Iglesia y política
Planellas y Argüello, un choque de obispos sin precedentes
La escaramuza entre el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, y el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha hecho evidente la mayor pluralidad interna entre los obispos y sus diferentes sensibilidades territoriales y generacionales

Reunión en Madrid de la Permanente de la Conferencia Episcopal, junio de 2025
Aunque la sugerencia de adelantar las elecciones del presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, han generado controversia —y reacciones opuestas, como la del arzobispo de Tarragona, Joan Planellas—, no es un hecho inédito. La historia reciente de la Iglesia española muestra distintos momentos en los que la jerarquía eclesiástica ha alzado la voz ante decisiones políticas o sociales que consideraba perjudiciales para los valores sociales que defiende.
Durante la Transición, la Iglesia jugó un papel destacado en favor de la reconciliación entre españoles. Bajo el liderazgo del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, la CEE se desmarcó del nacionalcatolicismo franquista y se alineó con los principios democráticos. La célebre homilía de Tarancón en la proclamación de Juan Carlos I en 1975 es recordada como un gesto de apertura y la señal de que la Iglesia adoptaba una posición más neutral y pastoral.
En los gobiernos de Adolfo Suárez (1977-1981) y Felipe González (1982–1996), se vivieron tira y afloja por la aprobación del divorcio, del aborto y las primeras leyes educativas, pero la Iglesia mantuvo un perfil más institucional y menos militante. Contaba con la base de los acuerdos Iglesia–Estado de 1979, que siguen regulando su financiación, su presencia en la educación y su condición preferente como representante de la religión mayoritaria.
La tensión aumentó durante los mandatos del socialista José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011). La legalización del matrimonio homosexual, la reforma del aborto, el divorcio exprés y los cambios en el modelo educativo provocaron duras críticas de la jerarquía eclesiástica. Bajo la presidencia del cardenal Antonio María Rouco Varela, la Iglesia adoptó un tono más combativo, que culminó en movilizaciones como la multitudinaria manifestación en defensa de la familia de diciembre de 2007 en Madrid, en la que participaron el mismo Rouco o el cardenal Cañizares.
El conflicto político en Catalunya también generó tensiones. En 2012, la CE aprobó, sin unanimidad, un documento a favor de la unidad de España. Un día después, los obispos catalanes reivindicaron la legitimidad moral de todas las opciones políticas democráticas. Durante los años del Procés, varios prelados catalanes —entre ellos los obispos de Urgell, Girona o Solsona— hicieron llamamientos al diálogo, a respetar el bien común y a la pluralidad nacional, lo que generó incomodidad en algunos sectores de la jerarquía episcopal.
En los últimos años, el episcopado español ha mostrado mayor diversidad de voces. Aunque en general evita pronunciamientos partidistas explícitos, sí ha manifestado su preocupación por ciertas leyes sociales, como la ley trans o la de eutanasia. En este contexto, la propuesta del actual presidente de la CEE de adelantar las elecciones ha puesto de relieve las distintas sensibilidades dentro del episcopado, reflejadas en la prudente pero clara discrepancia expresada desde Tarragona.