La moda 'curvy' no puede con la dictadura de las tallas

El ascenso a la fama de modelos de tallas grandes ha creado la ilusión de que la industria de la moda, por fin, se adapta a todos los cuerpos...Pero no se deje deslumbrar, la mayoría de las franquicias sigue sin pasar de la talla 42

19 mayo 2017 15:58 | Actualizado a 21 mayo 2017 13:16
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Repita conmigo: Las curvas están de moda, las curvas están de moda... Tampoco será difícil de creer si desde las portadas de importantes revistas de moda y hasta de Spots Illustrated le sonríen modelos de tallas grandes como Ashley Graham. Esta última, incluso, ya cuenta con una muñeca Barbie con sus mismas curvas.

Pero, ¿dónde acaba el marketing y dónde comienza la realidad? Elisabet Quesada, personal shopper y autora del blog Vístete que vienen curvas, considera que estos mensajes comienzan a tener cierta repercusión, pero están lejos de impactar en la industria. «El camino hacia la normalización de todas las tallas está lejos todavía. Ha habido como una revolución y las redes sociales le hemos puesto voz, pero ahora le toca al mercado apretar el acelerador».

Se refiere a que, salvo honrosas excepciones, la gran mayoría de las franquicias, especialmente las destinadas a jóvenes, no pasan en sus modelos de la talla 42.

Superada esa talla quedan pocas opciones como Violeta, la línea de tallas grandes de Mango (tallas 40 a la 52) y otras franquicias como C&A, H&M y Primark «que están en muchas ciudades grandes pero no llegan a todos lados».

A partir de allí quedan las tiendas de tallas grandes de toda la vida y «sus modelos de ‘señora grande’ que no se han adaptado al mercado, en los que apenas puedes encontrar las tendencias y que no pueden competir en precios con los gigantes de la moda». Y luego está, cómo no, internet, donde explica que la oferta sí es más amplia, «pero te privan del placer de irte de compras y probarte modelitos».

La dictadura de la delgadez

Marta Voltas, de la Fundación IMA (Imagen y Autoestima), explica que las modelos con curvas siguen llamando la atención como algo excepcional, no dentro de la normalidad.

La publicidad, sin ir más lejos, sigue mostrando el estereotipo de modelos demasiado delgadas. Y mírese si no el caso del anuncio de Zara que provocó un aluvión de críticas por animar a las mujeres a amar sus curvas, pero acompañaba la campaña con la foto de dos modelos delgadas que fácilmente podrían llevar una talla 34 o una 36.

En definitiva, parece más una estrategia de publicidad para adaptarse al concepto de moda curvy, de mujer real, pero solo como argumento de venta.

Magda Simó, conocida asesora de imagen y agente de modelos, explica que «la demanda de modelos en tallas curvy aquí es limitada. Sí que hay veces que se piden, pero en muchas otras ocasiones el cliente prefiere buscar una modelo no muy delgada, podría ser una talla 40-42, y luego especificar que su producto llega hasta la talla 60, por ejemplo».

Luego hay marcas como Mango que han hecho un esfuerzo por tener tallas grandes aunque con una marca distinta. A juicio de Voltas, esta segregación no hace más que volver a discriminar a las personas por razón de peso. «¿Verdad que eso sería inconcebible si habláramos de discriminación por razón de etnia o de religión?», se pregunta.

En lo que se refiere al resto de marcas, es mucho menos optimista; siguen ancladas en un modelo patológico de extrema delgadez, explica. Y esto ha tenido un efecto directo en la percepción social, «las adolescentes ahora identifican como con sobrepeso a una persona a la que hace 10 años se habría considerado normal». Estos estándares explica, han ayudado a crear mucha insatisfacción a la hora de comprar ropa y muchos adolescentes terminan cambiando sus conductas alimentarias para adaptarse a los cánones y, lo que es más grave, abriendo la puerta a trastornos.

Raquel Linares, psicóloga clínica que trabaja en la fundación ABB, reconoce que el ir a comprar ropa es un momento crítico y, de hecho, en las pacientes que se están recuperando de trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, se intenta que los familiares acudan antes a las tiendas para cerciorarse de que existe la talla en cuestión. El asunto se complica porque las tiendas para adolescentes son justamente las que tienen tallas más pequeñas.

Uno de los retos, explica, es hacer que los adolescentes se acerquen a la moda y sus estereotipos con sentido crítico y no piensen que responden a la realidad. En los talleres que hacen en escuelas e institutos les explican que muchas modelos además de tener una tipología de cuerpo muy particular, «les pongo el ejemplo del tipo de cuerpo que tiene una bailarina de ballet», están enfermas. «Mi experiencia es que muchas tienen anorexia o seudoanorexia para poder conservar su trabajo y han tenido que enfrentarse a la decisión de cambiar de profesión o seguir enfermas».


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