Santi García, muere un mito

Fue el portero del legendario Reus de las seis Copas de Europa consecutivas (1967-1972). Militó en el club 14 temporadas seguidas y además ganó tres Mundiales y siete ligas. Ha fallecido esta mañana, a los 72 años

19 mayo 2017 20:04 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:11
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Santi García, Joan Sabater, Joaquín Vilallonga, Juan María Vilallonga y Josep Maria Rabassa. Una alineación innegociable para los nostálgicos del Reus. Sin duda, el equipo fetiche de la histórica sección de hockey patines rojinegra. El equipo de las seis Copas de Europa consecutivas (1967-1972). El legendario quinteto quedó cojo desde ayer por la mañana, cuando se conoció la triste noticia del fallecimiento de Santi Garcia (Barcelona, 1943) debido a una enfermedad. La Máquina, tal y como le conocían sus amigos, se marchó a los 72 años.
García se encargó de solucionar problemas bajo el arco. Se convirtió en el portero de la época. Un elegido en el oficio de parar. Para los modernos, una especie de Trabal o Egurrola en los años 60 y 70. Su muerte declaró el luto en la calle Gaudí. No puede ser de otra forma. Se va un mito. 
El arquero se formó en el tradicional Barcino, donde ya coincidió con los hermanos Vilallonga, sus mejores amigos de la infancia. Fichó por el Reus en 1964 y permaneció en la entidad durante 14 temporadas consecutivas. Echó raíces. Fue un tipo querido. Con él compartieron viaje Joaquín y Juan María Vilallonga, que se habían pasado tres años en el Barça. Aquel cambio resultó decisivo para la primera etapa de oro del Reus. 
Santi García levantó, además de las seis Copas de Europa, siete Ligas, un Mundial de clubs y tres Copas del Rey. Con la selección española llegó a conquistar tres Mundiales, además de un campeonato de Europa.
Lágrimas y orgullo
El reusense Joan Sabater, capitán de aquella pandilla y considerado por muchos como mejor jugador de la historia, no podía evitar las lágrimas en su encuentro con el Diari. «Es un día muy triste», repetía. El virtuoso exjugador exprimía su memoria para homenajear a su colega. «Él venía cada día de Tots Sants a Reus a comprar panellets y comíamos juntos. Era una gran persona».  Sabater no olvida sus milagros bajo el arco. «En los días grandes, en las finales, siempre estaba, nunca te fallaba. Te podía complicar algún partido fácil, pero cuando le necesitabas, era el mejor». 
Probablemente, Joaquín Vilallonga conoce más que nadie a Santi. Compartieron vida desde chicos, donde construyeron una amistad que perduró con el tiempo. Los padres de las dos familias eran íntimos y Joaquín no olvida «aquellos veranos de tres meses que pasábamos en Garraf. Todavía no sabíamos que el hockey iba a ser tan importante para nosotros». Joaquín se expresaba con la voz entrecortada, preso de la emoción. «Santi era valiente, un tipo incapaz de hacer daño a nadie. Como portero fue el mejor». 
Al especial tributo se añadió el mayor de los Vilallonga, Juan María. «Veníamos a Reus a entrenar con un coche los martes y los jueves. Creo que Santi fichó por el Reus para estar al lado de Joaquín y mío». Los Vilallonga acentúan la pasión que sentía el protagonista por el Espanyol. De hecho, García llegó a dirigir al equipo de hockey perico, una vez finalizada su aventura en activo.
Josep Maria Rabassa elogió el carácter del mítico portero. «Ayudaba mucho a que el ambiente fuera fantástico. Hubiera sido imposible hacer lo que hicimos sin esa química». 
Los cuatro exponentes del legendario Reus lloran la desaparición de su ángel de la guarda, el portero que les sacó de más de un apuro y aquel que también les solía sacar de quicio con su fama de ‘toca narices’. El adiós de Santi Garcia es el adiós de un mito, por eso la directiva rojinegra quiso sumarse a las condolencias en un día de lágrimas y recuerdos.
Santi García, Joan Sabater, Joaquín Vilallonga, Juan María Vilallonga y Josep Maria Rabassa. Una alineación innegociable para los nostálgicos del Reus. Sin duda, el equipo fetiche de la histórica sección de hockey patines rojinegra. El equipo de las seis Copas de Europa consecutivas (1967-1972). El legendario quinteto quedó cojo desde hoy por la mañana, cuando se conoció la triste noticia del fallecimiento de Santi Garcia (Barcelona, 1943) debido a una enfermedad. La Máquina, tal y como le conocían sus amigos, se marchó a los 72 años.
García se encargó de solucionar problemas bajo el arco. Se convirtió en el portero de la época. Un elegido en el oficio de parar. Para los modernos, una especie de Trabal o Egurrola en los años 60 y 70. Su muerte declaró el luto en la calle Gaudí. No puede ser de otra forma. Se va un mito. 
El arquero se formó en el tradicional Barcino, donde ya coincidió con los hermanos Vilallonga, sus mejores amigos de la infancia. Fichó por el Reus en 1964 y permaneció en la entidad durante 14 temporadas consecutivas. Echó raíces. Fue un tipo querido. Con él compartieron viaje Joaquín y Juan María Vilallonga, que se habían pasado tres años en el Barça. Aquel cambio resultó decisivo para la primera etapa de oro del Reus. 
Santi García levantó, además de las seis Copas de Europa, siete Ligas, un Mundial de clubs y tres Copas del Rey. Con la selección española llegó a conquistar tres Mundiales, además de un campeonato de Europa.
Lágrimas y orgullo
El reusense Joan Sabater, capitán de aquella pandilla y considerado por muchos como mejor jugador de la historia, no podía evitar las lágrimas en su encuentro con el Diari. «Es un día muy triste», repetía. El virtuoso exjugador exprimía su memoria para homenajear a su colega. «Él venía cada día de Tots Sants a Reus a comprar panellets y comíamos juntos. Era una gran persona».  Sabater no olvida sus milagros bajo el arco. «En los días grandes, en las finales, siempre estaba, nunca te fallaba. Te podía complicar algún partido fácil, pero cuando le necesitabas, era el mejor». 
Probablemente, Joaquín Vilallonga conoce más que nadie a Santi. Compartieron vida desde chicos, donde construyeron una amistad que perduró con el tiempo. Los padres de las dos familias eran íntimos y Joaquín no olvida «aquellos veranos de tres meses que pasábamos en Garraf. Todavía no sabíamos que el hockey iba a ser tan importante para nosotros». Joaquín se expresaba con la voz entrecortada, preso de la emoción. «Santi era valiente, un tipo incapaz de hacer daño a nadie. Como portero fue el mejor». 
Al especial tributo se añadió el mayor de los Vilallonga, Juan María. «Veníamos a Reus a entrenar con un coche los martes y los jueves. Creo que Santi fichó por el Reus para estar al lado de Joaquín y mío». Los Vilallonga acentúan la pasión que sentía el protagonista por el Espanyol. De hecho, García llegó a dirigir al equipo de hockey perico, una vez finalizada su aventura en activo.
Josep Maria Rabassa elogió el carácter del mítico portero. «Ayudaba mucho a que el ambiente fuera fantástico. Hubiera sido imposible hacer lo que hicimos sin esa química». 
Los cuatro exponentes del legendario Reus lloran la desaparición de su ángel de la guarda, el portero que les sacó de más de un apuro y aquel que también les solía sacar de quicio con su fama de ‘toca narices’. El adiós de Santi Garcia es el adiós de un mito, por eso la directiva rojinegra quiso sumarse a las condolencias en un día de lágrimas y recuerdos.
 

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