Sílvia Roca, derribando muros por el fútbol femenino

La exjugadora reusense fue una de las integrantes del equipo que ganó la primera liga femenina en España y llegó a ser internacional con la selección

04 febrero 2022 12:30 | Actualizado a 04 febrero 2022 12:48
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El fútbol femenino vive días dulces. Hitos históricos como los que ha protagonizado el Barça ganando la Champions League o Alexia Putellas, proclamándose mejor jugadora del mundo, han derribado muros que hasta ahora se presumían infranqueables. Mujeres futbolistas abriendo telediarios y portadas de periódicos. Pero para que todo esto sea una realidad en 2022, muchas tuvieron que pisar barro y luchar contra los elementos para sembrar la semilla en un mundo que hasta entonces había estado reservado para los hombres.

Historias de mujeres que han dedicado su vida al fútbol, lejos de los focos y los reconocimientos, pero que fueron responsables de abrir paso en terreno yermo para que hoy puedan recogerse estos frutos. Una de esas historias es la de Sílvia Roca (Reus, 1965), una de las integrantes del equipo que ganó la primera liga femenina de la historia en España. La niña de la bata rosa que regateaba a todos los niños en el patio de la escuela Aleluya y que llegó a convertirse en una de las mejores jugadoras del país.

Todos sus recuerdos de infancia son con un balón. En el patio del colegio, en el mas de los abuelos, la Granja Roca, en el Club de Tennis Monterols... «Yo nací con una pelota en los pies —recuerda—. Toda la vida me ha gustado el fútbol y siempre tenía que convencer a mis primos y a mis amigos para poder jugar. A mí me elegían la primera y eso que casi siempre jugaba con niños más grandes que yo. Eso al final te curte».

Aun así, en toda la provincia no existía ningún equipo femenino y no fue hasta los 19 años que se federó y comenzó a jugar con otras chicas. «Empecé en el Barça y fue la primera vez que me compré unas botas de fútbol», cuenta. Al terminar el instituto, Sílvia dejó Reus y se fue a Lleida a estudiar INEF. Allí, se convirtió en la primera mujer en acabar la carrera con la maestría de fútbol. Lo suyo era pura pasión. Cada viernes cogía el tren para ir a competir a la ciudad condal y seguir curtiéndose.

La ‘Koeman’ del femenino

La reusense era central, de gran envergadura y pelirroja, así que pronto se ganó el apodo de Koeman. En la temporada 1988-89, la Federación Española de Fútbol puso en marcha la Liga Nacional Femenina, la primera competición que existía de ámbito estatal. Sílvia Roca fue una de las componentes del Peña Barcelonista Barcilona, equipo que levantó el primer título.

Antes, la selección española había llamado a la puerta de la reusense para disputar el clasificatorio de la Eurocopa de 1987. Allí tuvo ocasión de medirse con selecciones como Francia, Checoslovaquia, Bulgaria o Bélgica, que llevaban bastantes años de ventaja en esto del fútbol femenino. «Ahí verdaderamente te dabas cuenta de que éramos amateurs. A nivel técnico quizá sí que llegábamos, pero a nivel físico, se notaba que no teníamos la misma preparación. Entrenábamos poco o nada. Algunas de mis compañeras ni siquiera podían venir a las concentraciones de la selección porque no podían dejar sus trabajos», rememora.

Al terminar la carrera, Sílvia se volcó en su faceta de entrenadora. De la mano de Núria Llansà, figura indispensable del fútbol femenino en Catalunya, puso en marcha una escuela de fútbol base para niñas. «Mi gran lucha fue que pudieran entrenar a las 5.30 de la tarde, ya que para el femenino sólo daban campo a las 9 de la noche y tenían que entrenar niñas de siete años con mujeres de 30. Yo quería que las niñas pudieran tener lo que yo no pude», relata. Y vaya si lo consiguió.

Su labor desde la base

Llegó a entrenar a la vez a más de 80 niñas. Una de ellas fue Natàlia Arroyo, exjugadora de Barça y Espanyol y actualmente entrenadora de la Real Sociedad. El éxito fue tal que puso en marcha una liga escolar de fútbol siete para que todas tuvieran su oportunidad de jugar. En su casa, las únicas medallas que todavía conserva son las que se colgó con aquellas niñas y las que logró de chiquilla en las Olimpíadas Escolares de Reus.

«Han tenido que pasar 30 años, pero cuando vi el Barça levantar la Champions sentí que todo aquel trabajo había valido la pena. Estuve llorando un mes entero», se sincera. En la década de los 80, apenas si había 2.000 jugadoras federadas en toda España. Hoy, son más de 70.000. Emocionada, Sílvia recuerda el último día que vio jugar a Alexia Putellas, Jennifer Hermoso, Lieke Martens y compañía en el estadio Johan Cruiff: «El campo estaba lleno de niñas que vestían las camisetas de las jugadoras. Gritaban sus nombres y les pedían autógrafos. Menudo sueño».

La lucha de la exjugadora reusense siempre ha sido dar visibilidad al deporte femenino y, en especial, al fútbol. Así lo hace desde la posición que le otorga ser educadora desde hace más de 30 años. «Las niñas tienen que empezar a pensar que, si se esfuerzan mucho y entrenan con ganas, pueden llegar a jugar en Primera División. Levantarse por las mañanas, irse a entrenar, desayunar con las compañeras... dedicarse por completo al fútbol. Yo sólo lo podía soñar, pero ahora eso existe y es una meta real que las niñas deben poder ver igual que lo hacen los niños», reivindica. Y es que no nos debe cegar el brillo de los focos que hoy se posan sobre el fútbol femenino, porque esa lucha sigue muy viva. Depende de todos acabar con las trabas y hacer añicos todos los muros como lleva haciendo ella desde que jugaba en el patio del colegio.

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