El espíritu de la Bombonera

El poso que ha creado el excelente final de temporada del Reus Deportiu no admite sospechas. No se ha levantado el título de la OK Liga, pero el equipo de Jordi Garcia ha logrado conectar de nuevo con sus hinchas. La historia demuestra que no hace falta campeonar para trasmitir identidad a los adeptos. Los más románticos recuerdan a menudo cómo se vivía el hockey en la era de los Martinazzo, Zabalia, Alabart y compañía en el templo. No cabía un alfiler y ese equipo rozó honores y premios, pero no celebró ninguno. Se trata de transmitir, de hacer que los aficionados se sientan representados tanto en la victoria como en la derrota. El Reus del play off lo ha conseguido y ese tesoro resulta imprescindible cuidarlo.

Nadie siente más arropo cuando juega en el Palau d’Esports que el Reus, sobre todo cuando el cemento se completa de gente con ganas de fiesta. Dicen los hinchas que se trata del espíritu de la Bombonera. Ha regresado.

Existe un ejemplo clarísimo de la comunión que se ha generado entre jugadores y afición. Data de la pasada final de Copa del Rey en Lleida. El Barça, aquel día, superó a los rojinegros con extraordinaria solvencia, no hubo espacio para la sorpresa ni para los reproches. Dio igual. Mientas los azulgranas celebraban su conquista copera en un rincón, el medio millar de seguidores reusenses que desplazaron al Onze de Setembre no abandonaron su localidad, en pie decidieron aplaudir y corear a sus jugadores, inmersos en la tristeza, en el centro de la pista. Fue una ovación continuada, no un amago ni un ejercicio de postureo. En Lleida se empezó a construir un arraigo que el club debe cuidar. Es presente y futuro y ante la escasez financiera, la pasión exterior no hay que ignorarla.

«No hemos ganado, pero el Reus ha vuelto. El próximo año lucharemos para que la comunión entre equipo y ciudad se mantenga intacta». Las palabras de Marc Julià, uno de los grandes artífices del buen hacer del Reus en el curso, demuestran una sensación general; el público, la ciudad, se ha vuelto a ilusionar con el hockey. La noticia es excelente.

Dos finales

«Nos sabe mal por la afición, porque se merecían, por lo menos, vernos ganar los dos partidos en casa, aunque saben que lo hemos dado todo», reflexionaba Jordi Garcia, el capitán de la nave, justo después de caer ante el Liceo en la final. Sin que nadie apostara por su Reus, el técnico le ha guiado a dos finales esta temporada. No han caído los títulos, pero sí se ha derramado orgullo y una sensación de que se ha llegado hasta donde se ha podido.

Entre otros valores, los jugadores han enseñado una solidaridad descomunal como grupo para sobreponerse a rivales, sobre el papel, con más talento y fondo de armario. La semifinal ante el Barcelona reflejó espíritu de supervivencia y capacidad de superación constante. La gestión de cada instante de la eliminatoria fue excelente y lo que ocurrió en el Blaugrana, en el quinto y definitivo duelo, un éxtasis inimaginable.

Da la impresión que el desgaste físico y emocional que provocó esa semifinal pasó factura al Reus en la lucha definitiva por el título doméstico ante el Liceo, otro plantel amplio y repleto de calidad individual. Los gallegos se impusieron con autoridad, aunque el Reus ya había sembrado respeto y méritos. Y lo más interesante, un legado para lo que viene.

¿Un verano tranquilo?

Con todo, los deberes de planificación para la próxima temporada parecen hechos. El plantel al completo dispone de contrato en vigor, ya que la dirección deportiva decidió ampliar un año más la vinculación de David Gelmà, el único jugador que había firmado por una temporada. En principio se espera un verano tranquilo en la calle Gaudí con respecto al mercado, aunque el potencial económico de los clubs portugueses puede generar dudas. Y es que actores como Sergi Aragonès, Marín o Julià, con contrato en vigor, conservan un estatus alto, de ahí que el club se mantenga alerta.

En todo caso, la resaca de la temporada ha dejado un sabor dulce y esperanza para que en el siguiente desafío vuelva a generarse la ilusión y el espíritu de la Bombonera.