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    Se busca almacén de CO2 cerca del polo petroquímico de Tarragona

    Capturar y utilizar el dióxido de carbono como materia prima en una economía circular pasa por su transporte y almacenamiento. ¿Dónde y cómo lo hacemos?

    10 julio 2023 13:43 | Actualizado a 12 julio 2023 12:56
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    Noruega, Países Bajos, Italia, EEUU, China... todos han empezado a capturar y almacenar el CO2 que generan sus actividades industriales. O, como mínimo, han comenzado a trabajar intensamente para conseguirlo a corto plazo. Las tecnologías CAUC (o CCUS, por sus siglas en inglés) de captura, transporte, almacenamiento y uso del carbono son una parte fundamental para la transición hacia una economía circular y climáticamente neutra.

    La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) cifra, en su última Perspectiva mundial de las transiciones energéticas: ruta de 1.5 ºC, en un 20% el peso que tendrán las tecnologías CCS (captura y almacenamiento de carbono) y BECCS (bioenergía con captura y almacenamiento de carbono) en la reducción de emisiones para alcanzar los objetivos climáticos de 2050.

    En el caso de industrias como la petroquímica, la cementera o la siderúrgica, las tecnologías CAUC tienen un peso relevante. De ello se habló esta semana en la jornada Descarbonització industrial: una prioritat per Catalunya, celebrada en el Institut Català d’Investigació Química (ICIQ), en el campus Sescelades de Tarragona, donde participaron representantes de empresas e instituciones académicas, en una serie de debates en los que las tecnologías CAUC fueron un actor destacado.

    «Para mantener la autonomía estratégica hemos de seguir siendo competitivos»

    Ignasi Cañagueral (AEQT)

    Ignasi Cañagueral, presidente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), además de director del Complejo Industrial de Dow Tarragona y de su Hub de Operaciones del Sur de Europa, fue claro respecto a la importancia estratégica de estas tecnologías para el polo petroquímico de Tarragona y, en conjunto, para toda la industria catalana: «Vamos un poco tarde, y nos hemos de poner las pilas».

    «La ciencia y la tecnología serán -explicó Ignasi Cañagueral- las que ayudarán a descarbonizar la sociedad y detener el cambio climático. Pero, cuando hablamos de descarbonizar un territorio, hablamos de mantener su autonomía estratégica, y descarbonizar la industria catalana es un esfuerzo transversal».

    Dicho lo cual, defendió que «necesitamos tecnologías puente, porque para mantener la autonomía estratégica hemos de seguir siendo competitivos, y queremos que esto pase desde Tarragona», sede de la Vall de l’Hidrogen de Catalunya, pero también del futuro Centre Català per la Descarbonització de la Indústria.

    La necesidad de almacenar

    Entre esas tecnologías puente a las que aludió Ignasi Cañagueral emergen, de forma destacada para la industria, las tecnologías CAUC: «Hay que definir los grandes proyectos -urgió el presidente de la AEQT- y hablar de captura y uso de CO2. Quien tenga CO2 tendrá un pequeño tesoro, pero eso significa que habrá que almacenarlo. En esto, vamos tarde, y hemos de empezar a trabajar en políticas CAUC».

    Las tecnologías CAUC tienen un peso relevante en petroquímica, cementeras o siderurgia

    Algo parece estar moviéndose para tratar de recuperar ese tiempo perdido. O, por lo menos, para intentar evitar que la ventaja que otras regiones del mundo están tomando en esta materia no siga aumentando. El pasado 27 de junio, el Consejo de Ministros acordó remitir a la Comisión Europea el borrador de la primera actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), que estima una movilización de 294.000 millones de euros. Entre sus novedades, se incluye por primera vez la captura, almacenamiento y uso de carbono (CAUC) como posible mecanismo para avanzar hacia la descarbonización de la industria.

    La iniciativa, largamente reivindicada por industrias como la petroquímica, la cementera o la siderúrgica, ha sido acogida con expectación por el sector industrial, que ahora debe aguardar a la fase de información pública, hasta el 4 de septiembre, del borrador del PNIEC.

    La próxima fecha en el calendario es la activación, previsiblemente en septiembre, del PERTE de descarbonización industrial, que movilizará los recursos del instrumento extraordinario Next Generation EU para apoyar inversiones industriales orientadas a la descarbonización.

    «Hay un reto social, que es que la gente ha de aceptar que este CO2 se tendrá que almacenar»

    Emilio Palomares (ICIQ)

    Apoyo de la Administración

    «El papel de las administraciones públicas -explicó Ignasi Cañagueral durante la jornada de descarbonización industrial celebrada en Tarragona- es clave, tanto en apoyo regulatorio como en despliegue de ayudas. Sin ese apoyo, esta transformación no llegará. Es algo que ya está sucediendo en Europa y los EEUU, y el hecho de que el PNIEC contemple la CAUC como una de las tecnologías a desplegar [en el borrador aprobado el pasado 27 de junio] es una infusión de moral [para la industria]. No es nada nuevo en Europa, pero sí que lo es en España».

    «Ahora -prosiguió Ignasi Cañagueral-, el PERTE de descarbonización, en septiembre, esperamos que nos fije el camino: debemos trabajar para tener proyectos susceptibles de hacer que el territorio mantenga su autonomía estratégica». Entre esos posibles proyectos se encuentra, claramente, el almacenaje de CO2.

    Emilio Palomares, director del Institut Català d’Investigació Química (ICIQ) es claro al respecto: «El reto científico-tecnológico es encontrar un catalizador y una tecnología que haga que sea económicamente viable capturar el CO2, pero después hay un reto social, que es que la gente ha de aceptar que este CO2 se tendrá que almacenar, y para eso harán falta lugares donde hacerlo».

    Tarragona tiene todos los elementos para convertirse en un hub de descarbonización

    «Aquí -admite Emilio Palomares-, la historia no nos es favorable, porque tenemos todos el recuerdo del [almacén de gas] Castor, pero tendremos que pasar por buscar esos lugares en los que almacenar el CO2 hasta que los investigadores encuentren los catalizadores que puedan transformar ese CO2 en moléculas de valor añadido».

    Es en este contexto social donde, en opinión del sector industrial, cobra importancia esa capa de visión estratégica que incluye las tecnologías CAUC en el borrador del PNIEC que el gobierno español remitirá a la Comisión Europea, sin que (por el momento) provoque temblor de piernas la hipótesis de que puedan surgir nuevos episodios de plataformas ‘Not In My Backyard’ (no en mi patio trasero).

    Pero el riesgo de oposición social está ahí, en especial en un territorio altamente sensibilizado. La respuesta es compartida: información, divulgación, conocimiento científico. Emilio Palomares, director del ICIQ, ataca las primeras dudas: «Es mucho más inerte y seguro almacenar CO2 que hacerlo con gas natural o con hidrógeno, y los lugares [donde se podría almacenar CO2] los tienen muy identificados los técnicos del Ministerio».

    «Son lugares -prosigue Emilio Palomares- donde geológicamente está comprobado que se puede almacenar CO2, y si no se hace ahora es porque hay una presión social muy importante por culpa de proyectos que no se llevaron a cabo de forma correcta, como el Castor».

    «No va a haber industria allí donde no haya capacidad de captura y almacenamiento de CO2»

    Pedro Mora (PTECO2)

    Los posibles almacenes

    La identificación más completa y detallada de esos posibles almacenes de CO2 la llevó a cabo el Ministerio de Ciencia e Innovación, a través del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), en el Mapa de Almacenes Geológicos Potenciales de CO2 en España.

    En el caso de las comarcas del sur de Catalunya, este mapa señala tres posibles emplazamientos (uno en un área comprendida entre Reus, La Canonja, Vila-seca y Cambrils, y dos más en el Delta de l’Ebre) de dimensiones moderadas pero alta calidad, a los que se les añade un cuarto emplazamiento, de los más grandes de España y también de alta calidad, compartido con Aragón y que abarca áreas de las comarcas de la Terra Alta, Baix Ebre, Matarranya y Bajo Aragón.

    Pedro Mora, presidente de la Plataforma Tecnológica y de Innovación del CO2 (PTECO2), explica las razones que han llevado a este mapeado de posibles almacenes: «Cuando la Comisión Europea (CE) plantea sus objetivos de descarbonización, tanto en el corto plazo, es decir en 2030, como en el medio plazo, en 2050, cuando quiere que alcancemos la neutralidad climática, ve que, de los 1.300 millones de toneladas de CO2 que emiten los sectores que están en el comercio de emisiones [en esencia, la industria], unos 300 millones corresponden a emisiones de proceso, mientras que otros 340 millones son combustiones a alta temperatura».

    «La cuestión -prosigue este ingeniero- es que ese CO2 que proviene de las reacciones químicas de los procesos o de combustiones a alta temperatura que no pueden sustituirse hoy ni por hidrógeno ni electrificándose, supone la mitad de lo que los sectores ETS (suscritos al Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE) emiten. Vista la dificultad para sustituirlo, es cuando la Comisión Europea defiende la captura y el uso de CO2 en la medida de lo que sea posible, incluyendo el almacenamiento profundo, que es una tecnología perfectamente probada».

    Italia, Países Bajos o Dinamarca llevan ventaja preparando sus almacenes de CO2

    Una tecnología madura

    Se trata de una tecnología desarrollada hace tiempo por la propia industria petrolera y gasista, que primero por una pura cuestión de productividad, y más tarde por responsabilidad ambiental, lleva años reinyectando el CO2 resultante de su actividad en los yacimientos que explota.

    «En un yacimiento -explica Pedro Mora-, el gas natural que encuentras no es metano puro, sino una mezcla de metano con CO2, que se separa en la boca de los pozos. Históricamente, este CO2 se tiraba a la atmósfera, pero en EEUU vieron que, si lo reinyectaban en el propio yacimiento, les ayudaba a extraer el gas natural. Más tarde, Noruega decidió no emitir CO2 en sus explotaciones de yacimientos y, o bien lo reinyectaban en el propio yacimiento, o bien lo hacían en un acuífero salino profundo».

    Inyectando el CO2 en una de estas formaciones geológicas, «el gas -prosigue el presidente de PTECO2- ocupa la porosidad de las rocas, que en el caso de un acuífero salino profundo contiene agua salada sin contacto con otros acuíferos», lo cual, dicho de manera muy simplificada, «es como hacer agua con gas».

    «La tecnología -añade Pedro Mora- es bien conocida. La clave ahora está en investigar esos acuíferos salinos profundos [que potencialmente podrían almacenar CO2] para garantizar que lo que vas a inyectar no se va a escapar por ningún lado, o para determinar a qué velocidad inyectas para que no provoque ningún movimiento sísmico».

    Con 102 localizaciones onshore (en tierra) y 4 offshore (en el mar) detectadas en España, «lo que ha hecho el IGME -insiste Pedro Mora- es un mapa de potenciales emplazamientos, pero el que diga, antes de investigar, que ahí puede ir un almacén, se estará equivocando, porque hace falta un periodo de investigación previa de entre dos y cuatro años».

    «Almacenar el CO2 lo más cerca posible de nuestra casa será clave para competir»

    Maria Mas (AEQT)

    Esa es la ventaja que han tomado ya otros estados miembros de la Unión Europea: «Hay muchos países europeos que nos llevan delantera -destaca Pedro Mora-, como Italia, que ya lleva un año de ventaja investigando en Rávena, los Países Bajos, que llevan dos años preparando su hub de CO2, Dinamarca, que lleva cuatro o cinco años... por no hablar de Noruega: tenemos que acelerar».

    «Son proyectos estratégicos de país -insiste Pedro Mora-, porque no va a haber industria allí donde no haya capacidad de captura y almacenamiento de CO2. La industria del siglo XXI es descarbonizada sí o sí y, normalmente, como que las inversiones son altas, aquellos que tengan más capacidad de almacenamiento serán los que tendrán más viabilidad».

    Un análisis compartido por el director del ICIQ, Emilio Palomares, que alerta de que «a la larga, si no podemos almacenar CO2 de forma rápida, perderemos esta ventaja competitiva que hoy tenemos [en el polo petroquímico de Tarragona], y otros países como Noruega, los Países Bajos e incluso China, que ya están trabajando en ello, tendrán lo que yo considero ‘el petróleo del futuro’, que es tener CO2 disponible para hacer toda la Química que utilizamos en el día a día».

    Maria Mas, directora gerente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), resume el reto: «Necesitamos poder almacenar el CO2 lo más cerca posible de nuestra casa, porque eso será clave para competir en un mercado que es global, y con otros lugares que tendrán ese CO2 almacenado cerca de casa: este será un factor diferencial».

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