Reencuentro maravilloso (Nàstic 2 - 1 Bilbao Ath.)

Jordi Calavera y Jean Luc regalan dos golazos al Nou Estadi y permite al equipo grana sumar una victoria tras cuatro partidos sin ganar. Reina paró un penalti en el segundo minuto del choque

19 mayo 2017 21:30 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:11
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La afición del Nou Estadi disfrutó de lo lindo. Sufrió un rato, porque el Bilbao Athletic juega de lujo, pero los aficionados granas se marcharon a casa satisfechos por los tres puntos que ganó su equipo y por haber sido testigos del que puede ser el gol de la temporada. Su autor Jordi Calavera, un chico de la casa. Apasionado del Nàstic. Enamorado del club de su vida. Lo ha mamado grana desde abajo. Cuando el fútbol es más una actividad extradeportiva que un futuro creíble. Su tesón, constancia y alegría han hecho posible lo que en los tiempos modernos tratan por todos los medios de impedir, que un canterano se asiente en el primer equipo.

Calavera estaba viviendo su cuarto partido consecutivo como titular, cuando el balón cayó llovido del cielo hasta su posición. El lateral de Cabra del Camp cerraba el equipo en el saque de esquina. Sabía que esa jugada tenía que acabarse como fuera. Mientras seguía el balón con la mirada emprendió la carrera decidido. La dejó bajar hasta media altura. Justo en el momento preciso conectó su pie derecho con el esférico para trazar la mejor trayectoria posible. Desde su bota hasta la misma escuadra. Felipe, el portero vasco, solo le quedó que aplaudir. Jordi no sabía qué hacer. Los laterales saborean escasamente el dulce gusto del gol. Se fue a buscar a los suyos a la grada. Sus incodicionales. Una familia que le mantiene seguro en tierra, con ambos pies fijos en el suelo. Después, cogió el escudo del Nàstic y lo besó. Amor incondicional.

La belleza del tanto inicial no era suficiente. El Bilbao Athletic hizo sufrir al cuadro grana. El conjunto del Cuco Ziganda es un fiel reflejo del matrato futbolístico. Su posición en la tabla no refleja para nada su nivel de juego. Merece más. Mucho más. Dominó al Nàstic durante toda la segunda mitad. Le hizo correr de lado a lado. Exigió a los jugadores tarraconenses concentración extrema para cerrar espacios y achicar agua. Los de Vicente MOreno solo pudieron someter al filial bilbaíno la media hora que siguió al penalti atajado por Manolo Reina, en el minuto dos de partido.

En ese tiempo el Gimnàstic pudo enfilar el partido. Naranjo asumió protagonismo ofensivo. Cada vez que cogía la pelota creaba peligro en la frágil zaga vasca. Saborit le privó del gol en dos ocasiones. Una, nada más iniciarse el partido, sacando el cuero sobre la misma línea de gol, después de una acción personal del delantero andaluz del equipo tarraconense. La segunda blocando un remate de cabeza del mismo Naranjo en el segundo palo.

Un centro de Mossa que se pasea por el área pequeña sin que Álex López pueda alcanzar y un tiro de Rocha desde la distancia fueron las otras oportunidades que dispuso el conjunto local antes de llegar al descanso.

El guión del partido discurría bien para los intereses granas. Moreno apostó de nuevo por el trivote en el centro del campo, con Molina haciendo de centrocampista taponador por delante de la defensa, y Tejera y Rocha como interiores por delante. Los dos estuvieron bien tapados por los jugadores bilbaínos. Especialmente el cacereño, al que le incomodaban cada vez que se acercaba al balón.

 

Dominio visitante

La segunda mitad los ‘cachorros’ de Ziganda sacaron las zarpas. Mostraron toda su fiereza. Imprimieron velocidad a la circulación del balón haciendo rotar a los jugadores granas a su alrededor. En dos minutos, tras la reanudación, ya habían empatado el encuentro. Guarrotxena se resarció del penalti fallado remachando sin oposición una pelota que quedó suelta en el área pequeña después de tocar el travesaño en una jugada extraña con varios rebotes.

No lo veía nada claro Vicente Moreno y buscó en el banquillo soluciones. Igual que en Ponferrada, cuando dos de los futbolistas que saltaron al terreno de juego en la segunda mitad (Xisco Muñoz y Álex López) anotaron los dos goles del partido, Jean Luc, el elegido ayer para tratar de dotar al equipo de profundidad y sacudirse del dominio visitante, le dio la razón al técnico en su decisión. Recibió en el balcón del área, recortó en seco dejando clavado al defensor guipuzcuano y, con su pierna mala, en un golpeo no del todo académico, puso el esférico en la escuadra, mientras Felipe, el resto de la expedición y todo el público se quedaban perplejos ante el segundo golazo de la tarde.

El Nàstic aprovechó la única oportunidad que había tenido en la segunda mitad. La eficacia que tanto se ha criticado salvó los muebles.

El Bilbao Athletic no se dio por vencido. Los cachorros son indomables. Quizás estén pagando su falta de experiencia en la categoría. Pecan de errores de juventud, pero ofrecieron una personalidad y un carácter que, por poco que el viento les empieza a soplar favorable, les hará escalar posiciones en la tabla. Su fútbol es de quilates y sin el aplomo de otros equipos que han pasado por el Nou Estadi, los pupilos del Cuco Ziganda regalaron un buen partido a la afición grana. De no ser por el poste que repelió hacia fuera el tiro de Santamaría tal vez la historia del partido hubiera cambiado.

Entre ataque y ataque visitante, Gal Arel se sacó de la manga dos regates dentro del área que le dejaron frente a frente ante el portero, pero desconfió de su pierna izquierda y al preparársela para la derecha perdió su oportunidad.

El Nàstic se reencontró con la victoria tras cuatro partidos sin ganar. Lo necesitaban. Sobre todo antes de encarar los próximos dos encuentros a domiclio ante dos conjuntos de los llamados fuertes:Numancia y Córdoba. Tres puntos que sitúan de nuevo a los granas entre los cuatro equipos que de finalizar la liga lucharían por el ascenso y esto, aunque se trate solo en la jornada 9 de liga, es digno de admiración. En ningún partido de los disputados hasta la fecha los de Vicente Moreno han sido inferiores a su rival, la mayoría más experimentados en la categoría. La afición debería estar orgullosa de un equipo que lleva dos años entregándole alegrías.

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