Crónica: la semana en la que todos los días son domingo

Jornada de calles vacías en las Terres de l'Ebre

16 marzo 2020 18:45 | Actualizado a 19 marzo 2020 09:50
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Acostumbrados a ciertos desequilibrios territoriales, a que las cosas vayan a otro ritmo al de las grandes urbes, a que los trenes no funcionen o todo llegue un poco más tarde, hasta hace una semana los ebrenses podían pensar que ese cierto aislamiento de las Terres de l’Ebre, a veces imaginario, podría servir almenos para salir ilesos del contagio del Covid-19, así como una irreductible aldea gala. Nos equivocábamos todos, por supuesto, siendo que vivimos en una sociedad globalizada y que estamos más cerca los unos de los otros de lo que creemos. De los 30 casos positivos en Covid-19 confirmados hasta ahora por Salut en la demarcación, 11 son en las Terres de l’Ebre. 

Pese a ser una ciudad de menor tamaño que Tarragona o Reus y no tener tanto ajetreo, igualmente este lunes el escenario urbano de Tortosa se parecía, como mínimo, al de un domingo hacia el 15 de agosto. Por la Avenida Generalitat, la calle principal, se podían contar los coches con los dedos de una mano y había lugar para aparcar donde se quisiese. 

Entrar en el mercado, siempre tan lleno de vida, encogía un poco el corazón: los establecimientos de bar típicos para almorzar, cerrados, las luces apagadas, los taburetes tristemente recogidos sobre la barra reluciente. Sí estaban abiertas por la mañana por supuesto las paradas de alimentación. Muchos paradistas entregaban los productos a los clientes con mascarillas puestas.

«Menos mal que está enmedio el mostrador porque nosotras no hemos podido encontrar mascarillas en ningún sitio», decía Marisín Montesó, de la carnicería Marisín. La propietaria explicaba que el viernes y el sábado se vendió mucho género, con el primer susto. «Pero hoy lunes la gente ya ha tomado consciencia de que la comida no se va a acabar y han venido a comprar de forma más normal, aunque menos gente».

En el caso de las farmacias, la mayoría de clientes, que esperaban en la calle si había cola, entraba para pedir mascarillas, guantes o alcohol, productos agotados. «Hace cuatro semanas que no tenemos mascarillas», explicaba la farmacéutica Iris Barreda de la farmacia del Parc. «La gente está bastante tranquila y razonable; salvo algún caso concreto no he notado alarma». Algunas farmacias, como ésta en particular, han implementado medidas para la circulación de los clientes: «hay dos personas atendiendo separadas entre ellas y una tercera fuera del mostrador que orienta la gente que entra. Pusimos líneas con cintas adhesiva en el suelo, y hacemos pasar los clientes de uno en uno, indicando también un sentido de entrada y otro de salida de la farmacia», explica Barreda. «Igualmente tenemos un protocolo de desinfección después de cada persona atendida». 

En el caso de la Farmacia Montserrat Aguilar, ni los mismos farmacéuticos llevaban mascarilla por la falta de abastecimiento de ellas. «Llegarán, pero llegarán demasiado tarde», sentenciaban.

El veterinario Joaquim Morales del centre Arasa explicaba por su parte que habían notado un incremento de las ventas de comida para mascotas. «También estamos recibiendo muchas llamadas, preguntándonos si estamos abiertos o no».

Donde algunos clientes no obedecieron a las prioridades fue en tiendas de telefonía como Movistar. «Sólo estamos abiertos por la mañana y para ciertos servicios, y hoy igualmente nos ha llegado gente que se quería cambiar el móvil», explicaban dos jóvenes.

 

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