Incertidumbre. Si en algún sector cobra toda la dimensión este concepto es en la industria turística. La asociación empresarial Exceltur -que agrupa a empresas líderes en España en la cadena de valor turística, con representantes del transporte aéreo, ferroviario, marítimo y terrestre, alojamiento, agencias de viajes y tour operadores, medios de pago, alquiler de coches y centrales de reservas- alertaba hace pocos días de que, si nada cambia, entraremos en un escenario en el que a finales de año el PIB de la actividad turística en España habrá caído un 81,4% respecto al año 2019.
Son, según los cálculos de esta asociación empresarial, 124.458 millones de euros menos para el conjunto del Estado, que en el caso de Catalunya serían 25.218 millones de euros, con un descenso respecto al año 2019 del 83,8%. Cifras muy concretas, aunque con matices. Los escenarios son cambiantes, como cambiante es la evolución de la pandemia mundial y las medidas que día sí, día también, adoptan los gobiernos. En este contexto, se piden certezas que nadie se ve capaz de dar, aunque pocos dudan de que estamos ante una temporada de verano que va a ser, como mínimo, muy baja.
Exceltur cifra en un 83,8% la caída del PIB turístico en Catalunya a finales de este 2020 (en relación a las cifras de 2019) si se mantienen los actuales escenarios«Más allá del diagnóstico, que no puede ser más que negativo por haber llevado a cero la actividad turística, de cara al verano nos encontramos ante una incertidumbre enorme», explica Óscar Perelli, director del Área de Estudios de Exceltur. Una incertidumbre que, en primer lugar, es «administrativa», según este profesional. Todo está pendiente, prosigue, de «dónde empiece y cómo empiece la temporada», con lo que «el verano será según cómo decida el gobierno de España y de cómo se produzca la fase de desescalamiento».
«Sin calendario es difícil hacer previsiones», resume Perelli. Una opinión compartida por Joan Miquel Gomis, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y director del programa de Turismo en esta misma universidad: «esta emergencia sanitaria no tiene fecha de caducidad, incluso cuando se encuentre la vacuna; y desde luego el turismo es uno de los sectores más afectados por esta crisis, junto a los deportes masivos, la música en directo y todo aquello relacionado con la movilidad y las aglomeraciones de personas».
Este profesor de la UOC coincide en «la importancia que tiene el papel de las decisiones de administraciones públicas en esta crisis, que condicionarán la vuelta a la normalidad y que, una vez se vaya restableciendo, serán responsables de establecer normas, controles sanitarios... y todo eso en un entorno de incertidumbre muy importante».
"El reto es que la percepción de seguridad se extienda a toda la cadena de valor" (Óscar Perelli, Exceltur)«La cuestión -explica Joan Miquel Gomis, de la UOC- es que no tenemos fecha de caducidad, mientras que el factor clave es la duración de la situación de emergencia. Si dura dos o tres meses, las consecuencias serán unas. Si dura diez meses, habrá más consecuencias. Por eso la prioridad de la Administración Pública debe ser mantener las empresas y los puestos de trabajo».
Un extremo que comparten en Exceltur, donde Óscar Perelli advierte de que «en caso de que no se pueda abrir, reclamamos un plan específico para las actividades turísticas porque, lamentablemente, lo último que se va a recuperar son las acciones turísticas».
Recuperación larga
La consultora DNA Turismo y Ocio divulgó hace unos días una encuesta realizada a más de 600 profesionales de toda la cadena de valor turística en la que más de la mitad de los encuestados situaban entre el próximo invierno y la primavera de 2021 el principio de la recuperación del sector.
En concreto, un 26% establecía este horizonte a lo largo de diciembre de 2020, enero y febrero de 2021, mientras que otro 29% lo fijaba en los meses de marzo, abril y mayo de 2021. Un 2% llegaba incluso hasta el verano de 2021.
La duración de la emergencia sanitaria condiciona el impacto sobre el turismoRandstad Research coincidía, en una estimación de la recuperación de las actividades económicas tras el periodo de confinamiento e hibernación económica provocada por la crisis de la Covid-19, en que «el sector del turismo será el más afectado por esta situación, ya que muchas de sus actividades no van a recuperar los niveles anteriores a la crisis hasta, por lo menos, el primer trimestre de 2022».
En esta recuperación escalonada de la actividad, Randstad Research estima que los servicios de comidas y bebidas podrían ser los primeros en recuperar sus niveles previos a la Covid-19, situando la fecha entre el cuarto trimestre de 2021, en el mejor escenario, y el primer trimestre de 2022, en el peor.
La recuperación completa del transporte aéreo no llegaría hasta el primer trimestre de 2022, mientras que los servicios de alojamiento y otras actividades relacionadas con el turismo no volverían a sus valores precrisis hasta por lo menos el segundo trimestre de 2022 (en el mejor escenario) o el cuarto trimestre de 2022 (en el peor escenario).
Proximidad
Con independencia, sin embargo, de cuándo empiece la desescalada y cuándo llegue la recuperación total, ya se perfilan con claridad algunos segmentos de mercado mejor posicionados que otros. Así, en la encuesta de DNA Turismo y Ocio, los profesionales del sector señalan el turismo rural y de naturaleza como el que previsiblemente primero alcanzará la recuperación, seguido por el de sol y playa, en segundo lugar, y por el turismo de salud y bienestar, en tercera posición. Los últimos en recuperarse, según las opiniones de estos profesionales, serían el turismo de viajes corporativos y el turismo de reuniones.
Por destinos y oferta, los primeros en recuperarse serían «los que tengan un portafolio de ofertas y experiencias basado en productos al aire libre y en contacto con la naturaleza», así como «los destinos que reciben turismo nacional, y que no hayan dejado de comunicar y comercializar su oferta en el mercado nacional y de proximidad», mientras que «los destinos y oferta que han trabajado de forma prioritaria por captar turismo internacional desde el punto de vista de marketing y comercialización se recuperarán más lentamente».
Joan Miquel Gomis, de la UOC, adelanta que una secuencia lógica de la vuelta a la normalidad en el sector turístico llevaría a que «primero se restableciesen los vuelos domésticos, después los vuelos con Europa, después los internacionales... ¿Pero cómo se hace esto? ¿Esos vuelos tendrán que ir al 50% de ocupación para mantener las distancias? ¿El precio de los billetes subirá? ¿Cambiarán los protocolos de acceso al avión, igual que sucedió tras los atentados del 11 de septiembre en EEUU? ¿Ahora tendremos que añadir controles sanitarios a los controles de seguridad? Son solo algunos ejemplos de las cuestiones que van a plantearse».
"Si esta situación se prolonga, habrá un cambio en los valores de la gente" (Joan Miquel Gomis, UOC)En las primeras fases de la desescalada «se va a permitir cierta movilidad de proximidad», vaticina Óscar Perelli, de Exceltur, que reconoce que «la gente se va a encontrar más cómoda en un entorno donde van a compartir el espacio con gente conocida, moviéndose en coche y con más presencia de viviendas y apartamentos de uso turístico». También de casas rurales. El reto, según Perelli, es «que esa percepción de seguridad se extienda a toda la cadena de valor».
De lo contrario, la caída del PIB turístico difícilmente se va a amortiguar. «La mayoría de la actividad -recuerda Óscar Perelli, de Exceltur- se genera por la industria turística. Si esa actividad es ir a una casita rural, dar un paseo por el campo y comprar en el supermercado, el impacto económico es muy bajo, porque aquí hay poca actividad económica y poco empleo vinculado».
«La vuelta a la normalidad será progresiva y lo que más tardará en recuperarse serán los viajes de larga distancia», coincide Joan Miquel Gomis, de la UOC. «La gente -prosigue- se lo pensará mucho, pero todos tenemos unas ganas locas de salir fuera de casa, dar una vuelta por la montaña, hacer turismo... y lo primero será la proximidad: con mi coche, a máximo dos horas de casa, en una casa de turismo rural. Ese es un punto por el que empezará a abrirse. Si eso se garantiza, es lógico pensar que los establecimientos de proximidad sean los que tengan más afluencia».
La Guia oficial d’establiments turístics editada por la Generalitat de Catalunya muestra una oferta de alojamiento diversificada en las comarcas del sur de Catalunya. Con 126 establecimientos registrados, el Tarragonès lidera en hoteles, mientras que a la cola queda el Alt Camp, con 6 hoteles dedicados al turismo. Una situación que se invierte cuando se miran los establecimientos de turismo rural, con el Alt Camp líder (56) y el Tarragonès en última posición (13).Klaus Ehrlich, secretario general de EuroGites-European Federation of Farm and Village Tourism, una federación que agrupa en Europa a 35 organizaciones de propietarios de establecimientos de turismo rural, con más de 100.000 establecimientos presentes en 28 países, admite que «todo lo que es turismo personalizado no masivo tiene ahora una oportunidad de crearse un mercado, porque la gente no puede ir a Benidorm».
«Si conseguimos convencer a una parte de esta gente que vendrá -prosigue Ehrlich-, que nunca hubiera ido a un pueblo pero que ahora lo hará, nos crearemos un mercado de futuro». De aquí a que vaya a haber un cambio radical en la forma en que en un futuro entendamos el turismo, sin embargo, hay un buen trecho. «Hay mucho wishful thinking sobre eso», señala Ehrlich, que vaticina que cuando esta crisis pase «todo volverá a lo que era».
"Todo lo que es turismo personalizado no masivo tiene ahora una oportunidad" (Klaus Ehrlich, EuroGites)«En hotelería más tradicional -prosigue- esta situación dará un empujón a hacer lo mismo con menos gente, con más sistemas automatizados, lo cual para el empleo será un desastre», vaticina el secretario general de EuroGites. «En este sentido, en nuestro sector [de turismo rural] no se verá mucho impacto, y pienso que, siguiendo una serie de requisitos, el turismo rural podrá trabajar este verano», explica.
«No va a ser una avalancha -prosigue-, pero habrá más afluencia por la falta de alternativas para mucha gente. Ir a la playa con mamparas no es tan atractivo. En ese sentido, nos beneficia porque nos permite captar a esa gente». Pero alerta: «Nuestro sector a menudo vive más de lo que quisiera que fuera el mundo que de aceptar que esto es un negocio, y aquí la oportunidad que da tener más demanda es una: aprender lo que la gente quiere, con otro tipo de cliente que hasta ahora no venía. Yo veo la oportunidad de abrirnos a una clientela que no se lo plantearía».
Reinvención
Ignacio de las Cuevas, director de Operaciones del departamento de Innovació Turística del centro tecnológico Eurecat, destaca que «está claro que esta situación es un toque de alarma y una oportunidad para reinventar y reconducir todos aquellos errores que se han cometido en el pasado».
«Es momento -sostiene- de una mayor autocrítica y de una transición hacia la sostenibilidad y la inclusividad, y de hacerlo todo a partir de la digitalización». Sobre el perfil de destino que va a tener mayores oportunidades a lo largo de estos próximos meses, coincide en que «todos los ciudadanos estamos en casa, y por lo tanto visitaremos destinaciones que nos den más confianza: será un turismo de proximidad, muy local, regional».
«Habrá una recontextualización del producto turístico -pronostica-, donde en el turismo de masa ahora se pondrá mucha atención en dónde va y cuándo va, apoyándonos mucho en la tecnología, con mapas de calor para ver dónde hay más concentraciones de personas, dónde puede haber gente contagiada... Vamos a ver muchos controles, hasta el punto de certificar que en los últimos dos días hemos sido testeados. Eso es algo muy difícil de controlar, y levantará muchas ampollas».
Sobre la recontextualización de los productos turísticos, Ignacio de las Cuevas explica que «las empresas que quieran atraer o fidelizar clientes tendrán que pensar en qué producto lo basan, y eso pasará por volver a la esencia. Gana peso el turismo familiar, porque viajaremos más con la familia y menos con los amigos. También el turismo rural, el slow tourism y el turismo de desconexión».
"Veremos niveles de sostenibilidad, inclusividad e higiene que nunca habíamos tenido" (Ignacio de las Cuevas, Eurecat)«Quizás en dos o tres meses -explica Ignacio de las Cuevas, de Eurecat- tendremos la necesidad de ir a sitios con menos conexión a Internet, para reconectar con la naturaleza, y se hará más intenso el transporte más lento, como el tren, para llegar a lugares donde los aviones no pueden llegar».
«Por último -añade De las Cuevas- tenemos el turismo del bienestar, con gente que se cuidará mucho, que cuidará su salud. eso incluye el turismo gastronómico y las pequeñas instalaciones, muy boutiques, con un nivel de higiene y calidad más alto. Viajaremos por un motivo y evaluaremos mucho dónde vamos, consultando foros, herramientas tecnológicas...».
Futuro
¿Qué quedará de todo esto cuando todo entre en la nueva normalidad post Covid-19? ¿Vamos a ver un turismo distinto? «Hay dos visiones», explica Joan Miquel Gomis, de la UOC. Hay una primera visión que dice que a la que se encuentre la vacuna, la gente volverá a lo mismo. Hay otros, en cambio, que dicen que dicen que supondrá un cambio en la escala de valores de la gente. Yo pienso que dependerá de la duración».
«Si esto dura un año o más -reflexiona Gomis-, yo estaría entre los que piensan que afectará a esa escala de valores, y personalmente a mí me gustaría que se produjese ese cambio y que se valorasen otras cosas. Me gustaría que esta situación acelerase los procesos en cuestiones de sostenibilidad. Ya había un debate sobre ello a raíz de la masificación turística, y puede ser que ahora nos abramos a un cambio de mentalidad».
La sostenibilidad y la digitalización serán factores clave a corto plazo para esta industria«Si hay turismo -reflexiona Óscar Perelli, de Exceltur- es por las ganas por conocer que tienen las personas, y eso se va a conservar e incluso a multiplicar. Cuando la deseada vacuna sea una realidad, vamos a volver a la situación previa en cuanto al disfrute de la experiencia turística, pero deberíamos ser capaces de aprovechar ese tiempo de cierre para llevar a cabo formación y capacitación de los trabajadores que necesariamente van a tener que estar en casa, y por regenerar destinos de los años 60 y 70 que necesitan inversiones públicas para ello, empezando por esta temporada en la que todo va a estar parado».
«Muy probablemente -resume Ignacio de las Cuevas, de Eurecat- nada será como hasta ahora. Estamos cerrando la página de un capítulo, y creo que habrá una fuerte apuesta, apoyándonos en la automatización de procesos y en un uso intensivo del Big Data y la Inteligencia Artificial, para que todo lo que se haga garantice un mínimo de riesgo, con niveles de sostenibilidad, inclusividad e higiene que nunca habíamos tenido».