Un regreso necesario

Luismi volvió al once de la mejor manera posible, prolongando las buenas sensaciones que había transmitido antes de lesionarse en la Romareda

09 mayo 2017 17:23 | Actualizado a 23 mayo 2017 10:14
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Luismi ha convertido la excelencia en rutina. Su fiabilidad sobre el terreno de juego resulta incuestionable. No ha dejado ningún tipo de duda en sus actuaciones desde que llegó al Nàstic. Los elogios se empiezan a acabar a la hora de definirle. Ante el Cádiz, volvió a demostrar que es un futbolista totalmente imprescindible para el esquema de Juan Merino. Dota al equipo de serenidad y calidad.

El de Jerez de la Frontera llevaba más de dos meses en el dique seco. En concreto, se perdió nueve encuentros hasta el Carranza. Para cualquier otro jugador, no hubiese sido fácil salir de inicio después de un periodo tan serio de inactividad y haciéndolo en una posición no tan habitual para él. Sin embargo, Luismi parece hecho de otra pasta. Tiene tal lectura del juego que podría ocupar cualquiera de las posiciones de un equipo y no desentonar.

De central y de medio

La misión de Luismi ante el Cádiz era la de contener a todo su arsenal ofensivo, y sobre todo a Ortuño. Para ello, Merino lo situó en la zaga de tres propuesta. En el centro, como mariscal. Debía dirigir las operaciones de la defensa grana. Estuvo prácticamente impoluto, al igual que sus dos compañeros en la línea de centrales. Que el Cádiz no genere ocasiones en un encuentro con la calidad que atesora es una utopía con escasas posibilidades de convertirse en realidad.

Regresó tras nueve partidos en el dique seco

En la segunda mitad, el Cádiz comenzó a embotellar al Nàstic. Encontraban las bandas con más facilidad y a partir de ahí comenzaban un bombardeo constante hacía el área grana. Merino reaccionó. Movió piezas. Luismi tenía una importancia capital en ese giro de la trama. El cambio de Jean Luc por Zahibo provocó que la defensa de cinco pasará a la de cuatro. El gaditano abandonó la defensa y adelantó su posición a la medular.

Con Luismi en el mediocentro, el Nàstic plantó dos trincheras con las que proteger la meta de Reina. Tan sólo Stéphane Emaná se descolgaba. Fue un ejercicio de sufrimiento y pundonor. No fallaron. De hecho, el Cádiz apenas generó. Luismi y Tejera volvieron a formar una medular de lujo. Intensos, dinámicos y totalmente coordinados. Es como si ambos, cuando juegan juntos, potenciaran sus virtudes y ensombrecieran sus defectos.

Luismi volvió a dejar otra actuación para el recuerdo. Su influencia en el juego grana es máxima. De hecho, no sé sabe que hubiese pasado si no se hubiera lesionado en la Romareda. Quizás, el Nàstic hoy no ocuparía los puestos de descenso. Sin embargo, eso es pasado. La buena noticia es que está a tope para las cinco finales que quedan. El gaditano es uno de esos futbolistas que cuando juega hace mejores a sus compañeros. Uno de esos tipos que hacen de la profesionalidad un dogma. El Nàstic con Luismi en el campo respira más aliviado.

 

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