Joan Caball: 'La agricultura no puede ser moneda de cambio'

Reivindicación. Caball pide que, a la hora de aplicar normas para atajar problemas como el cambio climático o la despoblación, se tenga en cuenta la realidad del sector agrario y ganadero

04 diciembre 2019 13:50 | Actualizado a 04 diciembre 2019 16:53
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El sindicato agrario Unió de Pagesos acaba de cumplir 45 años de vida, consolidado como referente a nivel catalán de la defensa de los derechos de la payesía. Su coordinador nacional, Joan Caball, analiza para el Diari algunos de los temas de actualidad que afectan a este importante sector productivo de la economía catalana.

Despoblación del mundo rural, envejecimiento de la payesía, el cambio climático, la presión de los animalistas... ¿Cree que los payeses necesitan un espacial esfuerzo de adaptación a todos estos cambios?

Tenemos nuevos retos que hace 45 años, cuando se fundó Unió de Pagesos, no existían. Son unos retos adaptados a la realidad del siglo XXI y no estamos exentos del entorno en el que vivimos y de la realidad. Quién nos iba a decir hace 40 años que estaríamos inmersos en una globalización económica. Para empezar es importante reconocer que existe, por ejemplo, una realidad de cambio climático para encontrarle una solución.

¿Cuál es el compromiso de Unió de Pagesos para contribuir a la lucha contra el cambio climático?

Primero, reconocer que existe el problema. También hay que tener en cuenta que si solo lo hago yo o tú, pero nadie más, este esfuerzo no servirá para nada. Hay que intentar hacerlo de una manera ordenada. Por eso decimos muchas veces que las normas que se acaben aplicando que tengan en cuenta la realidad de nuestro sector y que no pase como en anteriores ocasiones, que hemos sido moneda de cambio para compromisos de otros sectores económicos. La agricultura no puede ser tratada como moneda de cambio, sino por lo que es y por lo que hace.

¿De qué manera está afectando la despoblación rural al sector de la payesía?

Pues directamente. Para frenarla no sólo hay que pensar en el sector productivo agrario, sino también ver si tenemos buenas comunicaciones para llegar hasta esos lugares, o todas las infraestructuras. Y no sólo me refiero a carreteras y transporte, sino también a telefonía móvil, conexión a Internet, centros de asistencia primaria, escuelas rurales, etc.

¿Cómo se combate desde el mundo ganadero el auge de las teorías animalistas?

El sector vive con preocupación lo que está pasando. Nosotros lo que decimos es que estos análisis científicos tienen que ser rigurosos y valorar el problema en su totalidad. Por ejemplo, dicen que el metano que emiten las vacas es muy perjudicial para el cambio climático, pero se olvidan que estos mismos rumiantes de agricultura extensiva son los únicos capaces de transformar la celulosa de la hierba en alimentos para las personas humanas.

¿De qué manera está afectando la situación política que vivimos en Catalunya desde hace años en el sector agrícola?

Teniendo en cuenta que las políticas tienen que ser programadas a larga distancia y que nuestro parlamento está teniendo muchas interrupciones está claro que está afectando. Porque hay normas que hay que poner sobre la mesa y en el día a día hay que dar respuestas.

¿Por qué momento pasan dos sectores productivos importantes en nuestra provincia como son los frutos secos y los cítricos?

Son dos sectores que en los últimos han visto cómo el comportamiento de mercado ha ido cambiado los paradigmas que habían con los economistas clásicos: que con una mayor oferta subirían los precios y con una menor oferta el precio tendría que bajar. Pero vemos que eso no acaba pasando y que hay decisiones de lobys, como puede ser un grupo inversor X o un fondo de inversión, que acaban teniendo una gran repercusión. La economía agroalimentaria catalana es muy potente, pero para que esta funcione necesite que los payeses produzcan. Entendemos que muchos productos que se han prestigiado mundialmente no deberían perder estas capacidades.

Hace pocos los productores de avellana del Baix Camp se han quejado de venden poder debajo de los costes de producción y que no pueden competir con Turquía o Italia, por culpa de los precios que marca la Llotja de Reus...

Normal. ¿Cómo puede ser que un mismo producto aquí vaya a un precio y en Italia, que está aquí al lado, vaya a otro más alto. Tenemos algunos aspectos legislativos en los que nuestros gobernantes deberían poner más orden y obligar a cumplir unos mínimos porque si no, no sólo afecta a los payeses que se ganan la vida sino también a los consumidores.

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