Las estrategias de sostenibilidad en las empresas turísticas

Es creciente el número de empresas del sector turismo que, ya sea por convicción propia de la compañía, del accionista o del colectivo de empleados de la compañía u otros stakeholders de la cadena de valor, están trabajando en una estrategia de sostenibilidad vinculada a la estrategia corporativa, principalmente centrándose en el ámbito medioambiental y en el social.

Relacionado con el medioambiente, crecen las iniciativas en la industria relacionadas con la reducción de emisiones y con el ser neutrales a un horizonte determinado, lo que está incrementando las inversiones en energías alternativas verdes y autogeneración de energía; las inversiones relacionadas con la gestión del agua como, por ejemplo, la construcción de desaladoras y depuradoras de agua propias; y las iniciativas para preservar la biodiversidad y el entorno natural, como la protección de los arrecifes de coral y reservas naturales, por ejemplo.

En el ámbito social, destacan las iniciativas centradas en los empleados (condiciones laborares, formación, diversidad, ...) y las centradas en generar un impacto positivo en la comunidad en la que se opera creando ocupación, formando y dando educación a la población.

Pero sea cual sea el foco hacia el cual se quiera orientar la estrategia de sostenibilidad de una determinada empresa turística, es imprescindible tener en cuenta tres aspectos clave. El primero es el modelo de gobierno de las funciones de sostenibilidad. Por ello, cada vez más compañías cuentan en sus consejos de administración con expertos en sostenibilidad como asesores y como consejeros especializados, en coherencia con su firme convicción de que este es un tema estratégico para la compañía.

El segundo aspecto clave está en fijar los compromisos y metas en temas de sostenibilidad, (sea en el ámbito medioambiental, social o de buena gobernanza, ...) siendo muy conscientes de cuál es el ‘base line’, es decir, cuál es el punto de situación del que se parte. Por ejemplo, sería muy poco idóneo comprometerse a ser neutral en el año 2030 sin tener muy bien calculado cuál es mi dato de emisiones a día de hoy.

Por último, y en tercer lugar, es importante destacar que hablar de la sostenibilidad significa abarcar a toda la organización y que este es un concepto muy amplio. Por ello debemos poner foco y destinar recursos donde realmente se genere una ventaja competitiva. Los recursos no son infinitos. Hay que reflexionar bien sobre cómo hacer que esa estrategia de sostenibilidad realmente aporte valor al negocio y al entorno y sobre cómo se cuantifica y nuestra capacidad para hacerlo.

En resumen, es necesaria una estrategia de sostenibilidad que acompañe al plan estratégico de negocio; una atribución de responsabilidades dentro de la organización y según líneas de jerarquía (consejo, dirección, operaciones); y, sobre todo, la fijación de unos indicadores de mejora que sean medibles y que tengan objetivos a cumplir.

Claudia Magriña Gerente de Risk Advisory en Deloitte