Instrumentista: cuando el sentido de la responsabilidad manda

Ser una persona con un altísimo sentido de la responsabilidad. Es la cualidad indispensable que se le exige a un instrumentista, el término con el que se conoce en el sector industrial a los Técnicos de Control de Procesos, las personas encargadas de ‘leer’ con precisión los equipos industriales, y sobre quienes recae la responsabilidad del buen funcionamiento de un proceso industrial.

Eloi Girol hace nueve años que se dedica a este oficio en la empresa de servicios Siemsa. Un instrumentista, explica, «tiene que saber cuál es la presión del equipo que está manipulando, su temperatura, los caudales que pasan por él, debe hacer las regulaciones en programación y supervisar todos los cableados y comunicaciones de los sistemas que forman parte de este control».

Hasta aquí ya se puede deducir que la responsabilidad que recae sobre un instrumentista no es poca. Pero por si eso no bastara, el margen de error con el que trabajan los instrumentistas es, si no nulo, ínfimo. «Un mínimo error puede suponerle una pérdida millonaria para la compañía a la que prestamos el servicio», explica Eloi, y por eso «intentamos dar una calidad máxima a cada equipo que tocamos para que no falle nunca más».

Y esto, aunque parezca contradictorio, es lo que más motiva a Eloi para hacer lo que hace: «Resolver una avería me llena de una actitud muy positiva para seguir adelante con mi trabajo», porque «nunca hay una avería igual. Cuando surge una nueva y no sabes por dónde empezar a investigar, hay que crear un trabajo de equipo con el personal de producción, con los mecánicos, etc...». Y esto, afirma, «es lo que realmente me emociona».

Volviendo al ‘error’, y enlazando esta línea roja con la emoción de trabajar como instrumentista, Eloi Girol aclara que «siempre sabemos qué porcentaje de error tenemos a la hora de manipular un equipo, sabemos hasta qué punto habrá millones de pérdidas o si, por ejemplo, se pueden llegar a bloquear todas las tuberías». Y sí, aquí uno se enfrenta a una responsabilidad enorme, pero «el saber que estás haciendo las cosas bien es lo que le da ilusión a tu trabajo».

Un instrumentista ejerce dos tipos de trabajo. Por un lado, la tarea de mantenimiento, que suele ser siempre la misma. Y por otro, la de averías, que es la que más emoción genera en este profesional. En ambos casos, explica, «por suerte, no suelo trabajar con productos porque el equipo nos llega limpio para poderlo manipular en el taller».

Eso sí, la mayoría de comprobaciones se hacen en planta y allí «sí que nos encontramos con sosa cáustica, ácido, agua, aire... Pero aunque el producto sea agua, siempre hay riesgo y siempre debe haber el permiso de trabajo correspondiente para poder operar de forma segura».

En definitiva, y por si quedaba alguna duda, ser instrumentista es sinónimo de emoción. Eso sí, con cabeza. Todo el mundo puede dedicarse a esto, pero «siempre y cuando tenga una actitud firme ante cualquier responsabilidad».

Qué hay que estudiar

Un instrumentista debe haber cursado los dos años del Grado Superior de Formación Profesional en la especialidad de Regulación y Control (hoy desaparecido) y de Automatización y Robótica Industrial. Esta formación se imparte en el Institut Comte de Rius de Tarragona, Jaume Huguet de Valls, Andreu Nin de El Vendrell y Domènech i Montaner de Reus.

El perfil

- Nombre: Eloi Girol Moreno

- Edad: 30 años

- Ocupación: Oficial de 1ª Instrumentista

- Años de experiencia: 9 años

- Empresa: Siemsa

- Banda salarial: Entre 24.000 y 34.000 euros brutos al año