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    Javier Sancho: «Estudiamos la posibilidad de alguna nueva planta en Tarragona»

    Director del Complejo Industrial de Repsol en Tarragona y vicepresidente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT)

    08 abril 2024 12:39 | Actualizado a 08 abril 2024 12:44
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    El complejo industrial de Repsol en Tarragona acaba de terminar la parada programada de mantenimiento de las unidades de OPSM y derivados del área de química derivada. Iniciada el 15 de enero y finalizada el pasado 18 de marzo, ha contado con una inversión de 150 millones de euros, el mayor presupuesto de una parada en la historia de esta empresa en Tarragona.

    Cincuenta millones de euros para mantenimiento y otros cien millones destinados a inversiones. ¿Qué persiguen estas inversiones adicionales?

    Si me permite una previa, cuando hablamos de la parada programada en el complejo industrial [de Repsol en Tarragona], hay que distinguir tres grandes bloques en él: la refinería, el cracker y la planta de olefinas, y en tercer lugar la química derivada. En nuestra política de integridad de las instalaciones, queremos alcanzar un ciclo operativo continuo de seis años en cada bloque, con lo cual paramos cada uno de ellos cada seis años, intercalándolos cada dos años. En 2022 fue la refinería, en 2024 ha sido la gran parada de la química derivada, y ya estamos trabajando en la gran parada de la planta de olefinas, en abril de 2026.

    En todos los casos, se entiende que con una estrategia común. Si el objetivo para toda la industria europea es llegar a 2050 con neutralidad climática, ¿en qué punto se encuentran?

    En la estrategia de este complejo hay un compromiso firme en la reducción de las emisiones de CO2 hasta 2050, pero eso no es algo que se pueda hacer de un día para otro. La referencia que tomamos fue la del año 2016, cuando ya llevábamos muchos años reduciendo emisiones y aplicando mejoras de eficiencia energética. Pero, en base a los indicadores que teníamos ese año 2016, pusimos una serie de metas para la reducción de emisiones en 2025, 2030, 2040 y 2050.

    El año 2025 está al caer...

    Hemos de ser capaces de ir cumpliendo estas metas de reducción de emisiones, y lo que nos permite hacerlo son estas grandes paradas. De ahí esas inversiones en grandes mejoras de seguridad, medio ambiente y eficiencia energética, que se suman a las inspecciones oficiales de equipos, plantas e infraestructuras, para garantizar una operación segura, eficiente y más óptima durante los próximos seis años.

    «La transición energética conlleva una necesidad de incremento del plástico: la necesidad de poliolefinas está aumentando en el mundo»

    ¿La descarbonización del Polígono Norte pasa por su electrificación?

    El Polígono Norte ha de reducir sus emisiones de CO2, sí o sí, pero hay muchas palancas para ello. Una es la electrificación. Otra, la reducción de emisiones. Otra más, la substitución de los combustibles fósiles por otras materias primas. La electrificación es parte de la solución, pero no nos llevará por sí sola a descarbonizar el Polígono Norte. Además, hay procesos que, de forma inherente a ellos, generan CO2, con lo cual son necesarias otras soluciones, como la captura y uso de CO2, que pensamos que será una materia muy valiosa de cara al futuro.

    ¿Todo se limita a descarbonizar?

    No solo. Cuando hablamos de transformación del complejo, estamos hablando de reducción de emisiones, por supuesto, pero también hay una pata muy importante, que es la mejora de la competitividad, con diferenciación de productos.

    ¿Esa es la base de la futura competitividad, trabajar en productos diferenciados?

    Sin duda. En Europa, las empresas químicas no pueden competir por precio, por eso tenemos que ir hacia esa diferenciación, y ese es el motivo de que tengamos un plan de mejora de instalaciones industriales y nuevas plantas.

    ¿Qué nuevas plantas son esas?

    En una primera fase, son tres proyectos. El primero es una inversión que ahora estamos poniendo en marcha, y que es la modificación de la planta de polioles poliméricos para la fabricación de un nuevo producto enfocado al confort, con aplicaciones en el mobiliario. El segundo es un nuevo reactor para fabricar polipropileno de alto impacto, orientado al sector automovilístico, porque los coches eléctricos necesitan reducir peso, y eso se consigue con el uso de plásticos. Fíjese que la transición energética conlleva una necesidad de incremento del plástico: la necesidad de poliolefinas está aumentando en el mundo.

    Con un presupuesto total de 150 millones de euros, esta parada programada ha sido la mayor de la historia del complejo de Repsol en Tarragona en cuanto a su presupuesto

    ¿Más plásticos, pero más especializados?

    Efectivamente. Y ése es también el caso del tercer proyecto que tenemos aprobado, con una nueva planta de producción de polietileno, en este caso dedicado al mercado de los cables eléctricos de alta tensión, que van recubiertos con un plástico aislante que se fabricará en salas blancas, como las que utiliza la industria farmacéutica, y que esperamos poner en marcha en 2026. Todo esto, de forma conjunta, ya supera una inversión de 90 millones de euros.

    Pero están hablando de nuevos proyectos. ¿Es así?

    Hay una segunda fase, con unos proyectos que están en fase de viabilidad y estudio, porque trabajamos en continuo. En las inversiones, hemos de superar tres palancas: tener la tecnología, que haya clientes, y que haya una seguridad jurídica-fiscal que te lo permita. En este marco, estamos estudiando la posibilidad de que alguna nueva planta venga a Tarragona, pero competimos con otros centros.

    Y en esa competición, ¿cómo están posicionados?

    Tenemos una ventaja competitiva: hay pocos complejos industriales en el mundo que tengan las tres grandes áreas que le describía (refinería, cracker y química derivada) en un mismo lugar, y eso nos da volumen.

    Pueden tener la tecnología, los clientes potenciales... ¿cómo perciben la seguridad jurídica a la que alude usted?

    Si hablamos de seguridad jurídica-fiscal desde el punto de vista de la Administración Pública, en Tarragona tenemos una serie de inversiones muy relevantes [en las que participa Repsol], como son la Ecoplanta y la planta de producción de hidrógeno verde de 150MW, con una inversión conjunta de 1.100 millones de euros. Son dos proyectos que han sido clasificados como estratégicos por el Govern de Catalunya, lo cual permite la aceleración de los trámites administrativos, y reconocidos por la Comisión Europea con fondos de innovación. Tener dos proyectos con ese reconocimiento es un hito.

    «En Europa, las empresas químicas no pueden competir por precio, por eso tenemos que ir hacia la diferenciación»

    Pero la posibilidad de que el Gobierno de España convierta en permanente el impuesto extraordinario sobre la banca y las energéticas hace peligrar esas inversiones. ¿Es así?

    Estos proyectos están pendientes ahora de que se lleven al Consejo de Administración [de Repsol], y [su futuro] dependerá de la seguridad fiscal. Lo que nosotros pensamos es que el impuesto a las energéticas ha de tener en cuenta la particularidad de cada empresa, y ese impuesto ha de tener en cuenta a las empresas que trabajan con inversiones reales, con empleos de calidad.

    ¿Están congeladas estas inversiones?

    No están paradas, continúan en fase de evaluación, cumpliendo metas, pero no podemos asegurar si se podrán hacer o no, porque depende de ese tercer filtro de seguridad jurícica-fiscal.

    Hay un cuarto filtro, al que usted suele referirse como ‘licencia social’: ese ‘crédito’ para operar que la sociedad otorga o retira a la industria, en función de sus actuaciones. ¿En qué punto se encuentra?

    La licencia social para operar la hemos de mantener día a día, con un foco importante en ser respetuosos con el territorio, no generando molestias, y en este sentido tenemos iniciativas que son únicas, tanto en la minimización de la pérdida de pellets como con una herramienta como el Observatori de la Qualitat de l’Aire, que es único a nivel mundial.

    Con este observatorio acaban de publicar, por primera vez, un año entero de monitorización del 1,3 butadieno. ¿Por qué esta iniciativa?

    Para empezar, este observatorio, que nació en el año 2018, es una iniciativa que surgió para dar respuesta a una preocupación del territorio, y es algo único, que no existe en ningún otro site de producción del mundo. Con él, llevamos cinco años seguidos monitorizando la calidad del aire del Camp de Tarragona.

    En los días de máxima afluencia durante la parada, han accedido al complejo industrial más de 4.500 personas

    ¿Y qué nos dice esa monitorización?

    Nos dice que la calidad del aire del Camp de Tarragona es buena, con unos datos de compuestos orgánicos volátiles en niveles aceptables y muy por debajo de lo que marcan los límites legales. Ahora hemos planteado otro estadio, que es monitorizar las puntas episódicas, que es la mejor forma de mejorar y tener un conocimiento más preciso de cuál es el impacto de las actividades industriales, humanas y logísticas, para definir las mejores inversiones. Por eso escogimos el 1,3 butadieno, y después de un año el mensaje es de tranquilidad, porque en un 99% de los casos no hemos detectado ninguna punta episódica.

    ¿Qué sucede con ese 1%?

    Cada vez que se detecta una punta, nos tenemos que activar e intentar arrojar luz para ver si hay alguna operación que haya sido causante o no de esa punta. Estamos muy satisfechos de cómo ha ido el observatorio, pero tenemos que recordar que la responsabilidad y el control de las emisiones es de la Administración. El Observatori, en ningún momento sustituye la Taula de Qualitat de l’Aire, que es el órgano rector.

    La industria dirá que este ejercicio lo hacen por transparencia, alguien pondrá en duda la ‘cocina’ de las cifras y hablará de Green Washing...

    El Observatori de la Qualitat de l’Aire es un caso clarísimo de compromiso y de valentía. Repsol llega a un acuerdo, con el apoyo de la AEQT, pero la coordinación es del Institut Cerdà y la dirección científica de la Universitat Rovira i Virgili (URV). En ningún momento Repsol interviene en cómo hay que tomar las muestras, dónde o cómo se deben analizar. El 1,3 butadieno lo escogió la URV, que es quien lleva el liderazgo, con una sensibilidad a la preocupación en el entorno sobre este compuesto concreto. Y si hablamos de Green Washing, es porque se ponen en duda los datos, y eso sería criticar el trabajo de la URV, que es un referente mundial en la vigilancia ambiental.

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