Uno de los miedos clásicos de los emprendedores principiantes es el temor a compartir su idea de negocio con otros por el riesgo de que pueda ser copiada. Es algo más que un miedo absurdo, es una idea tóxica que hace casi imposible que un proyecto emprendedor pueda prosperar.
En primer lugar, si la ventaja competitiva de una nueva startup es tan pobre que se puede replicar tras la primera presentación, entonces no hay ventaja competitiva real y lo mejor será saberlo cuanto antes, pero hay más.
Las ideas son algo mágico y sus reglas de juego son muy distintas a las de los objetos. Si tengo un producto y se lo doy a alguien voy a dejar de tenerlo, pero si comparto una idea con ese mismo alguien de repente los dos tenemos la idea y ninguno de los dos ha perdido nada. Más todavía, si quien escucha da su opinión sobre la idea es muy probable que sus comentarios, críticas y puntos de vista ayuden a enriquecerla y mejorarla.
Compartiendo una idea de negocio con las personas adecuadas siempre se consigue algo de más valor que guardándola celosamente. La magia de las ideas radica en esa capacidad para evolucionar, transformarse y adaptarse cada vez que se comparten en un proceso de escucha activa. Una regla de oro que impacta directamente en las probabilidades de éxito de cualquier proceso emprendedor.
En los primeros compases de cualquier nueva startup el emprendedor debería hacer un striptease constante, siempre dispuesto a mostrarlo todo y compartir su proyecto sin vergüenza. Muy pocas veces un emprendedor es capaz de pensar un producto o servicio estrella a la primera, lo más habitual es que una intuición con mil carencias se convierta en un proyecto de éxito tras las mil mejoras y cambios que salen de mil objeciones recogidas en mil presentaciones.
Como decía Eric Ries, creador del método Lean Startup, «ningún plan de empresa sobrevive al primer contacto con los clientes», por eso hay que compartir las ideas de negocio cuanto antes con consumidores potenciales, posibles proveedores, veteranos del sector y emprendedores con experiencia. Compartirlas esperando tantas objeciones, críticas y dudas como sea posible. Un striptease tras otro, sin ningún pudor.
Esperar a mostrar su proyecto a otros hasta tener algo sólido y presentable es un error que muchos emprendedores cometen llevados por el miedo al ridículo. No sólo cuando está en fase de ideación, también más adelante.
El fundador de Linkedin, Reid Hoffman, dijo una vez que si la primera versión de un producto no da algo de vergüenza al equipo emprendedor significa que han salido al mercado con un prototipo demasiado maduro y trabajado. Un prototipo que probablemente habrá que modificar, perdiendo tiempo y dinero.
Compartir las ideas cuanto antes, lanzar una primera versión tan pronto como sea posible. Hacer striptease, sin vergüenza, incorporar aprendizajes y volver al mercado. Una y otra vez, hasta el éxito.
Marc Arza es CEO en Startsud Studio
