En el escenario menos esperado, El Alcoraz, el Nàstic perdió su racha de imbatibilidad. Es lo que tiene el fútbol, que siempre se rebela a la previsibilidad. Lo que un día es seguro, al otro deja de serlo. Ahí radica parte de su riqueza. Nadie está a salvo.
El Huesca era el peor local de la liga y el Nàstic un visitante temible. Ayer se transmutaron. Los granas se doblegaron ante un rival que le superó desde el minuto uno de partido. El derrape fue descomunal, bajo un fuerte chaparrón y granizo que cayó en el campo y que hizo parar el partido durante diez minutos.
Por segundo partido consecutivo el Nàstic encajó un gol en los primeros minutos. También pasó hace un mes ante la Ponferradina. Síntoma de que los jugadores no han salido en esos duelos con la concentración adecuada.
Resulta difícil comprender cómo puede cambiar un equipo en siete días. Del conjunto arrollador que asomó ante el Córdoba se pasó a un equipo plano, pesado y gris. Sin ideas. Aburrido hasta la saciedad. No disparó a puerta en todo el primer acto.
Moreno mantuvo prácticamente el mismo equipo que la semana pasada. La única variante fue la entrada de Naranjo por Lobato. Poco que objetar. Era coherente hacer entrar al delantero onubense, el goleador del bloque. Aunque luego se arrepintiese. No tanto por la labor del atacante, que no estuvo fino, sino por la falta de creatividad. El equipo echó en falta un líder que cargara con el peso de la organización. Un cerebro. Lo detectó el propio Moreno a la media hora, cuando puso a calentar a Lobato y Tejera. De buen seguro se hubiera lanzado a realizar una sustitución antes del descanso si ello no conllevara un golpe anímico al sustituido. Esperó al paso por vestidores para poner a Tejera a dirigir sobre el pasto. Hubo mejoría, pero insuficiente. El partido hacía rato que seguía el guión que escribía el cuadro de Anquela.
Los oscenses salieron atrevidos de inicio. El abismo de regresar a Segunda B, tan sólo doce meses después de abandonarla, incentiva a apretar los dientes. Una reacción lógica que sorprendió extrañamente al equipo tarraconense.
Los locales se toparon con el gol de Christian bien pronto. El futbolista azulgrana recogió de manera afortunada un balón rebotado en el área pequeña y batió a Reina. El tanto, merecido por el mayor empuje local, les allanó un encuentro que apuntaba a dramático para ellos.
Con la ventaja en el marcador los jugadores del Huesca construyeron una madeja defensiva alrededor de la portería de Leo Franco, impenetrable para los granas que acababan atrapados una y otra vez en sus redes. Los de Anquela no renunciaron al ataque. Estaban cómodos en el campo. El Nàstic les exigía más bien poco y les concedía espacio para sentenciar antes de tiempo. Lo pudo hacer Machís en una acción que cogió a toda la defensa grana a contrapié. El golpeo defectuoso del venezolano evitó el segundo.
Aburjania acudía a la ayuda de los centrales para sacar el balón jugado desde atrás. Emaná también retrasaba su posición para colaborar. El camerunés tampoco tuvo su mejor día. Estuvo impreciso en el control y el pase. El equipo notó su menor protagonismo.
Naranjo y Jean Luc se empeñaron en trazar diagonales hacia el centro, acumulando jugadores en la parte interna y facilitando la tarea de la zaga local. Las bandas quedaron huérfanas en el primer acto. Únicamente un centro de Suzuki y otro de Mossa generaron cierto peligro. La del valenciano, al filo del descanso, encontró rematador. El menos indicado. Un menudo Jean Luc que cabeceó sin potencia a los guantes del portero local Leo Franco.
Con escasez de asociaciones entre los futbolistas granas, el recurso acabó siendo los balones largos a Aníbal. El delantero bajó los que pudo. Muchos. Pero la segunda línea no los aprovechó. El sacrificado fue el hispano-mexicano que se quedó en el vestuario en la segunda parte.
La reanudación trajo mayor presencia grana en los flancos de ataque. Jean Luc y Naranjo se pegaron más a la cal. El Huesca seguía sin sufrir grandes complicaciones pero debían esforzarse más en el repliegue para tapar los espacios.
La presencia oscense en ataque iba en descenso. La inquietud que un gol grana generaría entre sus filas hizo que el equipo de Anquela diera un paso atrás. Antes de hacerlo le dio tiempo a cerrar el partido con el segundo tanto en otro fallo garrafal defensivo. Marí y Mossa salieron en la foto. Central y lateral no se entendieron. Ambos se quedaron parados. El uno por el otro, apareció Alexander para ante la sorpresa de ambos controlar, encarar a Reina y definir con un tiro de calidad.
El 2-0 llevó a Moreno a dibujar su esquema más ofensivo. Mossa adelantó su posición para ganar aún más presencia en ataque. Entraron Muñiz y Xisco Muñoz para aportar intensidad. Pero el tiempo enfrió sus revoluciones cuando la lluvia arreció, acompañada de granizo. Trujillo Suárez mandó a los jugadores al vestuario a toda prisa y suspendió el partido unos minutos. Cuando incluso el sol parecía ganarle la partida a las nubes volvieron los futbolistas al campo para jugar el último cuarto de hora. El mejor del Nàstic. Por acumulación y empuje los granas tuvieron todas las ocasiones que les faltó durante los 90 minutos. Ni de rebote. El gol se negó y acabó con una racha impresionante de doce encuentros sin perder.
Algún día tenía que llegar la derrota y, tomando la visión optimista, mejor ante el Huesca que frente a un rival directo como el Oviedo.