Transformar o quedar en fuera de juego

Desde hace tiempo, nos hemos acostumbrado a los cambios y hemos aceptado la incertidumbre como un escenario natural. Según William James, en su obra Principios de la Psicología, publicada en 1890, se requieren unos 21 días para que el cerebro se adapte a un cambio, debido a que los asimila de forma gradual. Sin embargo, la cifra de días puede variar de persona a persona. Al principio, el cerebro almacena la información como aprendizaje y después de los 21 días, se convierte en un hábito.

En las últimas dos décadas, hemos experimentado varias crisis, algunas previsibles, como la de las puntocom y la inmobiliaria, lo que nos permitió prepararnos para minimizar sus impactos. Sin embargo, en la actualidad, enfrentamos crisis imprevistas e inmediatas, como la pandemia de Covid-19, el encarecimiento de las materias primas, la falta de abastecimiento a nivel mundial y la crisis energética, que muestran sus síntomas rápidamente y de improviso. Estas crisis son similares a un terremoto, ya que no dan señales iniciales, nos sacuden y destrozan nuestros planes, e incluso inestabilizan financieramente. Como resultado, debemos reconstruir nuestros planes de acción rápidamente para poder dar una imagen de normalidad en medio de la incertidumbre.

Podemos definir el escenario actual como el terreno de juego en el que participamos, el cual es resultado de un mundo interconectado, globalizado, digitalizado y acelerado que dificulta el control de los mercados, organizaciones y equipos debido a las interacciones variadas e imprevisibles durante un periodo de tiempo menor.

Hoy debemos adaptarnos al tiempo individual y globalmente, aumentando nuestra capacidad de aprendizaje y resiliencia. De esta manera, en lugar de formar hábitos, estamos constantemente aprendiendo y generando acciones para nuevos escenarios inciertos.

Esto conlleva, especialmente en el área comercial, que se requiera de profesionales con un alto compromiso, conocimiento de la identidad corporativa, herramientas, recursos y medios necesarios para alcanzar los objetivos establecidos. A su vez, han de tener la capacidad de adaptarse constantemente, ajustando el tiempo y los recursos que disponen de manera efectiva.

Dichos perfiles, conocidos como profesionales líquidos y de Alto Rendimiento, se diferencian por reunir cuatro requisitos:

-Comparten una visión corporativa, entienden el plan de la empresa y los recursos que implican dicho plan; con lo que pueden proceder al logro del objetivo marcado con la adaptación y la eficiente gestión de las herramientas y recursos que disponen.

-Tienen una elevada capacidad de aprendizaje y constancia, para poder entender el contexto macroeconómico y microeconómico, teniendo la capacidad de transformar en escenarios a tiempo real para la toma de decisión, siguiendo los objetivos generales.

-Son profesionales claros y directos, porque el resto de su equipo es conocedor de sus aprendizajes y comparten toda la información, para facilitar la instrucción al equipo, mediante la transparencia y trabajo colaborativo.

-Son rápidos y asertivos, porque saben que el escenario cambia aceleradamente y si pueden aprovechar la oportunidad de reaccionar con rapidez podrán conseguir un mayor impacto.

En este contexto, el tiempo es el factor más importante, y podemos aprender de otros profesionales que compiten contra el tiempo, como los deportistas de élite. Los deportistas miden su rendimiento y elaboran planes de entrenamiento para mejorar su efectividad y constancia. De esta manera, aprenden a enfrentar desafíos y mejorar constantemente.

En una entrevista, Pau Gasol afirmaba: «El mundo cree que lo mejor son las victorias y lo peor las lesiones. Lo importante es el camino, lo que haces día a día para poder alcanzar el éxito».

Es fundamental para las empresas comprender el entorno en el que se desenvuelven, identificar oportunidades de mejora y optimizar su rendimiento y eficacia para poder competir en el mercado. De lo contrario, corren el riesgo de ser desplazadas o quedar fuera del mercado ante constantes cambios disruptivos en el mismo.

Eduard Bellés es profesor de ESIC Barcelona