Las algas de los mayas y la NASA, en Tarragona
Mario Muñoz cultiva y comercializa, con Microalgae Lab, un alimento que ya consumían en Mesoamérica, y que ahora forma parte de la dieta de los astronautas

Mario Muñoz Domenech, fundador de Microalgae Lab, en su planta piloto de Tarragona. A la derecha, algunos productos.
La espirulina es una microalga que contiene altos porcentajes de proteína (hasta un 70%) y hierro, con efectos antioxidantes y antiinflamatorios y que, según cuenta Mario Muñoz Domenech (Tarragona, 45 años), «era conocida y consumida ya por los aztecas y los mayas, y ahora por los astronautas de la NASA».
Desde Tarragona, este emprendedor cultiva, procesa y comercializa espirulina de proximidad, a través de Microalgae Lab, en forma de polvo, comprimidos y fideos. El proyecto -finalista en la última edición del Premi BBVA a la innovación empresarial en Tarragona, organizado con el Diari de Tarragona y dirigido a autónomos, emprendedores y pymes-, arrancó su andadura en 2015, aunque no fue hasta mediados del pasado año 2022 que empezó a sacar producto al mercado.
Con unas instalaciones de 300 metros cuadrados de cultivo cerca del estadio del Nàstic de Tarragona, Microalgae Lab acaba de superar su fase de desarrollo de producto. Esta planta piloto, que busca la circularidad mediante el empleo de agua de lluvia recirculada y autogeneración eléctrica 100% renovable, es capaz de producir unos 500 kilos de esta microalga al año, en condiciones de salinidad controlada. Tras una inversión de más de 200.000 euros, ahora afronta su fase de escalado industrial, para conseguir producciones muy superiores.
Para ello, se encuentra en fase de estudio para una implantación (donde Terres de l’Ebre es un candidato destacado) que supondría una inversión de unos dos millones de euros, que querrían tener en marcha a finales de 2024. Su idea es llegar a acuerdos con productores agrícolas locales para transferir la tecnología (con desarrollo de maquinaria y tecnologías de extracción propias), acompañando en el proceso de cultivo de un alga que después Microalgae Lab compraría a estos agricultores.
Con precios de venta al público que van desde los 14 euros por un tarro de comprimidos de 60 gramos hasta los 24 euros por un paquete de fideos de 125 gramos, Mario Muñoz destaca el valor de una producción local donde la trazabilidad es una de sus principales fortalezas: «Se puede encontrar espirulina de importación más barata, pero el problema de la espirulina que viene de Asia es que llega cargada de metales pesados, sin apenas proteína, cultivada en aguas que están contaminadísimas».
Sus próximos lanzamientos serán un pigmento alimentario extraído de la espirulina, «con un 50% de proteína, efectos antioxidantes y antiinflamatorios, que es el único pigmento azul que da la naturaleza de forma natural», asegura Mario Muñoz, y que irá destinado principalmente a la alta gastronomía. El segundo producto que esperan sacar en breve al mercado es la espirulina fresca (hasta ahora, toda su oferta tiene como base el desecado de esta alga), que comercializarán congelada o en tarros de 100 gramos, como producto untable.
La espirulina, sin embargo, quiere ser solo el comienzo en Microalgae Lab. Acaban de obtener diez concesiones más para el cultivo de distintos tipos de algas, con aplicaciones alimentarias, farmacéuticas y cosméticas, cuyo cultivo desarrollarán en la planta piloto de I+D+i de Tarragona en la que han afinado el proceso de cultivo de la espirulina, con la que esperan alcanzar los 100.000 euros de facturación el próximo año 2024.