‘Operación Fortune: el gran engaño’: thriller de acción y espías de Guy Ritchie

Coincidiendo casi con el estreno del año, Guy Ritchie -conocido en muchos ámbitos por ser exmarido de Madonna- llega para estrenar también su última y divertida locura. Aubrey Plaza (The White Lotus), Jason Statham, Hugh Grant y Josh Hartnett encabezan el reparto de esta nueva comedia de acción de Ritchie, el director de títulos como Snatch, cerdos y diamantes (2000), Lock & stock (1998), RocknRolla (2008), las dos entregas de Sherlock Holmes (2009 y 2011), Operación U.N.C.L.E. (2015), The Gentlemen: Los señores de la mafia (2019), la versión con actores reales de Aladdin (2019) o Despierta la furia (2021). El cineasta de Hatfield acostumbra a ofrecer cine divertido, lleno de acción y con trampas en el guion para tener al espectador tratando de desentrañar el trasfondo de lo que realmente ocurre.

Y Operación Fortune: el gran engaño no va muy lejos de los planteamientos habituales de Ritchie. O sea, que si lo que quiere es pasárselo bien durante dos horas con humor, acción y una trama en la que el reparto esconde malas (o buenas) intenciones, esta película va que ni pintada. Añádanle que el elenco está hecho en justa medida, con actores bregados en la comedia y la acción.

Y, dado que Jason Statham pudo ser pero no fue un 007, Ritchie lo ha recuperado con un objetivo similar, dándole la oportunidad de meterse en la piel de Orson Fortune, un agente del MI6. Él y su equipo de agentes reclutan a una de las estrellas de cine más importantes de Hollywood para que los ayude en una misión encubierta. Tendrán que evitar la venta de una nueva tecnología de armas mortal, que amenaza con alterar el orden mundial.

Dado que el cineasta británico es hábil, logra que la función ruede perfectamente, especialmente para sus mayores fans. Consigue mezclar thriller, acción y esa comedia socarrona suya para dar como resultado un entretenido y efectivo pasatiempo al que no le faltan puntos de alta calidad y, sobre todo, donde vuelven a mostrarse los toques personales de Ritchie y su adicción por el thriller cómico repleto de momentos de acción.

Porque lo que busca el director británico es divertir y entretener. Sin más. Y sin complejo alguno. Es especialista en ello tras fracasos en otros géneros en los que no se ha sentido tan a gusto. Ahí están ejemplos como Rey Arturo: La leyenda de Excalibur (2017) o Barridos por la marea (2002). Ni el puro cine de acción o la comedia romántica parecen estar hechas para Ritchie, que sin embargo parece disfrutar como pez en el agua con Operación Fortune: el gran engaño.

El mejor arma, una buena frase

Aunque repleta de acción, el punto fuerte y más consolidado del filme son sus diálogos. Por eso, como suelen apuntar los críticos cinematográficos, siempre «la mejor arma de un guion es una buena e ingeniosa frase». Y de ellas está repleta Operación Fortune: el gran engaño. Frases que se disparan más rápido y son más lesivas que cualquiera de los proyectiles que salen de las armas de fuego. Son frases y diálogos lapidarios, a los que acompañan las habituales ‘slow motion’ y ‘running gags’ que logran la risa y carcajada del espectador. Ahí no solo Ritchie está en su salsa, también Jason Statham, Hugh Grant y una Aubrey Plaza que está espléndida.

En este cruce entre Muñeco diabólico y Annabelle, la película nos muestra a una brillante robotista, la cual ha decidido utilizar inteligencia artificial para desarrollar M3GAN, una muñeca. Tras recibir la custodia de su sobrina, la ingeniera decide utilizar a M3GAN para lidiar con la pequeña. Pero esta decisión le acarreará unas consecuencias inimaginables.

Criada entre caballos, Zoe lleva una vida feliz impulsada por el sueño de convertirse algún día en jinete. El caballo preferido de Zoe da a luz a un potro al que llaman Tempestad. Sin embargo, un grave accidente amenazará con poner todo eso en peligro.

Londres, años 50. Williams es un veterano funcionario enterrado bajo el papeleo de la oficina mientras la ciudad se reconstruye tras la II Guerra Mundial. Al recibir un demoledor diagnóstico médico, vacía su cuenta de ahorros y se dirige a la costa. Se promete hacer de sus últimos días un tiempo significativo.

Cuando María consigue un trabajo en el equipo de limpieza de la prestigiosa Academia de Bellas Artes de París, su vida da un vuelco. Inmediatamente se lleva bien con Hubert, el excéntrico conserje de la escuela, obsesionado con dominar los movimientos de baile de Elvis Presley.