Alfredo, un vecino de Tarragona de 49 años, los últimos 20 con el virus de la hepatitis C, ha sido el primer ciudadano de España en curarse en un viaje turístico a Egipto. Su ejemplo, por su carácter pionero e inquieto, le llevó el año pasado a viajar a El Cairo por su cuenta para ser atendido allí, donde el acceso al tratamiento es más rápido y, sobre todo, más asequible que en España.
«Él es una persona que se mueve mucho, que investiga, y quería curarse. Su caso nos sirvió para emprender nuestro proyecto», explica desde Reus Xavier Carbó, tarraconense y máximo responsable de Sanantur, la agencia de viajes que ofrece paquetes turísticos clásicos del país norteafricano (un paseo en barco por el Nilo o visitar la pirámide de Giza) con un añadido en la agenda: consulta médica a un hepatólogo, análisis y receta del preceptivo tratamiento para curarse en unas 12 semanas de la hepatitis, ya de vuelta a España, donde se realiza después el seguimiento.
Una tanda de 40 personas
«Somos los primeros en España que apostamos exclusivamente por el turismo sanitario, y hemos decidido empezar por la hepatitis» cuenta, mientras no para de recibir llamadas, desde las Baleares al País Vasco, de gente interesada. Este mes están previstos los primeros viajes, de unas 40 personas. «Nosotros simplemente hacemos de mediadores, pero hay un trabajo detrás, de contactar con mucha gente, de prepararlo todo», explica Carbó, que defiende en todo momento una labor controvertida para algunos. «Esto es una opción más, para el alcance del que pueda. Yo hago la pregunta a la inversa: estando esta opción disponible, ¿sería ético no ponerla en el mercado?», cuenta el gerente, que añade: «Puedes ir al médico a cualquier lugar del mundo. ¿No hay personas de toda Europa que vienen a operarse a la clínica Barraquer? ¿No hay gente que se va a tratar del cáncer a Estados Unidos? Esto es lo mismo».
Carbó asume desde aquí la mayor parte del trabajo, culminado en El Cairo con una red de guías, asistentes y traductores que, según explica la agencia, no dejan nada a la improvisación, a fin de que el paciente –y también turista– permanezca atendido. La mayoría de interesados están en los niveles más bajos de la enfermedad (F0 y F1) y, por lo tanto, no se hallan incluidos de inicio en el plan estratégico aprobado por el Gobierno el año pasado, que da cobertura con los nuevos fármacos. Ya se han tratado a más de 30.000 pacientes con niveles de fibrosis altos (F2, F3 y F4).
De hecho, algunos enfermos de Tarragona dan fe de que el acceso funciona y están en vías de curación. «¿Hasta qué punto tienes que esperar a ponerte peor para poder acceder al tratamiento por la Seguridad Social?. Hay gente que prefiere no esperar, y está en su derecho. Yo no obligo a nadie a venir aquí. No nos aprovechamos de nada, simplemente estamos ahí para el que le interese», indica Carbó.
De crucero y a Giza
La evolución de la hepatitis, que puede llegar a ser mortal sino se trata, es impredecible. El propio Alfredo sostiene que en unos meses pasó de la fase F0 a la F2. Si esos enfermos en estadios más iniciales decidieran pagarse la medicación en España, el desembolso se iría más allá de los 25.000 euros. En cambio, la opción de tratarse en Egipto sale por un precio básico de 5.219,15 euros, que en función de las necesidades del tratamiento podría subir hasta los 7.000 euros, eso sí, incluyendo la estancia en el Concorde El Salam Hotel Cairo (un cinco estrellas), el crucero por el Nilo, un tour por las Pirámides y, en esencia, conocer el antiguo Egipto en cinco días.
La clave en el negocio de Sanantur está en la abismal diferencia de precios entre un país y otro de Sovaldi, el medicamento clave, comercializado por el laboratorio Gilead. Esta marca establece una tarifa distinta en función del desarrollo de cada país. El gobierno egipcio llegó a un acuerdo por el que recibiría el producto con un descuento del 99%, parecido al aplicado en otras docenas de países con una renta baja. En resumen:si en España los fármacos valen 25.000 euros, en Egipto cuestan 900 y en India unos 600. «Al fin y al cabo los enfermos se ven inmersos en una cuestión política o socioeconómica», indica Carbó. La curación no llega sólo a través de Sovaldi –el nombre comercial para el principio activo llamado sofosbuvir–, sino que se consigue con una combinación de medicinas entre las que se incluyen, entre otras, el Daclastavir o la Ribavirina.
Tarraconenses sanados
Su iniciativa nace, no sin críticas de algunas plataformas de afectados, justo cuando varios tarraconenses se están curando de su dolencia gracias a Sovaldi en España, tras ser incluidos en el plan estatal. «Estoy curada totalmente. En febrero haremos el segundo test de seguimiento, pero todo va bien. Desde el inicio del tratamiento noté que algo cambiaba, se empezaban reducir los líquidos, me encontraba mejor. Los análisis me dieron negativo. Ha sido un cambio total en mi vida, he vuelto a ser quien era antes», cuenta Isolde Apetz, una vecina de Les Borges del Camp que ha dado carpetazo a 32 años de convivencia con la hepatitits.
Ella, que sí fue incluida en el programa de tratamiento, ve con buenos ojos la iniciativa de Sanantur: «Me parece estupendo. Cuanta más gente se pueda curar mejor, y si es antes de que la enfermedad se agrave, mejor. La calidad de vida cambia muchísimo». También se ha sanado José Joaquín Sanz, responsable de la plataforma de afectados en Tarragona, una de las numerosas asociaciones que pelearon con protestas y encierros para que el Gobierno trazara un plan de cobertura a los enfermos. «Según las zonas, ha habido algo de retraso, pero yo pude acceder a mi tratamiento y ahora estoy ya curado del todo», explica, ya sin carga vírica en su sangre. Sanz también ve conveniente la iniciativa: «Sé que ha habido críticas por parte de entidades de afectados, pero yo creo que si alguien se lo puede permitir, es una opción más, legal y lícita, es como el que tiene dinero parar irse a la sanidad privada. Si alguien se lo puede permitir, que lo haga».
En cualquier caso, Sanantur se erige en una opción para aquellos que desean saltarse la lista de espera del tratamiento en España, que prioriza los cuadros más graves. También es una vía rápida para aquellos en fases bajas de la patología (algunas estimaciones calculan que son el 60% del total de enfermos) y que, por lo tanto, no estarán incluidos en el programa del Gobierno hasta que alcancen fases más severas.