Hace una semana que entró en funcionamiento los semáforos que regulan el acceso a la urbanización La Marítima de Torredembarra a través de la N-340, una petición histórica del municipio teniendo en cuenta que los vecinos de la zona hacía más de diez años que la reivindicaban.
Aunque Carreteras empezó a instalar los semáforos a medianos del pasado mes de febrero, no ha sido hasta ahora, en julio, cuando se han puesto en marcha, algo que, a pesar de contentar a los usuarios, también ha generado cierto excepticismo en redes sociales: «Esta mañana ha sido caótico. Llevan instalados desde el invierno y les da por ponerlos en marcha ahora. Espectacular», claman.
Sea como sea, la nacional experimenta un aumento de tráfico considerable precisamente en verano, con lo que el peligro de cruzarla aumenta de forma exponencial durante estos meses. Aun así, lo que es obvio y está hecho para evitar posibles atropellos e inconciencias a la hora de pasar de un lado a otro de la vía, tampoco termina de satisfacer a los vecinos de la urbanización, que alzan la voz con las retenciones que se forman cuando los semáforos están en rojo. En este sentido, hay quiénes tachan la idea de instalar los semáforos de «alucinante» porque ya se han encontrado varias veces con caravana en la nacional, mientras que otros lamentan que la medida solo ha hecho que «promocionar los atascos».
A este problema, los usuarios coinciden en proponer una misma solución: «Hacer un paso elevado o uno subterráneo». Pero esta alternativa no estaba para nada contemplada en el proyecto planteado por las administraciones para salvar el cruce del vial, ya que a escasos 100 metros de los semáforos, en la calle Golf de Roses, ya existe un paso subterráneo de peatones, aunque está prácticamente en desuso por su dejadez e inseguridad que genera a quiénes lo transitan. De hecho, uno de sus usuarios lo deja muy claro en las redes sociales: «ese subterráneo da miedo cruzarlo, sobre todo en invierno, casi nadie lo usa».
Todo ventajas
En la otra cara de la moneda nos encontramos con aquellos vecinos que sí celebran que, después de una década pidiéndolo, finalmente se hayan instalado los semáforos: «¡Buena iniciativa, ya tocaba! ¡La nacional ya no es lo que era! Sigamos pacificándola», expresan algunos.
Otros procuran hacer reaccionar a aquellos que ponen el grito en el cielo con los atascos que pueden generarse ahora, recordando que «retenciones ha habido siempre» e insistiendo en que «al menos ahora no nos jugaremos la vida al cruzar». Esta reacción la comparte otro usuario, que llama a tener «paciencia» con las colas y centra la importancia de la medida en «las vidas humanas» que ahora sí que se protegerán.
Sea como sea, el conseguir evitar el peligro que cruzar la nacional sin miramientos suponía, es lo que más celebran parte de los afectados. Es el caso de una vecina que vive en la urbanización La Marítima, quién valora «súper bien» la instalación del semáforo porque, hasta ahora, era testigo a diario de ver como «la gente pasaba por medio de la nacional y los coches cometían incontables infracciones de tráfico». Finalmente, otro afectado se muestra contundente con los que se oponen a la medida: «A quién no le guste, que se vaya por la autopista. Los que vivimos aquí aguantábamos mucho ruido, además de exponernos cada día a un peligro».
Así como la instalación de los semáforos en La Marítima de Torredembarra ha puesto punto y final a todas las reivindicaciones del municipio en lo que al cruce de la N-340 se refiere, en su municipio vecino, Roda de Berà, todavía esperan que se les escuche en alguna. Allí, el Ayuntamiento hace ya más de 5 años que el Estado incluya en sus presupuestos, el proyecto de construcción de una pasarela que conecte la zona de La Barquera con la de la Plana, en Creixell, y que Carreteras aprobó en 2018. Viendo toda esta demora, en 2022 el Ayuntamiento optó por pedir que se instale un semáforo como el de Torredembarra, a lo que Carreteras accedió, pero siempre y cuando el coste de las obras y el mantenimiento de la instalación vayan a cargo del Consitorio.
