Alpinista, corredor, esquiador y todo lo que se proponga. Esa es la hoja de servicios de Kilian Jornet. A sus 29 años lo tiene todo. El deportista catalán coronó en la noche de este domingo uno de los retos más importantes que le faltaban en su extenso currículum, el Everest. Lo hizo a lo grande, de una tacada, en tan solo 26 horas, y sin necesidad de echar mano al oxígeno ni a cuerdas fijas. Una escalada de leyenda digna de un montañero de cuna.
La historia de Kilian Jornet es la de un deportista con su destino grabado a fuego. Creció en un refugio de montaña de Cerdaña, un territorio de la Cataluña histórica a 2.000 metros de altitud, y con un póster del monte Cervino que adornaba la pared de su cuarto. Por si fuera poco, con tres años ya subió su primer tresmil y con cinco el Aneto de los Pirineos. Su vida se convirtió en una escalada que iba a incluir diferentes disciplinas, se estaba fraguando el nacimiento de una bestia. Su hoja de servicios desde que comenzara a competir es la de una auténtica estrella. Ha sido campeón de la Copa del Mundo Skyrunning en siete ocasiones, tres veces de Ultrarunning y una de Kilómetro vertical, mientras que en esquí también cuenta con un amplio legado: seis veces Campeón del Mundo Vertical Race y dos en individual. Su travesía incluye cimas como el Monte Olimpo, el Kilimanjaro o el Ultra-Trail du Mont-Blanc de 2008, prueba en la que recorrió 166 kilómetros con un desnivel positivo de 9.400 metros en 20 horas y 56 minutos, récord histórico.
First images of @kilianj's Everest ascent! Congrats Kilian! Amazing job @sebastienmontaz! #OurEverest pic.twitter.com/zzgIKYgIJt
— Summits of My Life (@SummitsofMyLife) 22 de mayo de 2017
La gesta del Everest
Kilian Jornet no dudó un solo segundo del objetivo que tenía entre manos este domingo. Solo así se explica su proeza. Escaló la montaña más alta del planeta -8.848 metros- de una sola tacada, por la ruta tradicional y a la vieja usanza, sin ningún tipo de ayuda extra. Su gesta comenzó en el campamento base del Everest, cerca del monasterio de Rombuk -5.100 m.-, a las 22:00 (hora local). Ya en el campamento base avanzado, 1.400 metros después, confirmó su ascenso.
Su escalada tuvo incluso épica. En pleno ascenso, a 7.700 metros, fue atacado por un virus estomacal que le impidió seguir con normalidad. «Desde allí me he movido lentamente y parando cada par de pasos para recuperarme. Sin embargo, hice cumbre a medianoche», afirmó tras cumplir el reto. El contratiempo no le impidió terminar en 26 horas, una marca para la historia y para su propio disfrute.