Hablar de las ratios de los centros escolares, y la necesidad de que sean más bajas es común, y una demanda muy generalizada entre los equipos educativos de todos los lugares. Estamos muy acostumbrados a que los alumnos estén divididos según edad, en un curso único, y que su intercambio entre personas más mayores o más pequeñas se haga al margen de las clases o en programas muy específicos. Pero esto es muy diferente en la escuela de La Riba.
Se trata de un centro público que forma parte lo que se llama ‘Zones d’Escola Rural del Francolí’ y cuenta actualmente con 36 alumnos. Esto equivaldría a menos de dos líneas en un centro de una ciudad, o de un municipio más grande.
Su método para impartir las materias y la enseñanza es muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Para empezar los cursos no se distribuyen estrictamente con primero de primaria, segundo, tercero... Si no que hay tres comunidades diferentes. Los de parvulario se consideran los pequeños, y se agrupan desde los tres años hasta los seis. Después pasan a ser los medianos, donde se juntarían los niños y las niñas hasta unos nueve o diez años.
Y finalmente, encontramos a los mayores que son todos aquellos alumnos hasta los doce años. Como se puede ver el aprendizaje es diferente. La directora de la Escola La Riba, Eva Castaño, explica que ella define la escuela cómo «el centro de las tres P: pequeña, pública y de pueblo». Esto permite que la atención sea más personalizada, y que los niños estén en contacto con otros de diferentes edades.
«Uno de los principales objetivos es el aprendizaje entre iguales. Del más pequeño al más mayor, todos aprenden de todos y viven diferentes roles a lo largo de su paso por el colegio», apunta la directora. Además, añade que eso les hace crear una empatía desde que son muy pequeños, ya que ven que ellos han vivido lo mismo que sus compañeros en otro momento.
Las propuestas
Cómo se puede deducir de todo esto, el método de aprendizaje es muy diferente a eso que hemos vivido y visto en las clases de los otros centros. Castaño reconoce que hace años se contaba con libros y se iba adaptando los contenidos según el nivel. Pero vieron que «el ritmo era muy lento», y por eso lo cambiaron.
Ahora trabajan con propuestas. Esto se traducen en qué los niños y las niñas cuándo llegan eligen una actividad relacionada con una de las asignaturas que normalmente se hacen. Estas propuestas, hechas, por el maestro, las tiene que realizar los alumnos en un tiempo determinado.
Una vez se han realizado se hace una intercambio de información con el docent. A esto ellos lo llaman asamblea, y comprueban si se han entendido los conocimientos.
Para que se entienda mejor, un ejemplo de esto es tener que descubrir el camino que hace un bocadillo desde que nos lo comemos hasta que el cuerpo lo expulsa. Esta actividad, tendría relación con la asignatura de conocimiento del medio, pero así se hace en todas las otras.
En primaria están por áreas, pero en infantil es más global y se trabajan conceptos cómo el arte, el juego, las construcciones, entre muchos otros. Además, se cuenta con los ‘Padrins lectors’. Se hace un modelaje en la lectura. Los más grandes ayudan a los más pequeños.
La entrada en el colegio promueve una implicación de los padres y las madres. Tienen 30 minutos para acceder a la clase, y lo pueden hacer con los progenitores que les ayudan a dejar la mochila, y a elegir la propuesta que quiere hacer el niño para empezar el día. Con todo, cada 15 días realizan una salida por la naturaleza que envuelve La Riba. Así conocen su entorno, y las características de él. Es una forma de educación rural que se aleja de las grandes aulas con muchos niños y niñas.
