A finales de octubre de 2021, el Girona caía en Montilivi ante el Huesca (1-3). Era la sexta derrota en las primeras diez jornadas de Segunda División y los ‘gironins’ se situaban en zona de descenso a Primera RFEF. No parecía el mejor inicio del técnico Michel en el banquillo del Girona. El entrenador madrileño llegaba con la misión de repetir el mismo éxito que conquistó en el Rayo Vallecano y Huesca, el ascenso a Primera División. Un reto que quedaba lejos.
El presidente Delfí Geli y el director deportivo del club gerundense, Quique Cárcel, mantuvieron la calma. El responsable de la planificación deportiva llegó a vincular su continuidad con la del preparador. Una demostración de confianza máxima en su elección.
Dos años después el Girona lidera la tabla de Primera División con dos puntos sobre el Real Madrid y cuatro con el FC Barcelona. Y lo hace con un juego atractivo que enamora.
El curso pasado, transcurridas las primeras siete jornadas, el Amorebieta era colista de Primera RFEF. Nadie podía imaginar que los pupilos de Haritz Mujika pudieran finalizar la temporada en primera posición, con el ascenso directo a Segunda División. De nuevo, la confianza en el entrenador acababa siendo la decisión más acertada posible.
Dos ejemplos en los que el actual Nàstic puede mirarse. Sin estar en situaciones tan dramáticas como las que vivieron ambos conjuntos.
Los granas han tenido un mes de competición malo. Han sumado dos empates, dos derrotas y la eliminación de Copa del Rey. Unos datos que han generado dudas. El nerviosismo amenaza con asentarse en el Nou Estadi. La historia de siempre. La tranquilidad dura lo que tardan en llegar un par de malos resultados.