¿Por qué crear una asociación específica para mujeres en el sector primario?
Para mejorar el reconocimiento y la visibilidad de las mujeres del mundo rural, empoderarnos y hacer pedagogía en el mundo urbano. Y también para crear sinergias entre nosotras.
Históricamente, el sector primario había tenido una división de roles, por criterios de género, muy marcada. ¿Hasta dónde ha cambiado eso?
Esa diferenciación había sido así. Pero ahora, la gente es agricultora porque quiere. Antes te tocaba, y el payés era el hombre, mientras que la mujer hacía el trabajo de casa... y también del campo. Ha cambiado, pero todavía hay gente que se sorprende al ver a una mujer conduciendo un tractor.
¿Quién se sorprende?
Se sorprenden los hombres. Sobre todo la gente mayor. Pero el tractor no es lo importante aquí. Lo que cuesta más es ver a una mujer como presidenta de una cooperativa agraria. Lo que queremos es estar en los lugares de decisión. No hay casi ninguna mujer presidenta de una cooperativa agraria o de una Denominación de Origen.
Los Planes de Igualdad que están implantando las organizaciones deberían ayudar a cambiar esta situación. ¿No es así?
Efectivamente, la Ley de Igualdad está por implantar, pero si las cooperativas agrarias no cambian los estatutos, poco hay que hacer. En la empresa privada eso también se ve, pero en las cooperativas es donde se ve más. Cuando yo cursaba la carrera de Enología, había más chicas que chicos, pero en los puestos de decisión siempre había chicos. Es ese ‘techo de cristal’ que ves en tantos lugares, y que también se da en el sector primario.
Habla de hacer pedagogía del mundo rural en el mundo urbano. ¿En qué consiste?
Por ejemplo, en explicar qué es la compra de proximidad. Algo tan simple como que en el mes de enero no hay fresas. Si consumes fresas en enero, no son de proximidad. Es situarse en el calendario del payés y ver qué puedes comer y comprar en cada momento del año. Llevas a cabo iniciativas como Benvinguts a Pagès [donde se visitan explotaciones agrarias en una jornada de puertas abiertas], y la gente se sorprende de cosas como el precio del vino, porque desconocen por completo los costes. Pero la pedagogía, sobre todo, ha de ser en las escuelas.
¿Por qué?
Porque allí es donde tiene más sentido la pregunta clave: «¿Cuántas veces necesitas una payesa en un día?». Y la respuesta es que desde que te levantas por la mañana hasta que te acuestas por la noche. Sin entender eso, no puedes seguir con todo el resto de problemáticas, como los corzos que se están comiendo los viñedos en el Alt Camp, la plaga de jabalíes y conejos, o el tema de la carne.
¿Se refiere a las acciones animalistas en explotaciones ganaderas?
Sí. Todo eso es una desconexión total del mundo urbano con el mundo rural. Muchas veces, esta gente urbanita desconce la realidad rural.
¿Le sorprende la indiferencia del mundo urbano ante el impacto que puede tener sobre el sector primario la crisis del agua y acciones como el reciente cierre del Canal d’Urgell?
Esa indiferencia es fruto de esa desconexión que le comentaba. Estamos muy preocupadas con este tema, y llevamos tiempo hablándolo con la consellera [de Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural] Teresa Jordà. Entendemos que hay que cambiar el sistema de riego y que hay una crisis con la sequía, en situación de cambio climático, pero siempre es el sector primario el que termina recibiendo, y aquí no pasa nada. Pero sí que pasa, porque será una pérdida de producción y de agricultores y ganaderos. Mientras tanto, no han cerrado nada de los campos de golf ni de los turistas en Barcelona.
¿Falta visión estratégica? En Israel, los inventores del riego por goteo van sobrados de agua con sus plantas desalinizadoras... ¿Por qué no aquí?
Como siempre, vamos tarde. En la Terra Alta sí que hace décadas que se empezó con el riego por goteo, con una inversión brutal. Los viticultores hace muchos años que están invirtiendo en ello. Pero, en términos generales, y hablando del Canal d’Urgell, es cierto que quizás hemos bajado la guardia y el riego gota a gota se hubiese tenido que instalar hace años.
La visión estratégica es también asegurar la soberanía alimentaria, igual que sucede con la energía o los chips... ¿Está el sector primario al mismo nivel?
Con la pandemia, todo el mundo se dio cuenta de su importancia como sector esencial y se agradeció mucho a los payeses que siguiesen trabajando para abastecer de alimentos al país. Ahora, todo eso se ha perdido. En pandemia compraban al vecino, pero hoy vuelven al carro del supermercado. Igual que sucedió con las enfermeras y médicos, la gente solo se acuerda de ti cuando tiene un problema.
Con todos estos ingredientes, ¿hay futuro para nuestro sector primario? ¿Se dan las condiciones para el relevo generacional?
El relevo generacional es un problema enorme, igual que la despoblación. Necesitamos fibra óptica para que los urbanitas puedan venir a trabajar aquí, porque el relevo siempre va ligado a las oportunidades y a la economía. Y si tú no te puedes ganar la vida con el sector primario, ¿cómo has de venir a trabajar en él? Una familia ha de poder ganarse la vida con la agricultura, la ganadería o la apicultura, no puede ser que vivamos solo de subvenciones.