¿Qué pasa tras el fin del Impuesto al Sol?

La nueva regulación del autoconsumo energético, sin cargas y con la posibilidad de cobrar por el excedente no consumido, presagia un auge de instalaciones en pymes y particulares

01 abril 2019 13:50 | Actualizado a 01 abril 2019 13:53
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El fin del ‘Impuesto al Sol’ en octubre de 2018 y la aprobación del Real Decreto-ley 15/2018, de 5 de octubre, de medidas urgentes para la transición energética y la protección de los consumidores han dado un empujón al autoconsumo energético, que espera un salto definitivo con la previsible regulación específica de las condiciones del autoconsumo eléctrico. Presumiblemente, se materializará a través de un nuevo Real Decreto en el último Consejo de Ministros de la legislatura, que se celebrará el próximo viernes.

¿Dónde están los cambios más sustanciales? En primer lugar, algo de justicia hacia la anterior normativa reguladora del autoconsumo, que ha pasado ya a la Historia con el apodo de ‘Impuesto al Sol’: «Hay parte de leyenda y parte de realidad en ello», advierte Juan José Alba, director de Regulación de Endesa y presidente del Comité de Mercados de Eurelectric, patronal europea del sector eléctrico, entre otros cargos.

«La normativa anterior -explica Alba- decía que el consumidor ha de pagar la energía, los costes de red y los cargos [ayudas a las renovables, recuperación del déficit de tarifa o subvención a los consumidores de Canarias y Baleares].

Pero, en el caso del autoconsumo energético, estos cargos no sólo se pagaban por la energía que consumía, sino también por la que producía. Eso era el controvertido ‘Impuesto al Sol’».

«Pero la realidad -prosigue Juan José Alba- es que eso no se aplicaba a clientes por debajo de los 10 kilowatios, que son la mayoría de las familias. Sí que afectaba, sin embargo, a empresas o grandes almacenes, por ejemplo. Además, si inyectaba energía sobrante a la red, no me pagaban por ella».

La mala fama

«Una tercera cosa -relata Alba- es que, como que me tenían que cobrar cargos, había que poner dos contadores. Aparte, había que inscribirse en un registro, con un régimen sancionador muy llamativo y, por último, también estaba la prohibición del autoconsumo compartido, poniendo por ejemplo un panel en la azotea de un bloque de viviendas, que el Tribunal Constitucional, tras un recurso de la Generalitat de Catalunya, se cargó, pero con la consecuencia de que el autoconsumo compartido quedó sin regular».

Dicho lo cual, en opinión de este profesional, «aunque la normativa no era la mejor para el autoconsumo, tampoco era tan mala». Pero «como corrió la voz de que estaba mal, la gente no se atrevió a lanzarse», resume.

Los datos corroboran esta opinión. Entre los años 2016 y 2018, en Catalunya se pusieron en marcha, según cifras del Institut Català de l’Energia (Icaen) unas 700 instalaciones de autoconsumo fotovoltaico, con una potencia conjunta acumulada de 12,6 MW. De ellos, 6,2 MW, es decir prácticamente la mitad, corresponden al año 2018, coincidiendo con la derogación del Real Decreto de 2015 en el que se enmarcaba el ‘Impuesto al Sol’.

El cambio de percepción

Francesc Vidal, jefe del Àrea d’Energies Renovables del Icaen, coincide con el análisis de Juan José Alba: «Durante estos últimos años, como que había una información tan desfavorable hacia el autoconsumo energético, nuestra principal labor ha sido intentar romper ese mensaje negativo. Pero ahora hay un cambio de percepción en el usuario y, con el nuevo Real Decreto que debería publicarse de forma inminente, entendemos que esto todavía irá mejor».

Ahora sí, ¿cuáles son los cambios? A falta de que se publique el texto definitivo, se elimina el llamado ‘Impuesto al Sol’, con lo que se paga sólo por la energía que se tome de la red. Además, si inyectamos energía sobrante a la red, nos la tienen que pagar. Se permite y se regula el autoconsumo compartido, y basta con un solo contador de última generación para saber qué consumimos y qué aportamos a la red. Por último, se agilizan los trámites, sin necesidad de inscribirse en un registro.

Menos burocracia

El principal escollo a corto plazo para el despegue del autoconsumo pueden ser ahora las administraciones locales. Con la nueva normativa, el primer paso para una instalación de autoconsumo fotovoltaico es un trámite urbanístico que debe llevarse a cabo en el ayuntamiento, que o bien concederá una licencia de obras mayores o menores, o bien aceptará una comunicación.

Desde el grupo de trabajo de Administraciones Locales de la ‘Taula d’impuls a l’autoconsum fotovoltaic a Catalunya’, promovida por el Icaen, se acaba de aprobar un modelo de ordenanza municipal que simplifica estos trámites y promueve las instalaciones de autoconsumo con energía solar fotovoltaica. 

Superado este primer paso, el siguiente trámite (y último) es con la empresa eléctrica distribuidora, que nos proporcionará un punto de conexión a la red.

Pymes y fotovoltaica

«Se está creando un clima muy positivo para el autoconsumo -insiste Francesc Vidal, del Icaen- y estoy convencido de que seguirá la tendencia al alza que se está siguiendo ahora». Ese crecimiento se sustentará, casi en exclusiva, en la tecnología de energía solar fotovoltaica. «Ahora -explica Juan José Alba, de Endesa- las instalaciones fotovoltaicas son mucho más baratas que antes; los costes han bajado mucho, y lo que hace tres o cuatro años te costaba diez, ahora te cuesta cinco o seis».

Francesc Vidal, del Icaen, coincide con el análisis: «Quizás veamos instalaciones híbridas con minieólica, pero esta reducción de costes tan brutal que ha tenido la fotovoltaica, la minieólica no la ha tenido». 

Una parte importante de la nueva potencia instalada en autoconsumo procederá, en esta nueva etapa, de los clientes industriales y comerciales. Pymes con metros y metros de cubiertas de naves industriales, grandes almacenes, marquesinas de aparcamientos al aire libre... con el fin de las cargas a este segmento de mercado, las posibilidades de crecimiento se disparan.

Juan José Alba, de Endesa, lo explica: «Cuando le quites el cargo al industrial, las cuentas van a salirle mucho mejor. Pero lo mismo sucede con el doméstico, porque se complementan. En autoconsumidores industriales sueles trabajar de día, durante las horas en las que produce la placa, con lo que te salen las cuentas. En el caso de un particular, que durante el día no suele estar en el domicilio y por lo tanto le sobra la energía, ahora puede vender ese excedente».

En este contexto de clima proclive al autoconsumo fotovoltaico, Alba está convencido de que a muy corto plazo vamos a ver movimientos comerciales de muy diversos operadores para apuntarse a una presumible ‘fiebre’ del autoconsumo, con propuestas dirigidas a muy diversos perfiles de mercado: «Se van a ver cosas, y habrá de todo; desde tu placa que compras en Ikea a que la empresa eléctrica te la ponga y tú la vayas pagando en cómodos plazos en la factura. Es un negocio al alcance de todos».
 

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