Javier Blasco: «Lo mejor de ser médico es ver crecer y acompañar a tus pacientes»

Nuestra gente. Médico de familia jubilado

13 junio 2021 17:40 | Actualizado a 13 junio 2021 18:10
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En 1984, Javier Blasco eligió Ulldecona como destino después de aprobar las oposiciones a médico de familia, sin haber estado nunca allí. Y en este pueblo del Montsià se acaba de jubilar 37 años después.

Llegó directamente desde Madrid, done había escogido la plaza, para conocer el pueblo. Era un día de septiembre y no encontró a nadie por la calle, recuerda. Eran fiestas mayores y todos estaban en la plaza Catalunya, en la ‘coetada’ que se organizaba entonces en la plaza de bous. Dos años más tarde, él mismo estaría en medio de toda esa fiesta.

De padre aragonés y madre catalana, concretamente de Mont-roig del Camp, conocía esa zona de la Costa Daurada pero no las Terres de l’Ebre. «Preferí un pueblo cerca de la costa pero no en ella, para que fuera más tranquilo», recuerda. Había estudiado Medicina en Zaragoza y su primer destino fue en el Pirineo aragonés, donde tuvo tiempo para preparar a fondo las oposiciones.

En Ulldecona empezó a pasar consulta en un edificio del Carrer Major que había sido convento y un antiguo hospital. Se encargó hasta de pintar paredes y los asientos, que eran reciclados del Cine Victòria. Allí coincidió con la comadrona Pilar Gutiérrez, con quién empezó un programa por entonces pionero de planificación familiar, junto con los también doctores Adolfo Morales y Josep Ausensi.

Javier Blasco se integró tanto en el pueblo que hasta fue concejal del Ayuntamiento durante dos legislaturas, con Jaume Antich de alcalde. Él se encargaba de los temas de salud y servicios sociales y tuvo una especial atención para los objetores de conciencia, los hombres que no hacían el servicio militar obligatorio por convicciones antibelicistas. Él mismo fue objetor y ello le impidió presentarse a unas primeras oposiciones, entre otras restricciones, a principios de los ochenta. Años más tarde la objeción se normalizaría, hasta la desaparición definitiva del servicio militar, en 2001.

De su paso por el consistorio destaca especialmente la creación del Parc de Nadal, un modelo de colaboración de todas las asociaciones locales que todavía hoy perdura.

Por la consulta del doctor Blasco han pasado muchas generaciones de falduts, como se conoce popularmente a los ulldeconenses. Primero en el Carrer Major, después en el centro de salud de la calle Maestrat y por último en el nuevo Centre d’Atenció Primària (CAP), con un paréntesis durante el cual se dedicó a tareas directivas en el Servei d’Atenció Primària de Terres de l’Ebre.

Más allá de sus tendencias políticas, se siente satisfecho de haber trabajado, «codo con codo», con ayuntamientos y administraciones de todos los colores.

Ha sido hasta su jubilación director del Àrea Bàsica de Salut Ulldecona-La Sénia, de la que destaca su equipo de profesionales. En La Sénia su labor ha sido más de dirección, aunque también ha pasado consulta de forma puntual o por atender bajas de compañeros.

En esta área básica de salud se han desarrollado en los últimos años numerosos proyectos piloto, que posteriormente se han implantado en toda Catalunya, como el del control de Sintrom en Primaria, la receta electrónica «que supuso un reto a nivel técnico y de coordinación con las farmacias», la e-consulta, o el programa de cuidados paliativos.

Lo que aprecia especialmente de su trabajo es el contacto directo y cercano con los pacientes. «Hay personas a las que he visto nacer y crecer, hasta que he atendido también a sus hijos», comenta emocionado.

Cuando cumplió los 65 años continuó trabajando porque se veía con ganas, y así ha sido hasta este año, que con 68 ha decidido jubilarse.

Y el momento ha llegado en un contexto excepcional, por la pandemia de la Covid-19. «Nunca pensé que viviríamos algo así. Fue muy duro. Durante la primera ola tuvimos miedo pero aquí no tuvo mucha incidencia. Cuando nos dio de pleno fue en octubre, con la segunda ola», recuerda. También lamenta que las restricciones actuales le impidieron despedirse de los pacientes como a él le hubiera gustado.

Ya jubilado en su casa de Vinaròs, estos días ha estado ayudando a su hijo menor, Javier, de 18 años, a preparar la selectividad. Tiene dos hijas más y cuatro nietos que viven en Aragón. Ahora toca disfrutar de la familia y de sus aficiones: ir en bici, hacer senderismo y viajar, cuando se pueda.

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