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Democratización de los mercados privados

Los cambios regulatorios acercan al minorista los mercados privados

03 julio 2023 10:34 | Actualizado a 03 julio 2023 10:43
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La inversión en mercados privados, como su propio nombre indica, conforma la inversión en activos no cotizados, ya sean bonos o acciones de compañías privadas (start-ups o maduras) o capital o deuda en activos reales, como infraestructura e inmuebles.

El atractivo de estas inversiones es elevado debido a su carácter diversificador y a las rentabilidades tan atractivas que ofrecen. Además, los cambios regulatorios que se están sucediendo este año, acercan estas carteras a los clientes minoristas. Sin embargo, el riesgo que tienen estos activos es más alto y los tipos elevados pueden restar atractivo a la inversión en el corto plazo, donde la renta fija ha vuelto a cobrar protagonismo para el inversor conservador.

Estos activos, en el fondo, no difieren excesivamente de la inversión en mercados cotizados. Como inversor, compras una parte de la compañía no cotizada o prestas dinero a una empresa privada. ¿Ventajas? Tienes más poder de controlar el presente de la compañía, y de influir en su futuro, ya que los gestores de estos activos estructuran las operaciones para sentarse en los diferentes consejos de administración y tener derecho a voto.

Muchas veces las empresas también quieren tener a este tipo de inversores por las oportunidades de crecimiento, acceso a nuevos mercados y red de contactos que ofrecen, entre otras cosas. Adicionalmente, tienen mayores garantías en caso de resolución debido a las propias características de las operaciones.

¿Desventajas? Estas inversiones son a largo plazo y no se pueden deshacer con cierta inmediatez; es necesario encontrar una contrapartida interesada en el activo. Esto justifica que las rentabilidades sean más elevadas por dicha prima por iliquidez.

Hasta ahora estas inversiones estaban reservadas para inversores profesionales e institucionales con una inversión mínima de 100.000 euros. Sin embargo, el cambio de la regulación abre la puerta a inversores minoristas, siempre que caigan dentro del parámetro del asesoramiento, y cuyo requisito es una inversión mínima de 10.000 euros.

Este acceso a los clientes ‘normales’ da un enorme potencial a esta clase de activo debido a la cantidad de dinero que puede llegar a entrar, pero también da acceso al cliente de a pie a invertir en la economía real de los países. Muchas de estas inversiones se centran en pequeñas y medianas compañías que conforman el tejido empresarial de los diferentes países.

Las oportunidades son numerosas y el poder de diversificación es atractivo al poder invertir en activos regulados como pueden ser plantas solares con una rentabilidad atractiva y regulada por ley, un activo inmobiliario menos dependiente del ciclo económico, o en pequeñas compañías que se pueden acabar convirtiendo en los Apple o Microsoft del mañana.

Todo esto, por muy bonito que suene, conlleva ciertos riesgos de pérdida del capital y cierta volatilidad. Pero el principal inconveniente es que el capital se queda cautivo por un periodo largo de tiempo, pudiendo llegar a ser este plazo de 10 años. Las distribuciones que se reciben conforme el gestor vaya realizando ventas, son las únicas fuentes de liquidez que tienen estos fondos.

Por esta razón, es importante ser conscientes de que es una oportunidad, pero conlleva unos riesgos asociados a esas atractivas rentabilidades.

Guillermo Uriol, de Ibercaja Gestión

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