El coworking sigue teniendo tirón. Una propuesta de trabajo en un espacio compartido, donde se juntan distintos profesionales, autónomos y emprendedores para llevar a cabo sus propios proyectos. Espai la Magrana, en Valls, es uno de estos lugares. Impulsado hace tres años y medio por Laia Benaiges (32 años, Valls), es el resultado de transformar la antigua tienda de muebles fundada por su abuelo en los años sesenta en algo que nunca habían imaginado.
Con la crisis, el negocio familiar cerró y Laia decidió aprovechar el local para crear su propio proyecto. «Al principio no había oído nunca la palabra coworking», admite, pero sí tenía claro que «Valls es un pueblo pero también hay esta necesidad y hay emprendedores». Así es como, con esta idea en mente, Laia Benaiges decidió restructurar el local familiar para crear La Magrana.
Se trata de un espacio de 400 metros cuadrados divididos en dos zonas: la de trabajo y una sala para realizar conferencias o talleres que se puede alquilar. Nos cuenta que los precios van según las horas y lo que necesiten los coworkers. Media jornada son 100 euros al mes, tres días por semana 15 al mes, y dos días semanales son 60 euros al mes. Este precio incluye internet, mesa, silla de trabajo, luz y llaves. Lo imprescindible para estar en unas buenas condiciones, trabajar tranquilamente y recibir a los clientes.
En la Magrana podemos encontrar profesionales de ámbitos muy distintos: desde diseñadores y fotógrafos hasta abogados o consultores, con una docena de emprendedores que comparten instalaciones. Los espacios de coworking son un reflejo de la aparición de nuevos modelos y nuevas expectativas en el mundo de los negocios y en la sociedad en general. «El coworking se conoce pero a la gente aún le cuesta entrar», explica Benaiges, que destaca que «aún así, los emprendedores que entran después no quieren salir».
Una docena de profesionales se juntan en el mismo sitio para trabajar¿Por qué La Magrana? El nombre, peculiar, tiene una historia relacionada con la ciudad de Valls. «Quería poner un nombre relacionado con el campo, ya que estamos en Valls. Una granada (magrana, en catalán) es una fruta que tiene más frutos dentro», relata Benaiges. «Es una metáfora del trabajo y de los profesionales que se encuentran en La Magrana», resume.
Laia Benaiges ha estudiado Publicidad en Barcelona y trabajó dos años allí. Ha trabajado de técnica de juventud en el ayuntamiento y lleva el área digital en distintas empresas. «La gente me conoce gracias a La Magrana y me salen clientes», añade. La Magrana forma parte de Cowocat, una red que aglutina profesionales en el ámbito rural.
A pesar de encontrarse en un territorio menos rural que otras zonas, la Unión Europea considera el Alt Camp un territorio rural y eso le permitió a la joven obtener ayudas europeas Leader para sacar adelante el proyecto.
La flexibilidad laboral también está en el día a día de Laia Benaiges, que compagina la gestión de Espai la Magrana con trabajos de comunicación digital en empresas del Camp de Tarragona: «es muy difícil vivir sólo de este espacio», admite esta joven. Por ahora, La Magrana supone un 50% de su facturación, aunque espera que se incremente en los próximos meses.
Por el momento, esta joven está satisfecha con los resultados: «Ahora el espacio ya funciona, pero quiero que siga creciendo. Cada año va aumentando».