Imperial Edgar Badia (Cádiz 0-0 Reus)

Una actuación asombrosa del portero del CF Reus resulta decisiva para que el Reus rescate un punto del Carranza, en un partido en el que ha recobrado su rostro más competitivo

19 mayo 2017 16:19 | Actualizado a 24 diciembre 2019 23:11
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Edgar Badia contradice a los puristas del físico, que sentencian sin derecho a réplica, que los arqueros precisan de una anatomía de armario empotrado para ejercer el oficio en la élite. Utiliza los pies tan bien como las manos, aunque su secreto se haya en el cerebro. Adivina situaciones antes de que ocurran porque interpreta. Si se descubren grietas a la espalda de los centrales, llega como un líbero a la antigua usanza. Es un portero proactivo, no un atajador pasivo.

En el Carranza ofreció a 12.000 gargantas cómo trabajar el arco sin desmayo, no sólo cuando el balón le pide reflejos. La dosis de seguridad que transmitió resultó asombrosa. Desesperante para los enemigos, que se tiraban de los pelos cuando Edgar consumía segundos en cada saque de fondo.

Dos intervenciones puntuales encumbraron una tarde que hubiera firmado Supermán. La primera le pilló frío, con los gemelos pidiendo el Reflex. Olmo, todavía pendiente de enchufar su radar, se equivocó en una entrega en zona prohibida. Ante el Cádiz es sinónimo de suicidio, porque el Cádiz maneja las transiciones supersónicas con el librillo del instituto. En tres pases enciende la dinamita. La pelota aterrizó en los pies de Ortuño, el finalizador más cirujano del universo, aunque Ortuño no contaba con Badia. Ejecutó sin pensar, con la confianza que ofrece un casillero de goles de crédito eterno, pero el balón chocó en el cuerpo de Edgar, que activó el imán. No solamente eso, el meta se lo quedó. No permitió segundas opciones. Ortuño pisaba la frontal del área chica. Parada de dificultad astral.

El Reus precisó adormecer la energía contagiosa de un Cádiz desatado en la inauguración de la tarde. Fue como si el colegiado se pareciera a aquel profe de EGB encargado de indicar el inicio de la pachanga en un recreo embarrado de niños con pantalones rotos. En el patio se prohibían las treguas. Era obligatorio llegar sudado a clase de matemáticas.

El secreto de los de Natxo se llamó balón, cuando lo secuestraban sometían al Cádiz, que eso sí, no le hace ascos a refugiarse. Con espacios se siente tan feliz como Rafa Nadal con su golpe de derecha. Sus velocistas sienten la plenitud cuando atacan desiertos. Álvaro y Salvi aman los pasillos exteriores. Folch rozó el alimento preferido del llegador con un remate en la boca del lobo, después de un servicio de Jorge, que había cometido alguna diablura por la derecha. Aridane rescató al Cádiz, porque lo escupió en línea de gol.

Natxo, ante la ausencia de sus delanteros naturales por inclemencias físicas, confió en Querol para esa labor. Otra versión de atacante. Menos posicional, más amante de las largas distancias. El partido había visitado el congelador hasta que Salvi obligó a Badia a otro milagro. De nuevo con un despliegue magistral del Cádiz. Ortuño actuó de pivote de baloncesto para descargar a la derecha. Salvi finalizó cruzado. Badia le contestó a lo chicle. Segunda aparición divina.

Llamó la atención la presencia de Guzzo en la hoja de elegidos. El portugués se había acostado a la izquierda y combinó con cierto criterio, aunque su aportación todavía no escapa de la timidez. Natxo encendió la rotación con Miramón, muy en el primer bocado del segundo tiempo. Fran, que lució alguna virtud en su segunda casa, vio el vestuario antes de tiempo. Guzzo se pegó a Querol para hallar resquicios, pero el Reus y la tarde en general se oscurecieron. Tampoco el Cádiz visitó la lucidez, entre el griterío impaciente de sus hinchas que se han acostumbrado a comer pata negra y no quieren regresar al jamón dulce.

El Reus recobró su personalidad competitiva en un escenario que penaliza la cobardía. Finiquitó la tarde mezclando combinaciones estériles con ejercicios de rigurosidad deslumbrantes. Garai confirmó que puede fallar una vez. Difícil dos seguidas. En sus pies escoba y en la exhibición de cómo sentir la portería de Badia se escudó el Reus para guardar un punto fetiche.

 

Cádiz: Cifuentes; Carpio, Aridane, Servando, Oliván; José Mari, Abdullah, Salvi (Aitor, m.79), Álvaro; Rubén Cruz (Aketxe, m.70) y Ortuño.
0 - Reus: Badía; Benito, Atienza, Olmo, Ángel; López Garai, Folch; Querol, Guzzo (Tébar, m.82), Jorge Díaz (Haro, m.77); y Carbiá (Miramón, m.67).
Árbitro: Eduardo Prieto Iglesias (Comité Navarro). Amonestó a los locales Carpio, Servando y Ortuño y a los visitantes Ángel y Folch.
Incidencias: Partido de la vigésima sexta jornada de LaLiga 1/2/3, disputado en el estadio Ramón de Carranza ante 12.179 espectadores. La afición del Cádiz mostró una pañolada negra antes del encuentro en protesta por las actuaciones arbitrales recientes, en un acto convocado por la Federación de Peñas Cadistas.
Cádiz: Cifuentes; Carpio, Aridane, Servando, Oliván; José Mari, Abdullah, Salvi (Aitor, m.79), Álvaro; Rubén Cruz (Aketxe, m.70) y Ortuño.

Reus: Badía; Benito, Atienza, Olmo, Ángel; López Garai, Folch; Querol, Guzzo (Tébar, m.82), Jorge Díaz (Haro, m.77); y Carbiá (Miramón, m.67).

Árbitro: Eduardo Prieto Iglesias (Comité Navarro). Amonestó a los locales Carpio, Servando y Ortuño y a los visitantes Ángel y Folch.

Incidencias: Partido de la vigésima sexta jornada de LaLiga 1/2/3, disputado en el estadio Ramón de Carranza ante 12.179 espectadores. La afición del Cádiz mostró una pañolada negra antes del encuentro en protesta por las actuaciones arbitrales recientes, en un acto convocado por la Federación de Peñas Cadistas.

 

 

 

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