La crítica, la vida

Añadiendo un libro sobre Antonin Artaud, Arnau Pons sigue su trabajo del lenguaje como responsabilidad infinita

30 octubre 2023 18:21 | Actualizado a 30 octubre 2023 18:23
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Poeta, traductor y ensayista, Arnau Pons nació en 1965 en Felanitx y, desde entonces, construye una obra escrita como un tridente, tres puntas afiladas que apuntan hacia un mismo objetivo mediante tres prácticas del lenguaje.

Por una parte, su obra poética va apareciendo con medidas gotas (“Desertar”, Lleonard Muntaner, 2010 y “Llum de ganivet”, Eumo ed., 2012) y rezuma con negrura la influencia principal del poeta Paul Celan, que tan bien conoce el mismo Pons. Es estremecedor -en sentimiento y pensamiento- leer sus poemas donde resuena profunda, en catalán, la poética celaniana recargada de una subjetividad contemporánea.

Son poemas de quirúrgico trabajo del lenguaje, a menudo siguiendo ese esquema dialogado donde el “yo” y el “tú” hurgan en las identidades, heridas y violencias de la subjetividad y del mundo. Ese hurgar crítico que, bajo otras formas, encontraremos en el trabajo de traducción y los ensayos del mismo Pons.

Paul Celan ha estado también en el centro del trabajo de traducción de Pons, su segunda acerada práctica del lenguaje. Inscribiéndose en un método de traducción que no puede sino entenderse desde un análisis riguroso de los poemas, Arnau Pons prosigue la filología crítica de su maestro Jean Bollack para ahondar en la singularidad de cada poeta y traducir según su “lengua” –la del poeta– en la propia lengua de llegada –un catalán punzante sin ser anticuado. Traducir es entonces un “desig d’altri”, como apunta en su libro “La traducción, la vida” (ed. Afers, 2020), deseo del otro en su singularidad contestataria, de lucha frente a una opresión. Porque Arnau Pons escribe poesía, decíamos, como traduce, es decir, críticamente: “Cada poema engospat, recobrat o transferit posa al descobert la història d’una opressió, d’una violència, d’una hostilitat, d’una lluita, i reorienta així la política del present que li toca afrontar. És d’aquesta manera que els meus poemes queden vinculats per sempre a tots els poemes que he traduït. I fan camí plegats, braç a braç.”

Desde una tercera práctica del lenguaje, asintótica con la poesía y la traducción, avanzando también brazo con brazo, Arnau Pons ha publicado recientemente un ensayo crítico titulado “Artaud, cruz entre dos rostros” (H&O editores, 2023). A partir de la comparación de dos retratos de Antonin Artaud –poeta, dibujante y ensayista “maldito” que experimentó los límites internos y externos de la locura–, Pons avanza en la interpretación de la vida y obra de Artaud para focalizarse en el acto de “renegar de sí mismo” que determinó un cambio de rumbo.

Más allá de los mitos a los que el mismo Artaud ha dado lugar -por su internamiento en psiquiátricos, su lucha contra las instituciones literarias, la radicalidad de sus textos-, Pons quiere iluminar así el carácter crítico de ese “renegar de sí”, de esa “autocorrección” que Artaud llevó a cabo. Es una cuestión de plasticidad, diríamos, esencia crítica de la subjetividad. De ahí surgió, lejos del embrujo de algunos libros, la conciencia de la responsabilidad infinita del poeta: responsabilidad contra toda absolutización, responsabilidad con las reivindicaciones revolucionarias del cuerpo, responsabilidad con la libertad emancipadora del arte.

Solo así debe entenderse ese malditismo de Artaud: es maldito quien maldice, quien afila su responsabilidad crítica en las piedras de la vida. La crítica, decíamos, la vida.

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