Aestas alturas de la película no creo que quede alguien tan ingenuo que no sepa que el fútbol profesional, eso que Valdano definió en su día como «la cosa más importante de las cosas menos importantes», es, ante todo, un negocio, aunque aún haya quien se empeñe en verlo como un deporte.
Como digo, no creo que quepan muchas dudas al respecto. Si quedaba alguna, se disipó ayer, cuando nos despertamos con la conversación, desvelada por El Confidencial, entre el presidente de la Federación, Luis Rubiales, y el jugador del Barça y empresario Gerard Piqué, en la que ambos pactaron una comisión millonaria por llevar la Supercopa de España a Arabia Saudí:
«A ver, Rubi, si es un tema de dinero, si ellos [el Real Madrid] por 8 irían, hostia tío, se paga ocho al Madrid y ocho al Barça... a los otros se les paga 2 y 1... Son 19, y os quedáis la Federación seis kilos, tío», dice Piqué, cuya empresa, Kosmos, se llevaría cuatro millones por cada uno de los seis ejercicios (24 en total).
Sí, es el mismo Piqué que no hace todavía un año –el 21 de abril de 2021–, cuando se supo que los clubes más ricos de Europa negociaban la creación de una Superliga, criticaba la idea diciendo que «el fútbol es de los fans. Hoy más que nunca».
Un argumento que no contó mucho para arrebatar la Supercopa de España a los aficionados de los equipos participantes para llevarla a Arabia. Sí, los comisionistas desaprensivos también están en el fútbol. ¡Qué lástima!
