La Tarragona antifascista levanta su voz durante el pleno

Una treintena de personas se manifestaron en la Plaça de la Font por la irrupción de Vox en el Ayuntamiento. Mientras tanto, en el salón de actos, el alcalde Viñuales recibía el voto más tierno para su investidura

17 junio 2023 20:31 | Actualizado a 18 junio 2023 06:00
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El guión estaba escrito. En Tarragona, las elecciones del 28-M dejaban una clara victoria socialista y los de Rubén Viñuales ayer se preparaban para una investidura plácida, con el cartapacio repartido y el traspaso de carteras hecho. Con este telón de fondo, el regreso del PSC a la Plaça de la Font después de cuatro años se presentaba como una película de sábado por la tarde, faltada de grandes sorpresas y sin giros en la trama, como pasaría más tarde en Barcelona.

Cuando faltaban pocos minutos para las once y media de la mañana hacía acto de presencia el secretario general del PSC, Salvador Illa, quien fue uno de los primeros invitados en llegar a la investidura. Viñuales ya hacía rato que estaba dentro del Palau Municipal, por lo que nadie de su partido acudió a recibir al líder de la oposición en el Parlament. Lo aprovechó el representante de Pimec Comerç en Tarragona, Florenci Nieto, quien fue el encargado de darle la bienvenida.

Poco a poco empezaban a hacer acto de presencia los 27 concejales y ni rastro de la manifestación convocada por la red Antirracista de Tarragona para protestar por la entrada de los tres concejales de Vox al Ayuntamiento. De hecho, estos ya estaban dentro cuando llegaba una docena de personas del movimiento Tarragona antifeixista con una gran pancarta. Les acompañaban miembros del Col·lectiu H2O y Gènere Lliure, y poco a poco el grupo fue creciendo hasta llegar a la treintena de personas.

Arriba, el pleno ya había empezado cuando se procedió a la lectura del manifiesto en el que defendían «los derechos básicos de la ciudadanía, plantando cara a las muestras de odio e intolerancia». Estos cargaron por la entrada del «machismo» y el «fascismo» en las instituciones y hubo un pequeño momento de tensión cuando llegaron a la plaza dos mujeres con banderas españolas que se plantaron a escasos metros del grupo.

Al final, el intenso calor que hacía en la plaza diluyó a los manifestantes, que dejaron colgada la pancarta entre dos farolas. Sin embargo, antes de que finalizara el pleno el personal de limpieza la había retirado. Lo hicieron bajo la atenta mirada del presidente del comité de empresa de Saneamiento Urbano, Ángel Martín de Sande, que había intentado subir a la investidura, pero las 160 sillas disponibles estaban reservadas para los familiares y miembros de los partidos más próximos, por lo que tuvo que quedarse fuera.

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Los allegados de segundo rango que no habían conseguido un puesto para verlo desde arriba podían seguirlo desde una gran pantalla que se situó en el Pati Jaume I. El espacio ofrecía un ambiente más distendido para los niños, que podían entretenerse sin la necesidad de permanecer callados. De hecho, más que un pleno de investidura aquello parecía un campo de fútbol, con gritos e insultos de una bancada u otra, en función de lo que iba sucediendo en el acto oficial. De hecho, en muchos momentos tan solo podía intuirse, ya que hubo problemas con el sonido de la tele y si podía seguirse lo que estaba pasando era gracias a la retransmisión en directo de Tarragona Ràdio y las imágenes de la tele.

Entre el público, la histórica sindicalista Teresa Fortuny, que había llegado tarde porque venía de la protesta de Stop Mare Mortum. Fortuny pedía «un frente antifascista con todas las izquierdas unidas» para hacer frente a la extrema derecha. «Que después de cuarenta años de gobiernos democráticos no se haya conseguido erradicar es muy preocupante. Tan solo hay que escuchar los disparates de lo de Valencia», decía.

Cristóbal Teruel lamentaba los resultados en Ponent, donde Vox consiguió ser segunda fuerza. «Son gente obrera, que vienen de la esencia de la izquierda y ahora han votado en masa a la extrema derecha, no se entiende».

Mientras tanto, en el salón de actos el pleno seguía su curso. Una de las imágenes de la investidura la protagonizaron las hijas de Viñuales, que en el momento de la votación también levantaron la mano cuando escucharon el nombre de su padre, que minutos más tarde se convertiría en el futuro alcalde.

Más allá del propio protagonista, los que siempre viven estas situaciones de una forma muy especial son los padres. Tras la finalización del pleno y mientras su hijo ya estaba en el despacho de alcalde haciendo entrega de las varas a sus tenientes de alcalde, Antonio Viñuales se movía sin acabarse de creer lo que pasaba a su alrededor. «Quien lo sigue lo consigue», decía Antonio. Y es que el niño de Campclar que ayer reivindicó sus orígenes obreros y humildes será en los próximos cuatro años el máximo representante de Tarragona, devolviendo el poder a los socialistas.

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