La ciudad equilibrada

Desde 2015, las principales ciudades del mundo atraviesan un proceso de reinvención

10 mayo 2021 10:52 | Actualizado a 11 mayo 2021 07:21
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Desde 2015 las principales ciudades del mundo, en su meta por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), vienen atravesando un proceso de reinvención que ha impulsado el aumento de ciclovías, la peatonalización y zonas verdes multifuncionales. Desde entonces, se debate sobre cuál será el modelo urbano más efectivo para superar los principales problemas que amenazan a las ciudades en términos sociales, económicos y ambientales.

La disputa está entre la ciudad compacta, la cual se distingue por su densidad poblacional, crecimiento vertical, mezcla de usos de suelo, proximidad entre la vivienda, el trabajo, los servicios, el comercio y los centros culturales, así como por la reducción de la movilidad mecánica y la calidad de los equipamientos urbanos. Y la ciudad difusa o extendida, caracterizada por su crecimiento horizontal, suelo especializado, descentralización urbana, espacios verdes, así como baja densidad y edificabilidad.

Ambos modelos presentan elementos positivos y negativos, por lo que conviene revisar las consecuencias de decantarse por uno u otro de manera absoluta. Por ejemplo, las ciudades compactas pueden generar discriminación urbana (expulsión de los que menos tienen), congestión, polución, hacinamiento y presión en los servicios esenciales. Asimismo, las ciudades difusas amenazan al medio ambiente por su alto consumo de suelo y energía, mayores desplazamientos y falta de cohesión social. Además, las problemáticas de ambos modelos pueden desembocar en la violación del derecho a la ciudad, o sea, el tener la posibilidad a acceder a todo lo que la ciudad a uno le pueda ofrecer.

A pesar de ello, el modelo de ciudad compacta se presenta como la opción más sostenible en lo ambiental y social, especialmente ante el pronóstico de la ONU de una población urbana mundial del 68% para 2050, así como atendiendo a las recomendaciones de la Nueva Agenda Urbana (Hábitat III) de limitar la expansión de las ciudades y optar por el diseño urbano compacto e integrado.

De hecho, respecto a Tarragona, el Arq. Eric Casanovas, en su artículo de opinión para este mismo periódico del 27-4-2021, ha destacado la necesidad de redensificar la ciudad acogiéndose a la compacidad urbana por su capacidad para solucionar problemas medioambientales, de descentralización y encarecimiento de la vivienda, proponiendo aprovechar viviendas de grandes dimensiones para alcanzar doblar el parque residencial sin incrementar el suelo urbano. Ahora bien, para alcanzar dichas ciudades sostenibles, también se han de tener en cuenta los referidos problemas que derivan de la alta densidad, la necesidad de disponer de espacios verdes, así como las debilidades presupuestarias de las entidades públicas, además de la necesidad de preservación de los derechos privados (por ejemplo, no pueden dividirse casas, así como así).

Por lo tanto, para alcanzar la ciudad equilibrada, será necesaria la adopción de medidas de limitación del crecimiento urbano, la integración de espacios verdes, contando con la iniciativa privada, de manera que el suelo liberado por el diseño compacto, debería cubrir no solo la función de vivienda, sino también la de recreo, trabajo y circulación, como ha referido Noguera (2018) al tratar la ciudad moderna. De lo contrario, las personas volverían a huir a una nueva periferia. En este sentido, algunas ciudades empiezan a implementar programas de reorganización policéntrica para la construcción de la ciudad compacta, basados en la proximidad de los centros económicos, residenciales y sociales, andando o en bicicleta, como París con ‘la ciudad de 15 minutos’.

De manera que, en mi opinión, el debate no debe ser entre un modelo urbano u otro, sino entre las posibles estrategias con las que se podrá lograr un equilibro entre el espacio urbano y el natural.

Maridalia Rodríguez-Padilla es investigadora postdoctoral Cátedra UNESCO de Vivienda (URV)

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