo hacer un tercero.

Todas las ocasiones visitantes nacieron de pérdidas tarraconenses. La más gorda, de José Carlos. Cometió un fallo imperdonable en una zona inhóspita para él, en mitad del campo propio. El robo en tan delicada situación, con el equipo en plena transición, fue un caramelo que Pedraza degustó con un tiro cruzado. El árbitro o el asistente, pilló a Molina tirando de un rival y decretó un penalti claro que Joselu convirtió.

Vicente Moreno lo veía negro. Su equipo no daba ni una. Metió mano antes de llegar al descanso. Sentó a Zahibo por Lobato en busca de mayor conectividad entre líneas. Tal vez fuera que en el ataque era mayor la presencia de futbolistas ‘nuevos’ (José Carlos y Rharsalla), pero no hubo entendimiento entre los centrocampistas y los hombres de arriba. Dominó el individualismo, una circunstancia que choca con el fútbol coral que propone Moreno.

El primer cambio táctico –pasó de un pivote (Zahibo) y dos interiores (Madinda y Tejera) a un doble pivote con el africano y el barcelonés en la sala de operaciones– no produjo los resultados esperados. La mejoría llegó con una nueva vuelta de tuerca esquemática de Moreno. El abanico de recursos que ha confeccionado el técnico valenciano y la habilidad para ponerlas en práctica en todas las situaciones es un privilegio del que no gozan todos los entrenadores.

Con Uche y Jean Luc el Lugo se resintió. Le costaba robar y empezó a sudar tinta en defensa. El penalti anotado por Uche agitó el cóctel e hizo hervir el ingrediente más característico de este Nàstic de Moreno, el carácter. Ese que ayer le llevó a igualar en el descuento y el que el curso pasado le mantuvo en la pugna máxima hasta el final.

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