Poderoso pegador (Lleida 0 - 3 CF Reus)

El Reus conquista el Camp d´Esports de Lleida con toda una lección de efectividad de cara al gol, ante un rival afectado por un mal momento. Edgar Badia estuvo espléndido bajo palos, mientras que Fernando y Colorado decidían en ataque

19 mayo 2017 21:30 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:12
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Alberto Benito lució pasos de hormiga en la inauguración del partido. Conquistó la derecha con conducción a base de toquecitos de balón. A lo Oliver y Benji. Cuando quiso hallar la profundidad sus piernas sintieron dolor. Cayó al suelo y, por lo menos, ofreció una estrategia. Óscar Rico activó el periscopio de especialista. Acarició el balón con la delicadeza de un gourmet. Del resto se encargó su privilegiada zurda. A los dos minutos, la pelota tomó un rumbo goloso para cualquier amante del remate. Fernando siempre lo fue. Se elevó y utilizó el flequillo para peinarla. Ventaja para el Reus.

En realidad, Fernando se graduó en Lleida. Eligió un escenario maravilloso. Con campo abierto por delante para correr. Para enseñar la potencia de un delantero elegante para atacar los espacios. El sevillano fulminó al rival en el primer mordisco de cada intervalo. Eso sí, el Reus necesitó vestirse de albañil antes, porque sufrió la visita de lo inesperado. Por ejemplo, Benito pidió relevo tras recibir otro golpe en el arranque y Dinis se vistió de bombero para actuar en el costado derecho. El luso padeció en los orígenes pero no perdió la compostura. Acabó tan adaptado que incluso se animó a incorporarse.

 

Capacidad para sufrir

Tras el 0-1, se dibujó un guión casi idílico. Con el run run del Camp d’Esports a nada de activarse. Con el Lleida envuelto en un ataque de nervios. Natxo quiso cuidar los pasillos interiores con un rombo en la sala de máquinas. Con Jaume como eje defensivo, Ricardo en la punta ofensiva y Colorado y Rafa en los interiores. El técnico decidió el regreso al dibujo original pronto, cuando atisbó la mínima duda. Sus chicos no terminaron de encontrar la comodidad. Dio la sensación de que pedían el descanso demasiado pronto.

El rostro de los rojinegros empezó a gritar auxilio cuando el Lleida se vio protagonista con el balón, probablemente su virtud más imponente. Fue en la agonía del primer parcial cuando Edgar Badia decidió reivindicar su condición de imprescindible. Dos paradas le distinguieron. En cuestión de segundos. En la primera, adivinó un remate de Urko Arroyo, que se había desplegado con inteligencia en una transición ilerdense. Edgar envió el balón a la esquina. En la estrategia, Albístegui cazó un tesoro en la boca del gol. Optó por la violencia. Cualquier ser humano bajo el arco hubiera cerrado los ojos y se hubiera apartado. Badia mantuvo la fe, apretó los dientes y convirtió en real una reacción imposible. Albístegui se marchó al respiro como asustado. También el Lleida. Con esa terrible sensación de haber hecho todo para no obtener nada.

Fernando trotaba mientras observaba con atención una salida desde la cueva del rival, siempre con ese trato tierno hacia la pelota. El atacante interpretó con acierto esa confusa posesión que terminó en un despeje Dinis a zona muerta. Fernando conectó su zancada de atleta africano y con la punterita se adelantó al enemigo. Cuando miró a los ojos de Crespo, el arquero, fue hielo. Paralizó el paisaje y definió con cordura. Por abajo. El 0-2 tuvo cierto aire diferencial. Quedaban piedras por sortear, pero el Camp d’Esports pedía ya responsables. El clima se hizo feo para el Lleida.

La jerarquía del Reus para manejar la ventaja le definió. Es un equipo extremadamente confiado, convencido con su plan. Apenas duda. No transmite sospechas. En Lleida no precisó de su versión más elitista, pero acabó con el entusiasmo de un rival que se apagó con el consumo del tiempo y un castigo durísimo.

Con espacios y el enemigo desquiciado, los de Natxo firmaron su última obra. En una transición que conectó a Ricardo y a Colorado. Los dos, con la rotación, quedaron liberados para acercarse al gol. Culminaron de librillo. Pase del portugués al espacio, control y ejecución de magisterio del andaluz. La noche había comparecido en la Terra Ferma. Adoró la poderosa pegada del Reus.

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